La historia

ALMUDENA GRANDES

La Historia

Los viejos luchadores llevan mucho tiempo advirtiéndolo: los derechos que no se defienden, se pierden. Los sindicalistas veteranos, los militantes históricos, hombres y mujeres que saben de lo que hablan, porque vivieron bajo una bota que pisoteó los derechos civiles, los derechos laborales, los derechos políticos que hoy disfrutamos sólo porque ellos tuvieron el empeño y el coraje de conquistarlos uno por uno, llevan mucho tiempo recordando que nadie regala nada. Nunca. Pero... ¿Quién les va a hacer caso, si no han querido enterarse todavía de que la Historia se ha acabado, de que las ideologías han muerto, de que en la era del desarrollo tecnológico todos vamos a trabajar desde casa, en pijama y a ratos perdidos?

Primero fue el referéndum de Suiza, manos oscuras y amarillas tratando de robar pasaportes rojos con una cruz blanca en los carteles del partido promotor de la consulta, una imagen nauseabunda y estilizadísima, en la más pura estética fascista de 1930. Luego, tras la toma de posesión del alcalde de Roma, brazos estirados, palmas alzadas sin complejos, llegaron la solución final de Berlusconi para la cuestión gitana y la directriz europea sobre inmigración. Nadie regala nada. Nunca. A nadie. Por eso, la indolente pasividad de los europeos satisfechos de sí mismos ha incentivado la imaginación de los explotadores, y ahora tenemos por delante la semana laboral de 60 horas. A lo peor, de 65.

Recuerdo I Compagni, la amarga y emocionante película de Monicelli, donde, a finales del XIX, los obreros de una fábrica de Turín emprendían una huelga larga y extenuante para exigir la jornada de 13 horas. Puede que, dentro de poco, sus bisnietos estén trabajando 12 por no haber encontrado nunca motivos para protestar por nada. Y menos mal que la Historia se ha acabado. De lo contrario, no sé qué sería de nosotros.


Espero que os interese.

Besos
Mª Dolores

Gracias Lolo, es muy interesante y muy cierto lo que escribe Almudena Grandes.

Me gustaría que diría con referente a Latinoamérica, cuyas condiciones de vida son aun más graves. Parafraseándola diría que por acá, hay lugares donde la historia no se ha acabado, pórque nunca pasó por allí.

Ety

La verdad es que me aterra la idea de que los trabajadores de las fábricas puedan perder aquellos derechos que tanto costó conseguir, no comprendo (tal vez sea un fallo mío) que sean precisamente los llamados "países desarrollados" (según la terminología que se empleaba antes) los que quieran que se trabajen muchísimas más horas, cuando hace tan solo tres o cuatro años se planteaba, en Francia, la idea de reducir las jornadas de los trabajadores.

Tal vez, alguien de este foro me sepa explicar porque en el siglo XX los trabajadores tenían más derechos que en el siglo XXI.

Un abrazo
Mª Dolores

Lolo, yo podría darte una respuesta más personal y bastante decepcionaste. Estamos viviendo en una era de vacíos, donde se han perdido muchos valores, y la gente "normal" (porque nosotros no lo somos) se ha centrado más en su propio narcisismo y en la adquisición de logros personales. Para conseguir esto, es indispensable olvidar la consideración y el respeto al otro, y utilizar al prójimo como una prolongación del sí mismo, apto para satisfacer necesidades que sólo van a beneficiar a una sola persona. Asimismo los "nuevos" valores en esta época vuelven a ser aquéllos relacionados con el culto al dinero y a la acumulación de riqueza y lujo. Los valores espirituales, pero no hablo de los religiosos, sino de los que tienen que ver con la solidaridad, el apoyo y la igualdad de oportunidades, ya no están vigentes.

En mi opinión, aunque puedo estar equivocada, esto es una de las consecuencias de la manera en que el poder corrompió a los gobiernos supuestamente socialistas, que originalmente se planteaban un mundo más igualitario. Los ciudadanos del mundo nos hemos sentido defraudados y perdimos el rumbo. Pero siempre existen los que a partir de su ambición desmesurada, van a encontrar la manera de satisfacerse a sí mismos, aunque esto implique la explotación del otro. Y esto lo vemos magnificado en distintas formas de gobierno, pero también, en forma individual, en la manera de pensar de mucha gente que hoy por hoy ha decidido abandonar causas comunes para defenderse a sí mismo. Me pregunto si tienen razón.

De esta manera estamos volviendo a un capitalismo salvaje y furibundo, donde uno se tiene que comer al otro para conseguir lo que quiere.

Ety