Los premios Goya
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Los premios Goya
Publicado hoy en el diario "El País"
La ceremonia fue una competición igualada entre las cuatro favoritas, más Eva. Solo al final No habrá paz para los malvados dio el pelotazo, cuando obtuvo los últimos trofeos de la noche: actor protagonista (José Coronado), dirección y película. Antes el thriller de Urbizu había ganado sonido, montaje y guion original. Desde el inicio de la gala, había algo policial en el ambiente. Y no solo por los premios, sino por grandes medidas de seguridad con perros policías por el interior del palacio, y fuertes efectivos en el exterior. No pudieron parar a un miembro de Anonymous que se quedó al pie del escenario ni a un ‘muletilla’ extremeño que pidió financiación desde el estrado para un western en su tierra.
Tras tantos años de carrera comprometida y tan solo ocho películas, Enrique Urbizu tuvo su noche soñada y para muchos, incluidos los académicos que refrendaron su apuesta por el thriller, más que merecida. No solo recogió su primer goya (guion original), sino que pocos minutos después repitió y con mejor dirección logró el segundo.
Días antes, Pedro Almodóvar ya ponía paños calientes y se declaraba poco favorito. En la entrada, tras bromear sobre el color de la alfombra como culpable de sus anteriores ausencias -“No venía cuando era verde, me gusta más ahora, la roja”-, tuvo unas palabras sinceras. “No vengo como perdedor, vengo preparado para que se lo den a otros, una terapia que he usado siempre en mi vida y por ahora me ha ido bien”. Al final, cuatro estatuillas de 16 posibles.
También se comportó como un grande Antonio Banderas. El malagueño y Melanie Griffith pisaron durante un buen rato la alfombra, a sabiendas de que no era el favorito en su cuarta ocasión como candidato. “Yo solo vengo por mi mujer, que por cierto, cuando vio la película en Toronto y se enteró de todo lo que hacía Legard, me estuvo sin hablar unos meses”, bromeaba abrazando a Griffith, que en español explicó: “Así entendí muchas cosas de él”. Ambos disfrutaron como el resto de sus acompañantes de una noche de humor y espectaculares números musicales, cortesía el mejor de ellos de El Langui y de un variopinto reparto de actores y actrices españoles, que tuvieron que rapear y bailar en un escenario resbaladizo y que imitaba la fachada de un cine, con su marquesina incluida.
Pero la gala 26ª de los Goya tuvo varios récords. Por primera vez un filme de animación, Arrugas, se llevó otro goya grande, el de guion adaptado, una de las sorpresas de la noche. Por primera vez un personaje, Vicente, de La piel que habito, ha reportado dos goyas a sendos actores: Elena Anaya y Jan Cornet. Anaya, mejor actriz, explicaba que ese hombre en cuerpo de mujer lo había creado Almodóvar. Alberto Iglesias se ha convertido en la persona con más goyas de la historia: diez, gracias a su composición para La piel que habito. Reyes Abades, técnico de efectos especiales, se quedó en nueve, porque en esta categoría triunfó Eva. La película de ciencia ficción, nacida del talento de la Escuela de Cine de Catalunya (ESCAC), se llevó los galardones a dirección novel, efectos especiales, y actor secundario, que se lo llevó el veterano Lluís Homar. Tras tres décadas de carrera, al catalán le pudieron los nervios y realizó el discurso más largo. Otra veterana, Ana Wagener, se llevó la categoría a actriz secundaria, comandando el puñado de cabezones que obtuvo La voz dormida, que también ganó actriz revelación (María León, Concha de Plata en San Sebastián), mejor canción. Y Blackthorn tampoco se fue de balde con su vestuario, diseño de producción y dirección artística: empezó fuerte la noche pero Santos Trinidad derrotó a Butch Cassidy. Por primera vez un presidente, Enrique González Macho, salió al escenario y compartió la lectura de su discurso, centrado en los cambios de la industria y en Internet, con sus dos vicepresidentas, Judicth Colell y Marta Etura.
Los momentos emotivos estuvieron en los discursos de Elena Anaya y Kike Maíllo, director de Eva, y en la primera aparición pública de Silvia Abascal tras sufrir un ictus cerebral hace unos meses. Santiago Segura reivindicó con gran humor Torrente 4, ninguneada por la Academia pero salvadora de la taquilla del cine español, con 19 millones de euros en 2011. Y la política llegó con las numerosas referencias a la crisis actual y con el premio al mejor documental por Escuchando al juez Garzón. Isabel Coixet, su directora, habló de las injusticias a un juez justo y de la sensación general de que “sí habrá paz para los malvados”.
La ceremonia fue una competición igualada entre las cuatro favoritas, más Eva. Solo al final No habrá paz para los malvados dio el pelotazo, cuando obtuvo los últimos trofeos de la noche: actor protagonista (José Coronado), dirección y película. Antes el thriller de Urbizu había ganado sonido, montaje y guion original. Desde el inicio de la gala, había algo policial en el ambiente. Y no solo por los premios, sino por grandes medidas de seguridad con perros policías por el interior del palacio, y fuertes efectivos en el exterior. No pudieron parar a un miembro de Anonymous que se quedó al pie del escenario ni a un ‘muletilla’ extremeño que pidió financiación desde el estrado para un western en su tierra.
Tras tantos años de carrera comprometida y tan solo ocho películas, Enrique Urbizu tuvo su noche soñada y para muchos, incluidos los académicos que refrendaron su apuesta por el thriller, más que merecida. No solo recogió su primer goya (guion original), sino que pocos minutos después repitió y con mejor dirección logró el segundo.
Días antes, Pedro Almodóvar ya ponía paños calientes y se declaraba poco favorito. En la entrada, tras bromear sobre el color de la alfombra como culpable de sus anteriores ausencias -“No venía cuando era verde, me gusta más ahora, la roja”-, tuvo unas palabras sinceras. “No vengo como perdedor, vengo preparado para que se lo den a otros, una terapia que he usado siempre en mi vida y por ahora me ha ido bien”. Al final, cuatro estatuillas de 16 posibles.
También se comportó como un grande Antonio Banderas. El malagueño y Melanie Griffith pisaron durante un buen rato la alfombra, a sabiendas de que no era el favorito en su cuarta ocasión como candidato. “Yo solo vengo por mi mujer, que por cierto, cuando vio la película en Toronto y se enteró de todo lo que hacía Legard, me estuvo sin hablar unos meses”, bromeaba abrazando a Griffith, que en español explicó: “Así entendí muchas cosas de él”. Ambos disfrutaron como el resto de sus acompañantes de una noche de humor y espectaculares números musicales, cortesía el mejor de ellos de El Langui y de un variopinto reparto de actores y actrices españoles, que tuvieron que rapear y bailar en un escenario resbaladizo y que imitaba la fachada de un cine, con su marquesina incluida.
Pero la gala 26ª de los Goya tuvo varios récords. Por primera vez un filme de animación, Arrugas, se llevó otro goya grande, el de guion adaptado, una de las sorpresas de la noche. Por primera vez un personaje, Vicente, de La piel que habito, ha reportado dos goyas a sendos actores: Elena Anaya y Jan Cornet. Anaya, mejor actriz, explicaba que ese hombre en cuerpo de mujer lo había creado Almodóvar. Alberto Iglesias se ha convertido en la persona con más goyas de la historia: diez, gracias a su composición para La piel que habito. Reyes Abades, técnico de efectos especiales, se quedó en nueve, porque en esta categoría triunfó Eva. La película de ciencia ficción, nacida del talento de la Escuela de Cine de Catalunya (ESCAC), se llevó los galardones a dirección novel, efectos especiales, y actor secundario, que se lo llevó el veterano Lluís Homar. Tras tres décadas de carrera, al catalán le pudieron los nervios y realizó el discurso más largo. Otra veterana, Ana Wagener, se llevó la categoría a actriz secundaria, comandando el puñado de cabezones que obtuvo La voz dormida, que también ganó actriz revelación (María León, Concha de Plata en San Sebastián), mejor canción. Y Blackthorn tampoco se fue de balde con su vestuario, diseño de producción y dirección artística: empezó fuerte la noche pero Santos Trinidad derrotó a Butch Cassidy. Por primera vez un presidente, Enrique González Macho, salió al escenario y compartió la lectura de su discurso, centrado en los cambios de la industria y en Internet, con sus dos vicepresidentas, Judicth Colell y Marta Etura.
Los momentos emotivos estuvieron en los discursos de Elena Anaya y Kike Maíllo, director de Eva, y en la primera aparición pública de Silvia Abascal tras sufrir un ictus cerebral hace unos meses. Santiago Segura reivindicó con gran humor Torrente 4, ninguneada por la Academia pero salvadora de la taquilla del cine español, con 19 millones de euros en 2011. Y la política llegó con las numerosas referencias a la crisis actual y con el premio al mejor documental por Escuchando al juez Garzón. Isabel Coixet, su directora, habló de las injusticias a un juez justo y de la sensación general de que “sí habrá paz para los malvados”.
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