Pena de Muerte

Traigo el siguiente artículo escrito por la periodista mexicana Flor Berenguer. Seguramente pocos sabrán de ella, pues no es muy conocida y está más dedicada a un periodismo social y al cultivo de su personalidad. Alguna vez trabajé con ella en un programa de radio y no me impactaron sus participaciones. Quizás los serratianos la recuerden, pues en algunas ocasiones entrevistó a Serrat en un programa de televisión que ella conducia. Por cierto, era característico en ella ir vestida de gala a sus transmisiones.

Sin embargo el artículo hace pensar, por lo menos a mí me puso a reflexionar mucho. Así que lo comparto con ustedes y espero sus opiniones:

PENA DE MUERTE

Cuando estudiaba mi primera carrera profesional, la situación en casa era crítica en lo económico y familiar. Sin entrar en dolorosos detalles que afectarían a terceros, dire que me ví obligada a trabajar para poder estudiar.

Así las cosas, los empleos de medio tiempo para alguien que recién salió de la prepa no crecen en los árboles y con muchos esfuerzos conseguí el peor de ellos pero que al menos me permitía llegar a tiempo a clases.

Éste consistía en dar clases de literatura española a los presos de la penitenciaría para varones de Santa Martha Acatitla, la grande, denominada así porque allí se encuentran aquellos criminales que ya han agotado todas las instancias legales y compurgan allí su sentencia hasta el término.

Por las condiciones excepcionales de la secundaria técnica que opera al amparo de la ley de normas mínimas y remisión parcial de la pena, se me autorizó el empleo sin contar con el título de maestra normalista ya que agradecen al cielo que cualquiera se aparezca a cubrir las vacantes mal pagadas, peligrosas y encima lejanas.

Durante casi 5 años mi rutina diaria iniciaba de madrugada para llegar en 3 ó 4
camiones hasta el fin de Iztapalapa a checar tarjeta antes de las 7 a.m., dar mis clases, colaborar en las entrevistas para preliberación y realizar otras actividades de orden cultural. Salía de allí a medio día con una torta de frijoles y una concha tomadas del rancho carcelario para llegar a CU antes de mi primera clase a las 2 pm.

Esos años departiendo con lo más granado de la criminalidad me autorizan moralmente a reiterar que creo totalmente en la pena de muerte y que considero indispensable revivir el espítiru original del artículo 22 de nuestra constitución que la señala para secuestradores, salteadores de caminos, traidores a la patria y asesinos con alevosía.

Estoy harta de escuchar las explicaciones bizantinas de los defensores de los derechos humanos que sólo se abocan a tutelar los de los criminales sin pensar que son las víctimas las que deberían quedar salvaguardadas de entes que no merecen el calificativo de humanos y menos aún de animales ya que estos matan por hambre o protección, nunca por el placer de hacer daño o generar una ganancia adicional al sustento cotidiano.

En mis años de trato con criminales, violadores, secuestradores, asaltantes, pederastas, narcotraficantes, asesinos a sueldo, rateros y maleantes de toda calaña puedo asegurar que hay en algunas personas un gen maligno que impide toda rehabilitación y que la linea sutil del bien y el mal está totalmente borrada en sus mentes.

Para ellos no hay rehabilitación posible, sólo la destrucción de su malignidad pone a salvo al resto del mundo de esta mancha contaminante.

Con los pelos de la burra en la mano puedo afirmar sin temor a que nadie me contradiga que las cárceles no son centros de rehabilitación como cacarean las autoridades sino verdaderas universidades del crimen, sobre todo las prisiones mexicanas que tienen este sui generis sistema tipo Club Med donde el preso goza de mil canonjías siempre y cuando las pueda pagar y que son un verdadero insulto de corrupción para las víctimas a las que la justicia nunca les cumple.

El caso de Fernando Martí, este terrible secuestro que no sólo acabo con la vida de un jovencito de sólo 14 años, sino con toda su familia que quedó moralmente destrozada, vuelve a poner en el tapete de la discusión el tema y creo que ya hay que dejarnos de niñerías y aceptar que la realidad nos ha rebasado y que no vivimos en Disneylandia.

El diputado priista Emilio Gamboa desde la Cámara de Diputados lanza la propuesta y yo estoy dispuesta a sentir simpatía electoral por cualquiera que saque de circulación a esos seres abominables sin entraña que no se tocan el corazón para jugar con la vida y suerte de los demás, porque no nos hagamos idiotas ¿alguien espera que años en reclusión rehabiliten a estos monstruos?

La opción que dan los defensores de los derechos humanos es la cadena perpetua que no lo es tanto ya que la pena máxima en México es de 40 años no acumulables y con la ley de normas mínimas y remisión parcial de la pena hablaríamos que en no más de 18 años el sujeto estaría en la calle delinquiendo de nuevo, eso, claro está, si no se fuga antes, tras vivir entre rejas de nuestros impuestos gozando de visitas familiares, conyugales, comida casera, televisión, celda privada y todo lo que su dinero le pueda comprar gracias a la rampante corrupción carcelaria.

No seamos inocentes, el Mochaorejas o estos judiciales de la banda de la flor no tienen rehabilitación posible como tampoco la tienen quienes actúan por compulsión como los violadores y pederastas, por lo tanto antes que una manzana pudra a todo el barril es mejor desecharla.

Por ello le invito a que presione por que la pena de muerte regrese a nuestro país. Ya se que los estudiosos del derecho, mismos que posiblemente no hayan pisado una cárcel ni de broma vengan a decirme que eso no limita la delincuencia, argumento que tal vez sea cierto en teoría pero en la práctica se ha demostrado que la mano dura ayuda bastante a evitar las reincidencias.

En esos avatares de mi rocambolesca vida, pasé un tiempo en Afganistán y Pakistán, paises musulmanes que no se andan con cuentos a la hora de castigar el crimen.

Allí si robas, se te corta la mano criminal y la horca te espera en casos de asalto, asesinato o narcotráfico, con lo cual puedo afirmar que me sentìa más segura al viajar al lado de los guerrilleros Mujaidines afganos que dejando mi carro estacionado en una calle céntrica de la Ciudad de México.

Por ello celebro y lo hago con mayúscula que el gobernador Perry de Texas no haya echado la pata para atrás a la hora de castigar a José Medellín, ese tamaulipeco indocumentado que hace 15 años tomó parte en la violación tumultuaria, tortura y muerte de dos adolescentes en Houston y al cual tan “valientemente” defendió a un costo millonario el gobierno mexicano aduciendo al hecho que cuando fue detenido él no solicitó auxilio consular ni se le informó del derecho al mismo.

Medellín, cínico en su confesión, esperó en el pabellón de la muerte por una clemencia que no tuvo para con sus víctimas tras alegatos legales que le prolongaron la vida 15 años. Finalmente la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos se puso de corbata a la Corte Internacional de la Haya e hizo lo que su ley dice en su país. Y de nuevo lo apoyo, ya basta de hacerle a la Medre Teresa de Calcuta con esta bola de desechos sociales.

Necesitamos mano dura, que delinquir no sea buen negocio, que la policía nos cuide en vez de hacernos sus víctimas y que en México el crimen no sea buen negocio.

Cuando pienso en cuantos Fernandos Martí hay por allí, víctimas de judiciales, policías, Afis y demás yerbas, reitero mi llamado a que dejemos de pastar mansamente como borregos y alcemos la voz con un ¡Ya basta! claro y fuerte que se escuche en el 2009 en las urnas, único lenguaje que entienden nuestros políticos Totalmente Palacio.

A estas altura sde mi vida, tan llena de altibajos, bueno , más bajos que altos, curtida por la crueldad de verdaderos pros, no siento que tenga ya nada que perder al intentar iniciar un movimiento ciudadano que responda realmente a lo que siempre hemos soñado y nunca hemos obtenido, como dice mi admirado Mario Benedetti :”Te quiero en mi paraiso, es decir que en mi país la gente viva feliz, aunque no tenga permiso.

¿Te gustaria entrarle?

Flor Berenguer



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Me llama mucho la atención la mención del "gen maligno". Ya se han empezado a hacer estudios sobre el tema, pero aun no se encuentra nada contundente. Los hallazgos de la genética a mí si me hacen pensar que aun la conducta este predeterminada, y si además esta se desarrolla en un medio ambiente que la impulsa, las posibilidades de cambio no son muchas.

Pero dado que aun vivimos en la incertidumbre con respecto al genóma humana, ¿creen que la pena de muerte mejoraría las condiciones sociales actuales?

Ety

No, no lo creo. Para eso está la cadena perpetua.

Yo no me atrevería a quitarle la vida a nadie.

Damablanca.

Yo creo que no tenemos derecho a quitarle la vida a nadie, aun suponiendo que exista un gen maligno. Nosotros no somos dioses para decidir quien debe vivir o morir.

Pero creo que si se debería, y supongo que en todo el mundo, replantear lo que implica una pena y una prisión. Un delincuente, un asesino, o cualquier truhan debe ser castigado, de eso no hay duda, pero tal parece que aun en estas situaciones hay privilegios y la justicia es insuficiente.

El mundo se ha llenado de cárceles que no han solucionado el problema de la delincuencia. La pena de muerte tampoco es la respuesta.

Ety

Como Damablanca, a pesar de que nos pueda el rencor y la venganza, la vida nos la dió Dios y solo Dios nos la puede quitar.

La pena de muerte no sirve para nada, ademas de ser aberrante.
En los paises en los que existe no se ha erradicado el crimen, esa es la mayor prueba de su ineficacia.
Y si es por reponer el daño causado es mas logico el trabajo a la comunidad que la desaparición.

Y ademas de todo esto, que no es poco, todos sabemos de la larga lista de personas que han sido ejecutadas injustamente por errores o por atribución falsa de crimenes no cometidos o por falta de un juicio justo.

Otro problema es la masificación de las cárceles y el de que ests no sirven para regenerar a los delincuentes.
Pero este problema pertenece a uno mayor que es el de los valores, la injusticia, la explotación, las drogas etc.

Joan

Repensando el tema acerca de la pena de muerte, que hoy en día empieza a ser cuestionado a partir de la violencia que impera en el mundo, encontré este artículo del Psicoanalista José Cueli. Ya con anterioridad he traído al foro algunos de sus escritos. Aclaro que se trata de una percepción psicoanalítica del problema, es decir, no se trata de emitir un juicio sobre la pena de muerte como solución a la delincuencia, sino de encontrar una manerra para abordar la agresividad innata en el ser humano:



José Cueli
Miedo y zozobra

El miedo y la zozobra se han vuelto el pan nuestro de cada día, las imágenes de la marcha no se olvidan. No debemos olvidarlas. Como Freud enunció, hay que recordar para no repetir. Sin embargo, el problema es de una complejidad desbordante.

La principal preocupación entre los ciudadanos comunes es que esto no se olvide, que no se olviden las terribles injusticias y la violencia cotidiana. Otro sector, el de las personas realmente comprometidas con la causa, básicamente porque han sufrido en carne propia la violencia y las vejaciones, pide que las autoridades respondan con acciones legales justas y responsables lo más pronto posible.

A los dirigentes de diversos grupos les preocupa asimismo encontrar un marco de legalidad viable que satisfaga a todos.

De los políticos, supongo y espero que haya un sector que tome en serio las demandas, y si son conscientes de la magnitud de la problemática, que ya se les fue de las manos desde hace mucho tiempo, dirigirán sus acciones a un análisis sicológico, económico, político y jurídico de la situación.

Sin embargo, hay algo que estas disciplinas no contemplan y que está en el núcleo y en la raíz del problema. Me refiero al instinto de muerte. Entonces aquí caben algunas puntualizaciones necesarias.

Para empezar habría que distinguir, en el sentido freudiano, entre el concepto de instinto y el de pulsión. El instituto es algo fijo y pertenece exclusivamente al ámbito de lo biológico. La pulsión es aquello que surge cuando aparece un objeto hacia el cual se dirige esta energía, es decir, requiere de la presencia del “otro”.

Por tanto, introduce al sujeto a la dimensión síquica. Esto marca el nacimiento del sujeto como ser sicológico. De no ser así el individuo sería tan sólo un ser biológico.

Freud habla ya en su última teoría pulsional de dos tipos de pulsiones: la de vida y la de muerte. Ambas nos habitan, condicionan y matizan nuestros actos.

Delimitados (con fines de comprensión) los territorios de lo biológico y lo síquico podemos inferir que es más fácil tratar con algo medible, concreto, visible y objetivo. Pero, ¿cómo medir, objetivar y constatar algo tan abstracto como lo síquico? ¿Cómo pensar algo tan abstracto como la pulsión de muerte?

Esta pulsión es parte constitutiva tanto de la víctima como del victimario, es lo que conduce a éste, enceguecido, a infligir a la víctima el sufrimiento, la tortura y a privarlo de la vida, mientras que la víctima puede “mantener en sus cauces” esta parte pulsional sin atentar contra los derechos de los demás.

¿Qué circunstancias son las que condicionan que en algunos individuos la pulsión de vida (ligadora) predomine sobre la pulsión de muerte (desligadora)?

Los seres humanos no somos ni totalmente lobos ni totalmente corderos. En la clínica sicoanalítica vemos frecuentemente aquello que ya Freud había señalado en cuanto a la pulsión de destrucción.

Lo que pretendo destacar con esta reflexión es que no basta con legislaciones ni con marcos jurídicos, ni con debates sobre la legalización o no de la pena de muerte para intentar abordar un problema tan complejo como la violencia y la criminalidad.

Sería conveniente profundizar en la complejidad de la naturaleza humana y en esa fuerza oscura y silenciosa que es la pulsión de muerte.

En uno de los Estados de México, Coahuila, (al norte del país) se aprobó una iniciativa para legalizar la pena de muerte a los secuestradores.


Justo antes de llegar a la case escuché la noticia en el radio del coche. El programa estaba recibiendo comentarios del auditorio con todo tipo de opiniones, pero en especial me conmovió lo dicho por una mujer que aparentemente había sido secuestrada. Ella pedía la pena de muerte para este tipo de delincuentes, que de antemano ya habían decidido sobra el destino del secuestrado, ¿por qué entonces la sociedad debe tener consideración por la vida de quiénes son capaces de matar a cualquiera?. Continuaba la señora: ¿acaso sólo los secuestradores tienen la protección de Derechos Humanos?.

Nuevamente traigo el tema al favor, precisamente porque en México se habla mucho de esto. Moralmente estoy en contra de una ley que permita la pena de muerte que además tengo la impresión que no nos conduciría a mejorar la seguridad del país. Pero, ¿qué piensa hacer el gobierno para protegernos?


Les dejo el artículo y también el link pues la nota trae algunos comentarios que valdría la pena leer.

Aprueban en Coahuila iniciativa sobre pena de muerte a secuestradores

La legislatura estatal pedirá al Congreso hacer reformas para que los estados puedan aplicarla

Leopoldo Ramos, corresponsal
Publicado: 02/12/2008 16:31



Saltillo. Con 22 votos a favor y 10 en contra, el Congreso de Coahuila aprobó esta noche la iniciativa que establece la pena de muerte para los secuestradores que asesinen a sus plagiados.

De esta manera, la Legislatura local pedirá al Congreso de la Unión que reforme los artículos 14 y 22 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para facultar a los estados a establecer en sus leyes locales la aplicación de la pena de muerte.

El dictamen de la Comisión de Gobernación fue aprobado por el Congreso del estado, con 22 votos a favor emitidos por diputados del PRI, PVEM y Unidad Democrática de Coahuila; mientras, 10 legisladores del PAN y PRD sufragaron en contra.

La Comisión de Gobernación presentó el dictamen sobre la iniciativa presentada el pasado viernes por el gobernador Humberto Moreira Valdés al Congreso del estado, a fin de que promoviera una iniciativa en ese sentido ante el Congreso de la Unión.

Este dictamen provocó un ríspido debate entre diputados de los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), el cual se prolongó por seis horas, hasta que a las 22:22 horas fue avalado el dictamen.

http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2008/12/02/discutira-el-pleno-del-congreso-de-coahuila-iniciativa-de-pena-de-muerte

Yo entiendo que en un momento de rabia la pena capital pueda ponerse sobre el tapete, pero sólo en un momento de rabia. Luego, pensando con cordura, yo entiendo que nadie tiene derecho a decidir sobre la vida de nadie y que la pena de muerte más parece una venganza que un deseo de justicia.

¿Se puede rehabilitar a un asesino? Si no es así, la reclusión es la única medida que puede aplicarse en estos casos.

No sé qué opinará el resto del foro.

Damablanca.

Bien, el tema estaba allí servido y yo, honestamente, no había querido "entrarle" por estar espiritualmente intentando conectarme con otras vivencias, recreando navidades, buscando poemas, canciones, en fin, tratando de ir pasando estos días particulares, con cierta frescura.
Pero , no pude zafarme, despúes del emplazamiento hecho por la querida Damablanca y siendo yo abogada penalista y habiendo ejercido funciones como Fiscal del Ministerio Públco y como Juez, era ya ineludible abordar el tema.
No intento dar aquí, todo un planteamento jurídico-criminológico del tema, pues desde los albores del Derecho Penal (en Italia) los grandes maestros de esa disciplina, se han "entretenido" en fijar doctrinas, posturas y argumentos en pro y en contra de la supresión de la vida al delincuente que ejecuta los llamados "delitos agravados".Les menciono rápidamente que el maestro CESSARE LOMBROSO (Escuela Positivista Italiana)
Estableció:
1. Los delincuentes con delitos graves se asemejan. Que los delincuentes con delitos graves tenían alguna semejanza. Tenían semejanzas en cuanto al mal atávico, de donde se origina su teoría del criminal nato.
Los delincuentes con delitos graves en común tienen taras genéticas. Como ser: protuberancia en la frente, pómulos salientes, ojos achinados, protuberancias en el cráneo.

2. El criminal nace con diferencias del sujeto “normal”. Es diferente a las personas normales por causas genético hereditarias.

3. Rompimiento de los frenos inhibitorios. Los individuos determinados para el delito sobrepasan los frenos inhibitorios que tienen las personas normales.
TIPOLOGÍA LOMBROSIANA
En El hombre delincuente establece su topología (o, tipos de delincuentes) (acá en Maestro se extiende en todo un análisis detallado de tipos de delincuentes que no los citaré)

Esta tesis Lombrosiana fue objeto de mucha polémica y descartada por los tratadistas modernos.

Y voy a expresar mi conclusión y luego brevemente se las argumento: LA PENA DE MUERTE NO REDIME A NADIE, SU APLICACIÓN NO SE TRADUCE EN "BENEFICIOS" A LA SOCIEDAD QUE LA EJECUTA, esto es, los crímenes horrendos se siguen cometiendo y además como al fin y al cabo, la sentencia a pena capital, es ejecutada por seres humanos (por ende, susceptibles de errar en sus fallos) ¿cómo se corrige un error de esta magnitud? ¿cuál recurso de impugnación va a devolverle la vida al ejecutado "erróneamente"? ¿Y si es utilizada inescrupulosamente, para "ejecuciones selectivas" de quien me estorbase? ¿Acaso no puede ocurrir?

Los postulados garantistas que enmarcan el desarollo de los Derechos Humanos y en los cuales me inscribo, no podemos verlos parceladamente, discriminadamente, o los aplicamos al ser humano o se los arrebatamos.
Sí, efectivamente y para nuestra desgracia, el ser humano DELINQUE, comete crímenes que hacen estremecer todas nuestras fibras, tenemos TERRORISTAS volando torres, trenes, hoteles, aviones, arrebatando la vida, muchos de ellos ya van felices a la muerte, son SUICIDAS fanatizados por cualquier ideología ¿cual pena de muerte se va a aplicar entonces?, un Estado de garantías tutelares, como el derecho a la vida, no puede retroceder aplicando penas que no resuelven la criminalidad violenta (no lo han resuelto nunca). Este es un problema complejo y debe ser abordado con polìticas de Estado, globalizadas, que lleguen a cada hogar, a cada escuela, a cada nucleo familiar y se multipliquen, generando "efectos masivos" de expansión.Es atacar la descomposición social desde su raíz, saber dónde erramos e ir allí con "altas políticas" para implementar correctivos. Nada fàcil, pero no imposible, volver a "la guillotina" "la silla eléctrica" o cualquiera otra modalidad de "dar muerte legalmente" al delincuente es mostrar el rostro de la barbarie, es admitir que la violencia del delincuente nos puso a su nivel rastrero, para mi la muerte no es camino alguno. Ciertamente el delincuente también tiene sus derechos fundamentales y es eso precisamente lo que nos distingue de él, lo que nos enaltece, velar porque se le apliquen rectamente sus derechos en un debido proceso, condenarlo a cumplir penas de prisión o presidio por cuantos delitos haya cometido, esa es la salida que no nos iguala.

Hasta otro rato amigos, dejo hasta aquí estas reflexiones con mi postura al respecto.
Saludos,
Ana Yajaira.

Muy sensato todo lo que planteas, Ana Yajaira.

A ver qué opinan los compañeros.

Abrazos,
Damablanca.

Yo por mi parte considero que la pena de muerte no resuelva las causas por las cuales una persona se toma el arbitraio derecho de quitarle la vida a otro ser humano. Tambièn escuchè muchas veces las teorìas de Lombroso y sinceramente, aunque no tengo la preparaciòn cultural como para argumentarlo, asì de primera impresiòn, me parecen fuera de toda lògica, pero en el tiempo en cual se daban a conocer, tal vez las condiciones permitìan algùn aval; ahora estas teorìas estàn ampliamente superadas. Y como nos demuestran tantos hechos criminales de estos ùltimos tiempos, no es la apariencia de las personas lo que determina su comportamiento, ni su extracciòn solcial, ni el sexo o demàs caracterìsticas, digamos "superficiales", o que estèn a la vista; mas bien son motivos intrìnsecos al ser humano, cosas profundas que destruyen determinados comportamientos y exaltan otros. Por supuesto que a cualquiera de nosotros que nos tocaran un ser querido o personalmente, lo primero que se nos ocurre es eliminar a quien hace el mal, es la soluciòn mas inmediata para hacer que la vìctima deje de sufrir; pero eso es un impulso de protecciòn que la mente pone en pràctica por el famoso instinto de conservaciòn; sea propio que de personas (y hasta animales o cosas) a las cuales nos liga un fuerte sentimiento. Otra cosa es aplicar como legislaciòn una pena capital como para dar el ejemplo; como aquello de ojo por ojo, diente por diente. Yo creo que un gobierno con un aparato legislativo, tiene que trabajar para los ciudadanos, tiene que protegerlos y distribuir la justicia, por lo tanto quien comete errores debe pagar su pena; pero tambièn un estado que quiera considerarse tal, tiene la obligaciòn de dar las condiciones de vida justas a su pueblo, que es el que lo ha elegido, para que se verifiquen la menor cantidad posible de desvìos sociales, o comportamentales. Se sabe que en cualquier condiciòn, aùn las mejores, no faltarà quien cometa crìmenes, ha sido siempre asì, y no existe el modo de eliminarlos completamente, no somos tan utòpicos como para creer una cosa asì. Pero sì se puede hacer mucho si las condiciones sociales, culturales, ambientales, polìticas, hacen que una buena parte de poblaciòn ciudadana viva de manera serena, por lo menos, dando menos espacio a la rabia, a la discriminaciòn, y por lo tanto evitando cometer represalias en contra de sus similares. Luego podrà haber una parte de "patologìa delincuencial" que justamente por ser "patologìa" podrìa ser curada con los debidos sistemas de ayuda personalizada. Pero la pena de muerte en sì no lleva a nada, al contrario a veces puede ser tomada como un dsafìo, y provocar sòlo situaciones aùn mas peligrosas. Un gobierno deberìa ocuparse del bienestar de su pueblo, (esto sì es utopìa) no dar castigos ejemplares, a mi me suena un poco dictatorial. Pero es un tema muy amplio y no fàcil de tratar. Es sòlo que si no vamos a las causas y buscamos remedios fàciles, el problema sigue allì, se puede mimetizar por un tiempo, pero luego sale a relucir de nuevo. Pienso que a veces nos perdemos un poco en argumentaciones complicadas, cuando las soluciones podrìan ser mas sencillas y aplicables. Parecerìa que el hombre hubiera perdido la fe en su inteligencia, y se va por caminos laberìnticos a buscar salidas, sin darse cuenta de que la puerta para abrir està ahì, adelante de èl.

(Yo les pido siempre disculpas si les parece un poco una ensalada, ahora ya me conocen, y sabràn perdonar.)

Me parece muy interesante lo que aquí se postula. Ana Yajáira te agradezco tu punto de vista profesional que nos enriquece mucho.

Aunque sea repetitiva recalco que el problema no se resuleve con el castigo, más bien se debe cuestionar que es lo que está sucediendo en la sociedad que está creando delincuentes cada vez más bárbaros.

Puede entender, y me ha tocado hacerlo, la rabia el dolor y el deseo de venganza que se adeñuan de una persona que fue secuestrada o que ha vivido el secuestro o incluso el asesinato de un ser querido. Las ganas de destruir al homicida son inmensas y también podría decir que se trata de un respuesta humana y hasta razonable. Pero también es cierto que fuera de la venganza, matar al asesino no resuelve el malestar inherente dentro de una sociedad, y en ese sentido se requiere un cambio desde el fondo donde la justicia sea el principal motor social, incluyendo también la justicia en el sistema penal. Hace un rato leí en el periódico una carta de un ciudadano común que entre otras cosas hacía notar que en los países donde existe la pena de muerte, ésta sólo se aplica a los ciudadanos de bajos recursos económicos, o entre palabras, entre la gente rica no hay delincuencia. Esta reflexión da mucho que pensar.

Pregunta Dama si se puede rehabilitar un asesino. La respuesta es dificil y de entrada asumo que la cárcel no es el mejor lugar para hacerlo. Más que rehabilitación habeía que evitar, hasta donde sea posible la aparición y crecimiento de la delincuencia, y nuestro principales instrumentos son la justicia y la libertad que nos llevarían también a una mejor educación de los ciudadanos.

Por último les dejo la breve nota escrita el día de hoy por un lector de La Jornada como respuesta a la propuesta del Gobernador del Estado de Coahuila. Opinión que coincide con lo que aquí se ha expuesto.

Argumentos contra la pena de muerte

Es muy probable que el gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, ignore cuatro argumentos torales por los que cada día más y más naciones rechazan o han abolido en sus respectivas legislaciones la pena capital.

Esos cuatro argumentos son:

1. El daño irreversible e irreparable de un posible error.

2. El que está científicamente comprobado que, en las regiones donde durante algunas épocas se ha aplicado la pena de muerte, no ha habido descenso sensible de los crímenes que la merecerían, en comparación con las épocas en que no se aplicó.

3. El que las estadísticas muestran, de manera indiscutible, que la pena de muerte se impone, en general, únicamente a los individuos más pobres de las diversas sociedades. En Estados Unidos, por ejemplo, nunca ha sido ejecutado un millonario famoso.

4. Que en el umbral del siglo XXI, cuando los derechos humanos son leit-motiv de muchas políticas públicas en casi todo el mundo, la pena de muerte significa la violación, por parte de la autoridad, del derecho humano fundamental de un individuo: el derecho a seguir vivo.

Leonardo Ffrench Iduarte