LOS "SEGUNDOS AMORES"

Al regresar de vacaciones me he encontrado con una noticia de ésas que se conocen de antemano que se intuye que tarde o temprano va a ocurrir...yo al menos y creo que varias personas, lo veíamos venir. Una separación, una más de tantas. Eran distintos, tenían criterios distintos y lo típico en estos casos: él se ha enamorado de otra mujer y se ha marchado. Tenían (tienen) una hija adolescente que se queda con la madre. Ahora andan (lo típico) con los problemas de abogados, esto mío, esto si es o no es tuyo...

Ella aún le ama. Le considera el culplable de la situación por marcharse. No se plantea que tal vez ella tuvo parte de responsabilidad en la ruptura. Él no admite culpas. Se ha enamorado y punto.

Cada historia de amor-desamor es un mundo distinto, ahora bien, lo que yo vengo a plantear es la cuestión ética. Lo simplista es decir que "él se fue, él es el adúltero, él es el culpable". El tratar a alguien de "culpable" en mi opinión es harto delicado y más si anda el amor por el medio. ¿Cuál es la postura ética de una persona que se vuelve a enamorar? Indudablemente existe una responsabilidad frente a la persona que comparte tu vida, pero...¿es ético renunciar a quien se ama y quedarse con quien no se ama? ¿no es ésa una forma de estafar a la pareja? ¿es más ético callarse y aguantar de por vida para no dañar a quien ha sido la pareja hasta ese momento? ¿marcharse es menos ético o más sincero? ¿cómo se hace menos daño?. A mí me parece que cuando las cosas se ponen difíciles el camino más auténtico es, como siempre, el de la verdad. Odio las mentiras piadosas y comprendo que hay que ser muy valiente para plantarse ante la pareja y confesar: me he enamorado. Luego está el tema de la hija. "Aguantar por los hijos" ha sido y a veces sigue siendo una frase manoseada para quien, o bien posee un notable espíritu de sacrificio o bien aguanta por otros motivos y los hijos le sirven de coartada. En este caso a la hija hay que explicarle las cosas con claridad, que una cosa es la relación entre los padres y otra la relación entre ella y sus padres.

Yo tengo con ella un cierto grado de amistad, no el suficiente como para hablar como lo he hecho aquí, ella ha sido educada para casarse "de por vida" y no le resulta fácil aceptar la situación, pero sí le he dado mi consejo: ponte guapa, gástate en ti misma algo de dinero, arréglate (algo que no ha hecho jamás), acepta la ruptura y búscate a otro. Enséñale a tu hija lo que hay que hacer en un caso así. La vida continúa.



Damablanca.

Dama, un divorcio o un rompimiento de una relación amorosa, produce uno de los más grandes dolores humanos.

Tu planteamiento me hizo recordar el libros del psicoanalista vienés Igor Caruso: "La Separación de los Amantes", donde entre otras cosas señala que la muerte física del ser amado suele ser menos dolorosa que la separación, pues en el primer caso se trata de un proceso natural al que de alguna manera ya estamos programados a aceptar, pero el segundo caso, implica matar al otro en vida, o bien sentir que quién se fue ha dado muerte a su pareja, cuando en realidad ambos aun están en este mundo pero tienen que aprender a vivir el uno sin el otro.

La pena es entonces inevitable, aunque elaborable. Pero, como lo plantea Dama, desde el punto de vista ético, puede ser aceptable. Dice Benedetti en alguno de sus poemas (cito de memoria) "la culpa es de uno cuando no enamora". Bien pensado no creo que sea así, sin embargo el amor también tiene una fecha de caducidad.

En la mayoría de los casos, cuando una pareja se casa, sobre todo si es joven, lo hace enamorada y pensando que es para toda la vida. De allí el deseo y la necesidad de formar una familia. Pero con el correr de los años, los cónyuges también se transforman. Cambian intereses, metas, objetivos en la vida. La edad nos vuelve menos pacientes, o quizás más. Las diferencias caracterológicas también se agudizan, y pasada la etapa del enamoramiento, estas distinciones empiezan a incomodar.

De allí, que la mejor solución, quizás la más ética, sea aceptar que la pareja, nuevamente citando a Benedetti se ha convertido en una despareja, y por lo mismo la convivencia cotidiana ya no es posible. Por lo mismo, la separación, será siempre la mejor opción para ponerle fin a la hostilidad o al desamor.

Enamorarse nuevamente no es inmoral. Es parte de la vida y sucede de manera muy común. Me parece menos ético vivir al lado de una persona que no se quiere y hacerle creer que el amor sigue vigente.

Vuelvo a citar a los poetas. Dice Neruda: "Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos".