Valery Hemingway

Me he encontrado con esta mujer, Valery Hemingway que fue secretaria de Ernest Hemingway y posteriormente esposa de su hijo Gregory. Ahora ella relata en un libro autobiográfico sus vivencias, algunas muy amargas al lado de esta familia talentosa y fascinante pero también muy ligada a la tragedia:

De secretaria del escritor a esposa de su hijo. Valery Danby-Smith conoció de cerca el amor de Don Ernesto por la literatura y la fiesta, pero también los secretos más íntimos de la familia

Su vida reúne todos los ingredientes de una gran novela que bien pudiera haber firmado el escritor que cambió su destino, Ernest Hemingway. Aventuras, locuras, amor y tragedia componen la biografía de esta mujer risueña y de voz serena que ayer recordaba su historia en uno de los lugares en los que empezó todo, en la finca malagueña de La Cónsula. «Yo he sido parte de la familia Hemingway: si hablo de ellos, hablo de mí misma», reconoce Valery Hemingway.
Como secretaria personal del autor de 'El viejo y el mar', Valery vivió dos años de intenso trabajo, pero también de fiesta y diversión, en un periodo en el que ya se fraguaba la tragedia del escritor. Tras su suicidio, comenzó para ella una nueva historia con los Hemingway. En el funeral conoció al que luego sería su esposo, Gregory Hemingway, el hijo menor del escritor. No fue un matrimonio fácil: su marido durante más de dos décadas llevaba una doble vida, oculta incluso para sus más íntimos.
Sus recuerdos, plasmados en su libro 'Correr con los toros', se remontan 50 años atrás. Una entrevista en el hotel Suecia de Madrid en un día de mayo de 1959 le cambió la vida. Valery Danby-Smith tenía 19 años, era su cuarto trabajo como periodista para una agencia de noticias belga y frente a ella estaba sentado un Premio Nobel de Literatura: Don Ernesto, como quería que le llamaran. Confiesa que apenas sabía nada de su vida... y erró en la primera pregunta. «¿Por qué regresa ahora por primera vez a España tras la Guerra Civil? Aquí nada ha cambiado». Sorprendido, el literato le informó de que era su tercera visita al país desde el fin del conflicto y empezó a interrogarle sobre su vida. Ahora, la entrevistada era ella.
En La Cónsula
De esa conversación le surgió un viaje a Pamplona con «Hemingway y su cuadrilla» para vivir los Sanfermines y, poco después, una oferta de trabajo: el escritor la quería como secretaria personal durante su estancia en España, donde preparaba 'Un verano peligroso'. No se lo pensó -«cuando eres joven, simplemente actúas»- y viajó junto a él y su mujer Mary Welsh hasta Málaga, a la finca de La Cónsula, propiedad del matrimonio Davis, donde se alojaba la pareja. «Era un lugar en el que se sentía seguro. Cuando estaba en la calle, siempre le estaban pidiendo autógrafos y fotos, pero en La Cónsula los jardines eran muy bonitos y él podía relajarse, bañarse... Allí disfrutaba de la vida, comía y bebía».
Y allí celebró Hemingway su 60 cumpleaños con una fiesta de postín: invitados de todo el mundo, baile, música, fuegos artificiales «que quemaron una palmera» y una galería de tiros «con retratos burdos de personas a las que Hemingway odiaba». El escritor se entretenía disparando a las cenizas del cigarro que Antonio Ordóñez tenía en la boca, «desmintiendo el mito de que era un borrachín». «Fue una locura», rememora Valery.
Terminado el verano, Hemingway volvió a hacerle una oferta que no podía rechazar: le pidió que le acompañara a su casa Finca Vigía, en Cuba. Valery se convirtió así en su mano derecha y mecanografiaba sus manuscritos, que luego serían famosos libros.
Parecía que todo se había acabado un 2 de julio de 1961 cuando Hemingway decidió quitarse la vida. Pero no. Comenzó entonces la segunda parte de su historia: se casó con Gregory Hemingway, del que jamás había oído hablar hasta el día del funeral del famoso escritor. «Padre e hijo habían roto las relaciones», cuenta Valery. «Gregory era un hombre brillante, con encanto, un gran médico y deportista. Siempre decía que tenía un defecto... pero era un defecto trágico». Gregory llevó una doble vida que «ocultó por completo a la familia, a sus colegas de profesión y a sus amigos». Nadie lo sospechaba, salvo ella. «Nunca vi nada, pero lo intuía y sabía que se ponía mi ropa», recuerda.
Gregory vivía una gran mentira, en un cuerpo que no sentía suyo, lo que le condujo a una severa depresión. Tras 21 años de casados y cuatro hijos, Gregory le comunicó a su esposa que quería cambiarse de sexo. El matrimonio se rompió y la última noticia que Valery tuvo de su ex marido fue que había fallecido de un infarto en una cárcel de mujeres tras ser detenido por 'conducta indecente'. Pese a todo, ella habla con cariño de los «muchos ratos estupendos que pasaron juntos» y de sus viajes por medio mundo. Como ella mismo declara, «es la historia más triste que jamás he oído».

Que signo el de los Hemingway....