EL PRESIDENTE DE COLOMBIA PREMIO NOBEL DE LA PAZ 2016
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EL PRESIDENTE DE COLOMBIA PREMIO NOBEL DE LA PAZ 2016
PUBLICADO HOY EN EL DIARIO ESPAÑOL "LA VANGUARDIA"
El Premio Nobel de la Paz 2016 ha recaído en el presidente Juan Manuel Santos, el presidente de Colombia. El galardón ha premiado el esfuerzo del mandatario para alcanzar la paz en el país latinoamericano con su acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El jurado ha decidido otorgarle el galardón pese a que la ciudadanía no respaldó su acuerdo en el referéndum que se celebró el domingo pasado.
Se había hablado de un premio conjunto para el presidente y Rodrigo Londoño, alias Timochenko. Eran los grandes favoritos en pronósticos y casas de apuestas hasta hace unos días, pero el triunfo del no a los acuerdos de paz en el plebiscito hizo que sus opciones se redujeran y al final ha habido sorpresa.
El premio, según ese fallo, es un claro apoyo a la decisión de Santos de invitar a todas las partes a participar en un amplio diálogo nacional para que el proceso de paz no muera, después de que el pasado domingo ganara el “no” a los acuerdos de paz firmados con las FARC en un referéndum.
“El hecho de que la mayoría de los votantes dijera no al acuerdo de paz no significa necesariamente que el proceso de paz esté muerto. El referéndum no fue un voto por o contra la paz”, insistió el Comité Nobel en su fallo. “Ese resultado ha generado una gran incertidumbre sobre el futuro de Colombia. Hay un riesgo real de que el proceso de paz se paralice y de que estalle de nuevo la guerra civil, lo que hace todavía más importante que todas la partes, encabezadas por el presidente de Santos y el líder de la guerrilla de las FARC, Rodrigo Londoño, mantengan el respeto al alto el fuego”, recalcó el Comité.
Según el jurado, el premio es también “un tributo al pueblo de Colombia que, a pesar de las grandes dificultades y los abusos, no ha perdido la esperanza en una paz justa, a todas las partes que han contribuido al proceso de paz” y a todas las víctimas de una guerra que se ha cobrado la vida de al menos 220.000 colombianos y ha obligado a abandonar sus casas a más de seis millones de personas.
Los esfuerzos de Santos, según el Comité, llevaron al acuerdo de paz y, aún sabiendo que era controvertido, el presidente colombiano decidió someterlo al voto de sus compatriotas. El “no” del referéndum sólo significa “no” a un acuerdo específico de paz, recalcó el jurado para mostrar su esperanza de que todas las partes asuman su responsabilidad y actúen de forma constructiva en las próximas conversaciones de paz.
Además, el comité se mostró convencido de que Santos, “pese al ‘no’ mayoritario en el referéndum, “ha acercado de forma significativa hacia una solución pacífica el sangriento conflicto” en su país y que ha sentado las bases para el desarme verificable de las FARC y un “proceso histórico de reconciliación y hermanamiento nacional”. “Sus esfuerzos para promover la paz cumplen por tanto los criterios y el espíritu de la voluntad de Alfred Nobel”, aseguró el comité.
El premio, argumentó el jurado, trata de animar “a todos aquellos que tratan de lograr la paz, la reconciliación y la justicia en Colombia”. “El comité espera que el premio de la paz le dé (a Santos) la fortaleza para lograr esta demandante tarea” de lograr la paz y que “en los próximos años los colombianos recojan los frutos del proceso de paz y reconciliación en marcha”.
Sólo así, apuntó el comunicado del comité, Colombia “será capaz de afrontar de forma efectiva los grandes retos” que tiene por delante, tales como “la pobreza, la justicia social y los crímenes relacionados con el tráfico de drogas”. El comité destacó también la dificultad de lograr un equilibrio entre la reconciliación nacional y la justicia para las víctimas y subrayó que no hay “respuestas sencillas” a este respecto.
Un acuerdo histórico.
El Gobierno colombiano y la guerrilla consiguieron en agosto lo que parecía inalcanzable, poner fin por la vía negociada a más de medio siglo de conflicto armado, un sueño que fue esquivo para el país durante las últimas décadas.
Fueron 45 meses y cinco días de intensas discusiones de los delegados del Gobierno y las FARC en La Habana para forjar el “Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera en Colombia”, que con sus seis puntos y 297 páginas debía ser la hoja de ruta para un nuevo país. Tras el batacazo en las urnas, el presidente decidió dialogar con los demás partidos y las FARC se comprometieron a seguir usando la palabra y no las armas. Por ahora, el alto el fuego se ha extendido hasta el 31 de octubre y ambas partes mantienen su apuesta por la paz.
En las negociaciones de Cuba se impuso la lógica de querer cerrar lo que Juan Manuel Santos definió como “el sufrimiento, el dolor y la tragedia de la guerra” para “abrir una nueva etapa de nuestra historia”.
Quizá la mejor reflexión sobre el proceso la hizo el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, en su discurso en la capital cubana donde expresó: “Haber logrado un acuerdo con las FARC no significa que haya existido una claudicación mutua. Mis convicciones y valores siguen intactos. Supongo que lo mismo ocurre con los miembros de la guerrilla”.
Por encima de esas diferencias y convicciones, al final pesó más el compromiso y la clara decisión de cortar un ciclo de violencia que dejó más de ocho millones de víctimas de todo tipo, entre muertos, heridos, desaparecidos, desplazados, secuestrados y mutilados, así como pérdidas económicas y ambientales imposibles de cuantificar.
Los diálogos que comenzaron el 19 de noviembre de 2012 transitaron por aguas turbulentas, con crisis, recriminaciones, interrupciones y amenazas de ruptura, pero también con muestras de confianza como las declaraciones de alto el fuego de la guerrilla o la suspensión de bombardeos del Gobierno a sus campamentos.
El camino que recorrió Santos lo intentaron andar otros antecesores suyos, comenzando por el conservador Belisario Betancur (1982-1986), quien a mitad de su mandato inició un proceso de paz con las FARC que tuvo algunos avances pero que al final fracasó, como sucedió entre 1998 y 2002 con el de Andrés Pastrana y con el de otros mandatarios que también lo intentaron.
Pero más allá del acuerdo plasmado en el papel y ahora en el limbo por el rechazo en las urnas, queda por delante una tarea tan titánica o incluso más que la ejecutada hasta ahora: hacer realidad los acuerdos –el actual o al que se llegue– no solo para las víctimas que fueron el centro de la negociación, o para los campesinos pobres que esperan el desarrollo rural, sino también para medio país que sigue siendo escéptico sobre esta solución.
Pese a que otros grupos armados ilegales siguen vivos en el país, el silencio de los fusiles de las FARC es el comienzo de un propósito de dejar atrás la violencia que ha castigado a los colombianos los últimos 52 años.
Otros candidatos que estaban en las quinielas
La lista de aspirantes incluía al papa Francisco, al médico congoleño Denis Mukwege, al exanalista de la CIA Edward Snowden, a la joven yazidí Nadia Murad, secuestrada por el Estado Islámico en Irak, el acuerdo contra el cambio climático alcanzado en París y el activista indio Jockin Arputham.
Entre los aspirantes rusos destacaban Svetlana Gánushkina, de la organización Memorial, y el periódico Nóvaya Gazeta, por delante de otros como Serguéi Kovaliov, Lilia Shibanova, Ludmila Alexeeva, la ONG Ágora o la abogada chechena Lidia Yusúpova.
Como la uigur Rebiya Kadeer, el Centro de Derechos Humanos de Baréin o el obispo mexicano José Raúl Vera López -favorito en pasadas ediciones-, Yusúpova ha ganado el premio de derechos humanos de la fundación noruega Rafto, que este año ha ido a la iraquí Yanar Mohammed por su lucha por las mujeres y las minorías. Ganadores del Rafto como la birmana Aung San Suu Kyi, el coreano Kim Dae-Jung, el expresidente de Timor Oriental José Ramos Horta, y la abogada iraní Shirin Ebadi fueron premiados después con el Nobel.
El papel en la crisis de los refugiados en Europa podría premiar también a la canciller alemana, Angela Merkel; o al sacerdote católico Abba Mussie Zerai, fundador y presidente de la Agenzia Habeshia, que lucha por los emigrantes que llegan en botes a Italia.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), las ONG Irak Body Count y Transparencia Internacional, los activistas saudíes Abu al Khair y Raif Badawi, el teórico estadounidense de la no violencia Gene Sharp y la Campaña internacional para la abolición de las armas nucleares sonaban también en la larga lista de supuestos aspirantes.
El Nobel de la Paz, el único que no se otorga ni entrega en Estocolmo, sino en Oslo, por deseo expreso de Alfred Nobel. El galardonado recibirá un diploma, una medalla de oro y un premio económico, que este año es de 8 millones de coronas suecas (832.000 euros).
El dato
Este año ha habido la cifra récord de 376 nominaciones al premio, 228 personas y 148 organizaciones
Solo si quienes nominan lo hacen público se puede conocer la identidad de los candidatos, ya que el Comité Nobel noruego no confirma nombres hasta pasados cincuenta años y sólo hace público el número total de aspirantes, que este año ha alcanzado la cifra récord de 376, 228 personas y 148 organizaciones.
Otros que han sonado con mucha fuerza son los “cascos blancos” de Siria, una organización de ciudadanos sirios que ayudan a rescatar víctimas que han quedados atrapadas en edificios derruidos tras los bombardeos salvando numerosas vidas. “Muestran que la ayuda no siempre viene de fuera, y que aquellos que realmente marcan la diferencia son a menudo los lugareños”, dijo el especialista noruego Kristian Harpviken, director del Insituto de Investigación de la Paz en Oslo a la agencia DPA. También los habitantes de varias islas griegas que han ayudado a miles de refugiados y el acuerdo atómico iraní están nominados.
El Cuarteto para el Diálogo Nacional en Túnez fue el ganador del premio el año pasado por su labor en la construcción de una “democracia plural” en este país africano, según el fallo. Lee aquí la lista completa de ganadores del Nobel de la Paz.
El Nobel Alternativo
La fundación Right Livelihood Award otorgó el 22 de septiembre el denominado “Nobel Alternativo” de este año a los “cascos blancos” sirios, la activista rusa Svetlana Gannushkina, la feminista egipcia Mozn Hassan y el diario opositor turco Cumhuriyet .
El Premio Nobel de la Paz 2016 ha recaído en el presidente Juan Manuel Santos, el presidente de Colombia. El galardón ha premiado el esfuerzo del mandatario para alcanzar la paz en el país latinoamericano con su acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El jurado ha decidido otorgarle el galardón pese a que la ciudadanía no respaldó su acuerdo en el referéndum que se celebró el domingo pasado.
Se había hablado de un premio conjunto para el presidente y Rodrigo Londoño, alias Timochenko. Eran los grandes favoritos en pronósticos y casas de apuestas hasta hace unos días, pero el triunfo del no a los acuerdos de paz en el plebiscito hizo que sus opciones se redujeran y al final ha habido sorpresa.
El premio, según ese fallo, es un claro apoyo a la decisión de Santos de invitar a todas las partes a participar en un amplio diálogo nacional para que el proceso de paz no muera, después de que el pasado domingo ganara el “no” a los acuerdos de paz firmados con las FARC en un referéndum.
“El hecho de que la mayoría de los votantes dijera no al acuerdo de paz no significa necesariamente que el proceso de paz esté muerto. El referéndum no fue un voto por o contra la paz”, insistió el Comité Nobel en su fallo. “Ese resultado ha generado una gran incertidumbre sobre el futuro de Colombia. Hay un riesgo real de que el proceso de paz se paralice y de que estalle de nuevo la guerra civil, lo que hace todavía más importante que todas la partes, encabezadas por el presidente de Santos y el líder de la guerrilla de las FARC, Rodrigo Londoño, mantengan el respeto al alto el fuego”, recalcó el Comité.
Según el jurado, el premio es también “un tributo al pueblo de Colombia que, a pesar de las grandes dificultades y los abusos, no ha perdido la esperanza en una paz justa, a todas las partes que han contribuido al proceso de paz” y a todas las víctimas de una guerra que se ha cobrado la vida de al menos 220.000 colombianos y ha obligado a abandonar sus casas a más de seis millones de personas.
Los esfuerzos de Santos, según el Comité, llevaron al acuerdo de paz y, aún sabiendo que era controvertido, el presidente colombiano decidió someterlo al voto de sus compatriotas. El “no” del referéndum sólo significa “no” a un acuerdo específico de paz, recalcó el jurado para mostrar su esperanza de que todas las partes asuman su responsabilidad y actúen de forma constructiva en las próximas conversaciones de paz.
Además, el comité se mostró convencido de que Santos, “pese al ‘no’ mayoritario en el referéndum, “ha acercado de forma significativa hacia una solución pacífica el sangriento conflicto” en su país y que ha sentado las bases para el desarme verificable de las FARC y un “proceso histórico de reconciliación y hermanamiento nacional”. “Sus esfuerzos para promover la paz cumplen por tanto los criterios y el espíritu de la voluntad de Alfred Nobel”, aseguró el comité.
El premio, argumentó el jurado, trata de animar “a todos aquellos que tratan de lograr la paz, la reconciliación y la justicia en Colombia”. “El comité espera que el premio de la paz le dé (a Santos) la fortaleza para lograr esta demandante tarea” de lograr la paz y que “en los próximos años los colombianos recojan los frutos del proceso de paz y reconciliación en marcha”.
Sólo así, apuntó el comunicado del comité, Colombia “será capaz de afrontar de forma efectiva los grandes retos” que tiene por delante, tales como “la pobreza, la justicia social y los crímenes relacionados con el tráfico de drogas”. El comité destacó también la dificultad de lograr un equilibrio entre la reconciliación nacional y la justicia para las víctimas y subrayó que no hay “respuestas sencillas” a este respecto.
Un acuerdo histórico.
El Gobierno colombiano y la guerrilla consiguieron en agosto lo que parecía inalcanzable, poner fin por la vía negociada a más de medio siglo de conflicto armado, un sueño que fue esquivo para el país durante las últimas décadas.
Fueron 45 meses y cinco días de intensas discusiones de los delegados del Gobierno y las FARC en La Habana para forjar el “Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera en Colombia”, que con sus seis puntos y 297 páginas debía ser la hoja de ruta para un nuevo país. Tras el batacazo en las urnas, el presidente decidió dialogar con los demás partidos y las FARC se comprometieron a seguir usando la palabra y no las armas. Por ahora, el alto el fuego se ha extendido hasta el 31 de octubre y ambas partes mantienen su apuesta por la paz.
En las negociaciones de Cuba se impuso la lógica de querer cerrar lo que Juan Manuel Santos definió como “el sufrimiento, el dolor y la tragedia de la guerra” para “abrir una nueva etapa de nuestra historia”.
Quizá la mejor reflexión sobre el proceso la hizo el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, en su discurso en la capital cubana donde expresó: “Haber logrado un acuerdo con las FARC no significa que haya existido una claudicación mutua. Mis convicciones y valores siguen intactos. Supongo que lo mismo ocurre con los miembros de la guerrilla”.
Por encima de esas diferencias y convicciones, al final pesó más el compromiso y la clara decisión de cortar un ciclo de violencia que dejó más de ocho millones de víctimas de todo tipo, entre muertos, heridos, desaparecidos, desplazados, secuestrados y mutilados, así como pérdidas económicas y ambientales imposibles de cuantificar.
Los diálogos que comenzaron el 19 de noviembre de 2012 transitaron por aguas turbulentas, con crisis, recriminaciones, interrupciones y amenazas de ruptura, pero también con muestras de confianza como las declaraciones de alto el fuego de la guerrilla o la suspensión de bombardeos del Gobierno a sus campamentos.
El camino que recorrió Santos lo intentaron andar otros antecesores suyos, comenzando por el conservador Belisario Betancur (1982-1986), quien a mitad de su mandato inició un proceso de paz con las FARC que tuvo algunos avances pero que al final fracasó, como sucedió entre 1998 y 2002 con el de Andrés Pastrana y con el de otros mandatarios que también lo intentaron.
Pero más allá del acuerdo plasmado en el papel y ahora en el limbo por el rechazo en las urnas, queda por delante una tarea tan titánica o incluso más que la ejecutada hasta ahora: hacer realidad los acuerdos –el actual o al que se llegue– no solo para las víctimas que fueron el centro de la negociación, o para los campesinos pobres que esperan el desarrollo rural, sino también para medio país que sigue siendo escéptico sobre esta solución.
Pese a que otros grupos armados ilegales siguen vivos en el país, el silencio de los fusiles de las FARC es el comienzo de un propósito de dejar atrás la violencia que ha castigado a los colombianos los últimos 52 años.
Otros candidatos que estaban en las quinielas
La lista de aspirantes incluía al papa Francisco, al médico congoleño Denis Mukwege, al exanalista de la CIA Edward Snowden, a la joven yazidí Nadia Murad, secuestrada por el Estado Islámico en Irak, el acuerdo contra el cambio climático alcanzado en París y el activista indio Jockin Arputham.
Entre los aspirantes rusos destacaban Svetlana Gánushkina, de la organización Memorial, y el periódico Nóvaya Gazeta, por delante de otros como Serguéi Kovaliov, Lilia Shibanova, Ludmila Alexeeva, la ONG Ágora o la abogada chechena Lidia Yusúpova.
Como la uigur Rebiya Kadeer, el Centro de Derechos Humanos de Baréin o el obispo mexicano José Raúl Vera López -favorito en pasadas ediciones-, Yusúpova ha ganado el premio de derechos humanos de la fundación noruega Rafto, que este año ha ido a la iraquí Yanar Mohammed por su lucha por las mujeres y las minorías. Ganadores del Rafto como la birmana Aung San Suu Kyi, el coreano Kim Dae-Jung, el expresidente de Timor Oriental José Ramos Horta, y la abogada iraní Shirin Ebadi fueron premiados después con el Nobel.
El papel en la crisis de los refugiados en Europa podría premiar también a la canciller alemana, Angela Merkel; o al sacerdote católico Abba Mussie Zerai, fundador y presidente de la Agenzia Habeshia, que lucha por los emigrantes que llegan en botes a Italia.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), las ONG Irak Body Count y Transparencia Internacional, los activistas saudíes Abu al Khair y Raif Badawi, el teórico estadounidense de la no violencia Gene Sharp y la Campaña internacional para la abolición de las armas nucleares sonaban también en la larga lista de supuestos aspirantes.
El Nobel de la Paz, el único que no se otorga ni entrega en Estocolmo, sino en Oslo, por deseo expreso de Alfred Nobel. El galardonado recibirá un diploma, una medalla de oro y un premio económico, que este año es de 8 millones de coronas suecas (832.000 euros).
El dato
Este año ha habido la cifra récord de 376 nominaciones al premio, 228 personas y 148 organizaciones
Solo si quienes nominan lo hacen público se puede conocer la identidad de los candidatos, ya que el Comité Nobel noruego no confirma nombres hasta pasados cincuenta años y sólo hace público el número total de aspirantes, que este año ha alcanzado la cifra récord de 376, 228 personas y 148 organizaciones.
Otros que han sonado con mucha fuerza son los “cascos blancos” de Siria, una organización de ciudadanos sirios que ayudan a rescatar víctimas que han quedados atrapadas en edificios derruidos tras los bombardeos salvando numerosas vidas. “Muestran que la ayuda no siempre viene de fuera, y que aquellos que realmente marcan la diferencia son a menudo los lugareños”, dijo el especialista noruego Kristian Harpviken, director del Insituto de Investigación de la Paz en Oslo a la agencia DPA. También los habitantes de varias islas griegas que han ayudado a miles de refugiados y el acuerdo atómico iraní están nominados.
El Cuarteto para el Diálogo Nacional en Túnez fue el ganador del premio el año pasado por su labor en la construcción de una “democracia plural” en este país africano, según el fallo. Lee aquí la lista completa de ganadores del Nobel de la Paz.
El Nobel Alternativo
La fundación Right Livelihood Award otorgó el 22 de septiembre el denominado “Nobel Alternativo” de este año a los “cascos blancos” sirios, la activista rusa Svetlana Gannushkina, la feminista egipcia Mozn Hassan y el diario opositor turco Cumhuriyet .
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