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MUERTE DE UN MILICIANO. (ROBERT CAPA).

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Mensaje  Negrita linda. Jue Sep 09, 2010 11:48 pm


EL MILICIANO MUERTO.

MUERTE DE UN MILICIANO.  (ROBERT CAPA). Lmdum

El lunes por la mañana, una muy querida amiga mia, que vive en Zaragoza, colgó en la red algunas fotografías que hizo durante su programa de voluntariado medioambiental.
A mi me encanta España, y al estar mirando sus fotos, esta fotografía que les muestro arriba, me llamo la atención.
Corresponde a un paisaje de Jaca, en Huesca, pero me trajo a la memoria (quizás por la ladera que aparece en primer plano) a otra fotografía, una que se hizo hace muchos años, en Córdoba, y a la que se le conoce como “El miliciano muerto”.
Aqui les pongo esa fotografia, un poco sobre la vida del autor, y una descripcion.
Casualmente el pasado domingo 5 de Septiembre "La muerte de un miliciano" cumplio un aniversario mas de haber sido captada por la lente de Robert Capa.

MUERTE DE UN MILICIANO.  (ROBERT CAPA). Lamuertedeunmiliciano

Estamos ante una fotografía que ha roto las barreras temporales para situarse en cualquier presente como una imagen válida para transmitir el concepto de la muerte y la tragedia en la guerra. Al ser una imagen movida y de acción ofrece un alto grado de narratividad donde el momento simbólico de la muerte aparece en primer término. Estas características la convierten en una fotografía casi cinematográfica.

El autor fue el hungaro Robert Capa. (Renö Friedmann), el 5 de Septiembre de 1936, y publicandose por primera vez, el 23 de Septiembre de ese mismo año, por la revista francesa “Vu”, a media pagina.
La fotografía es en blanco y negro, de 38.8 por 48.8 centímetros
Esta imagen ha sido calificada por los historiadores de la fotografía y por los propios fotoperiodistas como la instantánea bélica más impresionante y directa de todos los tiempos. La imagen del “miliciano muerto” (también nombrada como el “republicano abatido”, “el miliciano que cae”, etc); ha, y sigue, suscitando más incógnitas que certidumbres. La fotografía fue tomada, parece comprobado, en los alrededores de un pueblo cordobés llamado Cerro Muriano y publicada por primera vez en la revista francesa Vu, el 23 de septiembre de 1936. Aparece en la misma página sobre otra fotografía de un segundo miliciano que cae con el mismo encuadre y a la misma hora. El pie de la doble página rezaba: “La Guerra Civil española: cómo son abatidos, cómo han huido”.
Enrö Friedmann nace en 1913 en Budapest, Hungría donde sus padres regentaban un elegante salón de costura. Comenzó su andadura en una revista socialista, donde publicaban sus fotografías Jacob Riis y Lewis W. Reine, con un alto contenido social que influyó sobre el joven Capa.
El inquieto Bob, participó activamente en las manifestaciones y protestas (1931) en contra el régimen húngaro, motivo por el cual fue exiliado de su país natal, Hungría. En 1931 viaja a Alemania, para instalarse en Berlín y estudiar periodismo en la “Deutsche Hochschute für Politik”. En esta época la depresión económica afectó a la familia Friedmann, de manera que Capa tuvo que dejar sus estudios y ponerse a trabajar.
En 1933 se ve obligado a abandonar Berlín a causa de la actuación nazi. Vuelve a exiliarse en otra ciudad de la vieja Europa. En París se apoya en el estilo fotográfico de André Kertész para la toma de sus primeras fotografías de reportaje en la ciudad francesa.
En esta época realiza reportajes muy variados. Por ejemplo, en 1932 cubrió una conferencia del también exilidado Trosky, en Copenhague. Es en la capital francesa donde el joven Capa conoce a Gerta Pohorylle, una fotógrafa que le ayudó en sus inicios parisinos. Por estas fecha y aconsejado por Gerda Taro -la que después se convertiría en compañera de trabajo y pareja-, cambia su nombre por el de Robert Capa, con la intención de crear un personaje ficticio a partir del cual será conocido y podrá ver cómo sus fotografías aumentan de valor.
En 1935 viaja por primera vez a España para realizar varios reportajes. Por ejemplo, el que dedicó a Juan de la Cierva que presentaba el prototipo del autogiro y a Emilio Herrera, uno de los pilotos más famosos de la época en España. En 1936 estalla la Guerra Civil en España y tanto Capa como Taro, creen que la mejor manera de ayudar a la república es a través de sus fotografías. Durante este tiempo Capa y Taro viajaron por la península, Barcelona, Huesca, Zaragoza, Bilbao, Málaga, Almería, Madrid. etc.
Fue sin embargo en Córdoba donde Capa consigue la foto "Muerte de un miliciano", posiblemente la mejor foto de guerra conocida. Esta imagen no está exenta de polémica por lo que podía tener de montaje. Pasado el tiempo, hoy casi nadie duda de la autenticidad de la misma. El republicano muerto tiene nombre e identidad: Federico Borrell García. La fotografía fue tomada el día 5 de septiembre de 1936, en una colina próxima a la población de Cerro Muriano a 12 kilómetros de la capital cordobesa.
A partir de este hito, trabajó asiduamente para diferentes revistas ilustradas como la francesa “Vu”, en sus comienzos, o más adelante en la norteamericana “Life”. Para esta misma publicación, aunque unos años más tarde, realizó trabajos relacionados con diferentes conflictos, por ejemplo, sobre las invasiones de los japoneses en 1938, las luchas de las guerrillas en Palestina y Camboya, etc.
En diciembre de 1938 la prestigiosa revista británica “Picture Post” publicó un reportaje fotográfico de once páginas sobre la Guerra Civil española con las fotos de un joven de veinticinco años, Robert Capa, y le proclamó como "el mejor fotógrafo de guerra del mundo". Más de cuarenta años después de su muerte, nadie ha superado la fuerza extraordinaria y conmovedora de sus reportajes sobre cinco conflictos bélicos.
En 1947 funda junto con Henri Cartier-Bresson, David Seymour y George Rodger la Agencia Magnum. Agencia que presidió Capa hasta su muerte en 1954. Su trabajo ha sido expuesto en lugares de todo el mundo, mostrando el público gran interés por sus fotografías con las que pretendía recoger el sufrimiento de la gente durante la batalla. Muere al pisar una mina antipersonal mientras realizaba un trabajo documental de las maniobras francesas en el delta del río Rojo, en Indochina, el 25 de mayo de 1954.Tenía 40 años.

La imagen de la Muerte de un miliciano pertenece a una secuencia que muestra al hombre en cuestión entre un grupo de soldados saltando un barranco y disparando hacia el otro lado. La revista Vu publicó la fotografía justo encima de otra de un hombre que caía a su vez exactamente en el mismo lugar. Aunque algunos autores han afirmado que las dos fotos retratan al mismo hombre, tras un minucioso análisis, no hay duda de que son dos hombres distintos. En una de las fotografías de la serie aparecen los dos hombres alineados junto a otros camaradas agitando los rifles. El hombre de la famosa fotografía aparece en el extremo izquierdo; el otro es el tercero desde la izquierda. Éste lleva unas cartucheras en unas correas que cruzan su pecho en forma de X, en contraste con las correas verticales paralelas típicas del diseño de Alcoy.
En la serie de las fotos de Capa parece que el fotógrafo corría junto a los soldados cuando éstos iniciaban su ataque al saltar el barranco. Tras tirarse de frente al suelo para disparar un par de veces, los soldados inician su ataque descendiendo una ladera expuesta, en la que por lo menos dos hombres resultaron abatidos al entrar en el radio de las balas enemigas. Es obvio que Capa estaba muy cerca del suelo y que apuntó con la cámara hacia arriba cuando captó la imagen de la Muerte de un miliciano y permaneció en esa posición relativamente segura al menos el tiempo suficiente como para fotografiar la caída de otro hombre.
Las fotos de Capa no buscan la nitidez; juegan con el movimiento, y por tanto con lo borroso en tanto que elemento expresivo; con la intensidad dramática más que con la precisión naturista.
La fotografía “El miliciano muerto” muestra el momento del desplome de un soldado ante el “supuesto” impacto de una bala enemiga. Este instante fugaz queda detenido en el preciso momento en que el miliciano, con los pies sobre el terreno inclinado de una colina –aparentemente un campo de cereal- y sus largas piernas en escorzo, se desprende de su fusil. Los brazos en cruz con la camisa arremangada y las típicas “espardenyes” de huertano. Su cabeza tocada con el gorro isabelino oficial. El protagonista tiene los ojos cerrados y su rostro difuminado ofrece una expresión serena enmarcada sobre un paisaje rural en el que podemos apreciar hasta dos cadenas montañosas
Predominan las líneas oblicuas que convergen sobre el miliciano y dirigen nuestra mirada. Tanto las montañas del fondo como las nubes del cielo y la inclinación de la ladera de la colina se disipan al confluir en el cuerpo del protagonista. Lo mismo ocurre con la sombra del miliciano. Las líneas verticales representadas por la posición del cuerpo del actante en forma de escalón, el fusil aún en contacto con su mano derecha o los tallos de cereal, apuntan hacia el cielo acompañando simbólicamente al miliciano -como si estuviese suspendido de unos hilos transparentes- en el instante previo a su desmoronamiento. Las escasas líneas horizontales ayudan a frenar -también metafóricamente- la irremisible caída del miliciano. La presencia de éstas se evidencia en el brazo extendido, en los cuadriceps de sus piernas y en el cinturón que sujeta las cartucheras. Esta variedad de líneas converge en un punto de fuga situado en la unión virtual de la culata del fusil con la proyección de su sombra.
La alargada sombra que proyecta el miliciano en su caída nos invita a suponer que la luz natural que ilumina homogéneamente la representación llega desde un lugar elevado y llega al protagonista frontalmente, lateralmente desde nuestra posición de espectadores. Podemos aventurar que la iluminación pertenece a las primeras horas de la mañana o últimas de la tarde. Está documentado que la fotografía se pudo realizar alrededor de las cinco de la tarde -una hora más tarde en la actualidad- del cinco de septiembre de 1936. Observamos falta de detalle en las luces motivada por una sobreexposición o saturación de luz.
La falta de nitidez en el rostro del miliciano y en su figura consiguió que la fotografía funcionara como icono del sufrimiento en cualquier guerra. Así, la fotografía se convirtió desde el mismo momento de su primera publicación en la revista ilustrada francesa “Vu” como un símbolo del absurdo de la guerra en el mundo entero. Es una fotografía de fácil lectura y comprensión porque nos remite a una situación universal y reconocida por todos: la tragedia de la guerra. Existen desde pinturas y esculturas hasta libros ilustrados con la figura de este miliciano estereotipado
El campo visual se reduce al miliciano que cae con sus pertrechos y su fusil delante de un fondo informativamente irrelevante. El fuera de campo, por el contrario, es aludido por la postura del protagonista al que “supuestamente” ha alcanzado un proyectil en ese preciso instante. El origen del disparo, normalmente por la espalda, ocuparía un amplio fuera de campo enunciado por el gesto. El miliciano corre a la defensiva hacia algún lugar indeterminado que también situamos proyectivamente fuera del campo visual de la imagen
Este apartado enuncia una de las múltiples virtudes más destacadas de la fotografía de Capa, las implicaciones simbólicas de la fotografía que aglutina con esta instantánea todo el dramatismo del gran cuadro de Goya de los fusilamientos del 3 de mayo de 1808. Por otra parte, y dentro del ámbito pictórico, la postura del miliciano que cae con los brazos extendidos nos remite a las pinturas que tienen como tema la crucifixión de Cristo. Aquí también observamos a un individuo solitario en el preciso instante que es abatido por un enemigo oculto. “Muerte de un miliciano” junto al “Guernica” de Picasso se convirieron en los iconos más simbólicos de la Guerra Civil española.

Hugo Doménech Fabregat



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