El orgullo tiene "efecto boomerang"

Dicen los que aprenden judo que una de las tácticas consiste en aprovechar la fuerza del enemigo en su contra. En otros aspectos, sucede otro tanto. En esta ocasión me refiero al orgullo, no como sentimiento de dignidad, sino de soberbia.

Os voy a relatar una historia: Hace un par de días asistí a un funeral, la hermana mayor de una amiga mía. Eran cuatro hermanos: Tres mujeres y un varón. Mi amiga era la menor con mucha diferencia, fue la típica "sorpresa" para los padres. Entre las dos mayores siempre hubo una gran complicidad y también una enorme rivalidad que, según parece, andaba soterrada. Todo surgió a raíz de la muerte de la madre (el padre había fallecido años atrás). Se planteó el reparto de la herencia y las dos hermanas mayores se pelearon. El motivo fue unos cuantos cachivaches sin gran valor, especialmente teniendo en cuenta que ambas estaban muy bien situadas y el dinero no era problema alguno. Fue una "disculpa" que desencadenó la "guerra" entre ellas, una "guerra" que no había surgido anteriormente, tal vez por la presencia de la madre. Rivalidades pendientes que tenían que aflorar, pero existió un fallo: ambas familias, las de las dos hermanas, tomaron partido en vez de dejar que ellas arreglaran sus cuentas. Esto provocó una ruptura total entre cuñados y primos.

La mayor enfermó hace 10 años de cáncer. Diez años de lucha durante los cuales mi amiga, la hermana pequeña, intentó una reconciliación entre ambas, pero en vano. El orgullo tuvo más fuerza que el amor fraterno. La muerte ha cortado de un golpe la posibilidad de un encuentro entre ambas.

El orgullo mal llevado ha sido la causa de que una haya fallecido sin la, en el fondo deseada, reconciliación, al tiempo que la otra, que acudió al funeral pero sin situarse junto al resto de la familia, ha quedado marcada en su interior con el dolor que supone saber que ya nunca podrá reconstruir la relación con su hermana.

El orgullo es un enemigo poderoso que puede volverse en contra del orgulloso. El orgullo puede llevar a la soledad y al desencuentro. Tengamos cuidado con el orgullo.

Damablanca.

Muy acertadas tus palabras y la reflexión que desprendes.

Realmente la vanidad y el egoismo propios de la condición humana nos empujan a un constante orgullo que efectivamente se vuelve siempre contra nosotros.

Es complicado, rquiere madurez y autocontrol, pero controlar nuestro egoismo es indispensable para se feliz.

Creo que, al menos en esto, la edad nos ayuda. Con la madurez consideramos mas lo que realmente merece la pena en la vida.

Joan