De nuevo el Día de la Mujer
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De nuevo el Día de la Mujer
De nuevo se ha “celebrado” el “Día de la mujer”. Lo de “celebrado” lo pongo entre comillas, pues no creo que la existencia de este día sea motivo de celebración alguna, sino más bien un síntoma inequívoco de que nuestro camino hacia la equiparación de derechos (y deberes, no lo olvidemos) aún no ha concluido.
Personalmente nunca he percibido que el hecho de ser mujer me diferenciara en lo esencial con respecto al hombre. Cuando era muy pequeñita, allá en las aulas del parvulario, recuerdo que estudiábamos juntos niños y niñas. Nunca observé que el hecho de haber nacido niño o niña influyera en absoluto a la hora de aprender las primeras lecciones escolares. Había quien poseía mayor facilidad y quien tenía que esforzarse un poco más, lo mismo entre los unos que entre las otras. Luego sí, a la hora del recreo, los chicos eran más brutos. Se subían a los árboles o eran capaces de arrearle una pedrada a un pobre gato para espantarlo, pero como interiormente nunca sentí necesidad alguna de trepar por las ramas ni de atizarle una patada a un perro, tampoco vislumbré ventajas en el hecho de haber nacido varoncito. Yo jugaba con muñecas porque me gustaba jugar con muñecas y vestirlas y acicalarlas. Tuve algunos juguetes que podrían haberse considerado “masculinos”, como unas piezas de madera para montar construcciones y he de reconocer, eso sí, que los Reyes Magos “se negaron” a traerme un tren eléctrico, algo que nunca llegué a comprender.
Pasada la infancia, puedo asegurar que jamás nadie me exigió menos que a un hombre, lo mismo a la hora de conseguir un título académico que a la hora de trabajar, ni tampoco me he sentido jamás menos cargada de responsabilidades por el hecho de ser mujer. He tenido la suerte de no haberme visto en esa situación que tantas veces se pone sobre el tapete: igual trabajo, menos sueldo.
Me considero, por encima de todo, una persona, una ciudadana dentro de un Estado de Derecho y considero que la mujer debe alcanzar determinados estamentos no por las traídas y llevadas “cuotas”, sino por reconocimiento a su propia valía como profesional.
A estas alturas creo que nosotras no tenemos nada que demostrar. Sabemos de sobra que para descargar camiones o mover un piano de cola estamos menos dotadas físicamente que nuestros congéneres masculinos, de la misma forma en que ellos nunca podrán amamantar a una criatura ni traerla al mundo luego de un embarazo de nueve meses. ¿Y qué? Son diferencias totalmente puntuales. Tal vez esos rasgos distintivos entre ambos sexos fueran esenciales en el pasado, cuando la musculatura era esencial para el trabajo, pero actualmente, por fortuna, son otros factores los que se solicitan a la hora de firmar un contrato laboral, salvo en lo de mover un piano.
Somos diferentes, lo cual nos convierte también en complementarios. Hombres y mujeres nos necesitamos por igual y en mi opinión esa labor “codo a codo” resultará mucho más fructífera para todos si la realizamos desde el reconocimiento mutuo y la equiparación de derechos (y deberes).
Damablanca.
Personalmente nunca he percibido que el hecho de ser mujer me diferenciara en lo esencial con respecto al hombre. Cuando era muy pequeñita, allá en las aulas del parvulario, recuerdo que estudiábamos juntos niños y niñas. Nunca observé que el hecho de haber nacido niño o niña influyera en absoluto a la hora de aprender las primeras lecciones escolares. Había quien poseía mayor facilidad y quien tenía que esforzarse un poco más, lo mismo entre los unos que entre las otras. Luego sí, a la hora del recreo, los chicos eran más brutos. Se subían a los árboles o eran capaces de arrearle una pedrada a un pobre gato para espantarlo, pero como interiormente nunca sentí necesidad alguna de trepar por las ramas ni de atizarle una patada a un perro, tampoco vislumbré ventajas en el hecho de haber nacido varoncito. Yo jugaba con muñecas porque me gustaba jugar con muñecas y vestirlas y acicalarlas. Tuve algunos juguetes que podrían haberse considerado “masculinos”, como unas piezas de madera para montar construcciones y he de reconocer, eso sí, que los Reyes Magos “se negaron” a traerme un tren eléctrico, algo que nunca llegué a comprender.
Pasada la infancia, puedo asegurar que jamás nadie me exigió menos que a un hombre, lo mismo a la hora de conseguir un título académico que a la hora de trabajar, ni tampoco me he sentido jamás menos cargada de responsabilidades por el hecho de ser mujer. He tenido la suerte de no haberme visto en esa situación que tantas veces se pone sobre el tapete: igual trabajo, menos sueldo.
Me considero, por encima de todo, una persona, una ciudadana dentro de un Estado de Derecho y considero que la mujer debe alcanzar determinados estamentos no por las traídas y llevadas “cuotas”, sino por reconocimiento a su propia valía como profesional.
A estas alturas creo que nosotras no tenemos nada que demostrar. Sabemos de sobra que para descargar camiones o mover un piano de cola estamos menos dotadas físicamente que nuestros congéneres masculinos, de la misma forma en que ellos nunca podrán amamantar a una criatura ni traerla al mundo luego de un embarazo de nueve meses. ¿Y qué? Son diferencias totalmente puntuales. Tal vez esos rasgos distintivos entre ambos sexos fueran esenciales en el pasado, cuando la musculatura era esencial para el trabajo, pero actualmente, por fortuna, son otros factores los que se solicitan a la hora de firmar un contrato laboral, salvo en lo de mover un piano.
Somos diferentes, lo cual nos convierte también en complementarios. Hombres y mujeres nos necesitamos por igual y en mi opinión esa labor “codo a codo” resultará mucho más fructífera para todos si la realizamos desde el reconocimiento mutuo y la equiparación de derechos (y deberes).
Damablanca.
Damablanca- Cantidad de envíos : 5190
Localización : España
Fecha de inscripción : 18/02/2008
Re: De nuevo el Día de la Mujer
¿Existe la literatura femenina?
2012 marzo 8
por César Coca
Hoy es 8 de Marzo y parece el día más adecuado para recuperar un debate que reaparece cíclicamente en el mundillo académico, crítico y periodístico: ¿existe la literatura femenina? Me parece que la pregunta requiere de una aclaración previa sobre lo que es eso de literatura femenina.
Porque podríamos hablar sin temor a error de literatura feminista: es la que, en el terreno de la ficción o el de la no-ficción, trata acerca de los grandes problemas de las mujeres, en especial de los surgidos en el terreno de la desigualdad de derechos. Y lo hace además de una forma militante, en defensa clara y combativa de esa igualdad de derechos. Sin embargo, no me parece que sea lo mismo literatura feminista que femenina. La literatura feminista puede interesar lo mismo a hombres que a mujeres, sobre todo si es buena, como sucede con la totalidad de la literatura.
Si entendemos por literatura femenina a un subgénero de novelas de amor o quizá mejor de novelas rosa, estaríamos ante un fenómeno que no está tan lejos de resultar emparentado con lo que también podríamos denominar literatura masculina: ciertas novelas del Oeste, por ejemplo, o literatura de aventuras bélicas. En cualquier caso, el problema mayor no es el de la denominación sino el de que se trata, en la gran mayoría de los casos, de literatura de muy baja calidad. Libros de consumo que en general ni siquiera tienen una buena factura técnica.
¿Qué es entonces la literatura femenina propiamente dicha? ¿Existe? Tengo dudas. Hay quien sugiere -en tono de cierta maldad, lo advierto- que las obras de algunos autores como Javier Marías interesan especialmente a las mujeres. ¿Es eso literatura femenina? Por supuesto que no. También hay quien señala que las mujeres tienen más fácil el dibujo de los personajes femeninos, y que ahí puede estar la diferencia. Y siempre se citan las novelas de las hermanas Brönte o las de Jane Austen para reforzar esa hipótesis. Pero tengo más dudas: las tres mujeres más atractivas e inolvidables, al menos para mí, de la literatura del siglo XIX, el gran siglo de la novela, están creadas por hombres. Son las protagonistas de La Regenta, Ana Karenina y Madame Bovary.
Incluso hoy día hay magníficos personajes femeninos que han salido de la cabeza de hombres, como hay magníficos personajes masculinos creados por mujeres. Voy a plantearles una pregunta: ¿es El lector de Julio Verne, la novela de Almudena Grandes de la que hemos hablade esta misma semana, diferente de otras tantas novelas escritas por hombres y ambientadas en la misma época? Diferente por supuesto en el sentido de que se note que su autora es una mujer por alguno de esos factores que se atribuyen a la literatura femenina. Sinceramente, creo que no.
Dicho de otra manera. Me parece que hablar de literatura femenina es un error. Como en tantos otros campos, deberíamos hablar de literatura buena y mala. Sin que importe para nada el sexo de quien ha escrito el libro.
2012 marzo 8
por César Coca
Hoy es 8 de Marzo y parece el día más adecuado para recuperar un debate que reaparece cíclicamente en el mundillo académico, crítico y periodístico: ¿existe la literatura femenina? Me parece que la pregunta requiere de una aclaración previa sobre lo que es eso de literatura femenina.
Porque podríamos hablar sin temor a error de literatura feminista: es la que, en el terreno de la ficción o el de la no-ficción, trata acerca de los grandes problemas de las mujeres, en especial de los surgidos en el terreno de la desigualdad de derechos. Y lo hace además de una forma militante, en defensa clara y combativa de esa igualdad de derechos. Sin embargo, no me parece que sea lo mismo literatura feminista que femenina. La literatura feminista puede interesar lo mismo a hombres que a mujeres, sobre todo si es buena, como sucede con la totalidad de la literatura.
Si entendemos por literatura femenina a un subgénero de novelas de amor o quizá mejor de novelas rosa, estaríamos ante un fenómeno que no está tan lejos de resultar emparentado con lo que también podríamos denominar literatura masculina: ciertas novelas del Oeste, por ejemplo, o literatura de aventuras bélicas. En cualquier caso, el problema mayor no es el de la denominación sino el de que se trata, en la gran mayoría de los casos, de literatura de muy baja calidad. Libros de consumo que en general ni siquiera tienen una buena factura técnica.
¿Qué es entonces la literatura femenina propiamente dicha? ¿Existe? Tengo dudas. Hay quien sugiere -en tono de cierta maldad, lo advierto- que las obras de algunos autores como Javier Marías interesan especialmente a las mujeres. ¿Es eso literatura femenina? Por supuesto que no. También hay quien señala que las mujeres tienen más fácil el dibujo de los personajes femeninos, y que ahí puede estar la diferencia. Y siempre se citan las novelas de las hermanas Brönte o las de Jane Austen para reforzar esa hipótesis. Pero tengo más dudas: las tres mujeres más atractivas e inolvidables, al menos para mí, de la literatura del siglo XIX, el gran siglo de la novela, están creadas por hombres. Son las protagonistas de La Regenta, Ana Karenina y Madame Bovary.
Incluso hoy día hay magníficos personajes femeninos que han salido de la cabeza de hombres, como hay magníficos personajes masculinos creados por mujeres. Voy a plantearles una pregunta: ¿es El lector de Julio Verne, la novela de Almudena Grandes de la que hemos hablade esta misma semana, diferente de otras tantas novelas escritas por hombres y ambientadas en la misma época? Diferente por supuesto en el sentido de que se note que su autora es una mujer por alguno de esos factores que se atribuyen a la literatura femenina. Sinceramente, creo que no.
Dicho de otra manera. Me parece que hablar de literatura femenina es un error. Como en tantos otros campos, deberíamos hablar de literatura buena y mala. Sin que importe para nada el sexo de quien ha escrito el libro.
Ety- Cantidad de envíos : 5484
Localización : México, D.F.
Fecha de inscripción : 18/02/2008
Re: De nuevo el Día de la Mujer
Pues honradamente, creo que la literatura no tiene sexo, es buena o mala. Sí es cierto que las novelas escritas por hombres o mujeres tienden a poseer ciertos rasgos que las identifica, pero nada más.
Bss
Damablanca.
Bss
Damablanca.
Damablanca- Cantidad de envíos : 5190
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Fecha de inscripción : 18/02/2008
Re: De nuevo el Día de la Mujer
Si Dama, pero a mi entender se nota bastante si el que escribe es hombre o mujer. Como en otras facetas artisticas.
No es norma, pero es frecuente que se plasme la especial sensibilidad femenina, lo mismo que otros rasgos masculinos en el caso de los autores.
Petons.
Joan
No es norma, pero es frecuente que se plasme la especial sensibilidad femenina, lo mismo que otros rasgos masculinos en el caso de los autores.
Petons.
Joan
Re: De nuevo el Día de la Mujer
Sí, Joan, si en eso estamos de acuerdo. Es más, te diría que aquí, en internet, sea cual sea el nick, se nota rápidamente si el que escribe es hombre o mujer. A lo que yo me refiero es que a la literatura, la escriba quien la escriba, no se la debe etiquetar como "femenina" o "masculina", sino com buena o mala, sin más.
Petons,
Damablanca.
Petons,
Damablanca.
Damablanca- Cantidad de envíos : 5190
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