Mi árbol de tilo

Comparto mi vida con un árbol de tilo. Lo observo desde mi habitación. Y él me saluda.
De tupido follaje, me regala sombra impenetrable y fresca.
Me encanta mirar a mi árbol de tilo, desde el hueco de mi ventana...

Si. Leyeron bien. Desde el hueco de mi ventana. A propósito, dejé desnuda esa parte de mi casa.
No me molesta el frío del invierno, ni el viento del Sur. Al contrario.
Mi árbol de tilo me protege.

No hay interferencias entre mi árbol y yo. Una suave fragancia nos conecta. Sin barreras.
Mil tonos de verde explotan en primavera. Y entonces, espectador privilegiado, me lleno los ojos de exquisito verdor.
Comparto mi vida con un árbol de tilo. Estiro mis brazos y lo acaricio. Sin fronteras.

Los árboles son hermanos nuestros. Dicen que cuando abrazas un árbol, comparte contigo su energía. Además el aroma del tilo es relajante. Haces bien en compartir con él un espacio de tu vida.

¡Saludos!

Damablanca.

Hola Damablanca:

Coincido contigo. Debemos aprovechar esa energía, sin límites...

Y justamente de los límites habla la segunda parte de este escrito, que en breve compartiré...

¡Hasta pronto!

Esperamos tu aportación, anauel.

¡Hasta pronto!

Damablanca.

Mi árbol de tilo (II)

- ¿Señor anauel, verdad? - Somos del Departamento "Boicot a la Utopía" y hemos descubierto que usted no tiene ventana en su habitación.
- Bueno...es que me gusta mirar mi árbol y...
- ¡Pero por favor, señor. A quién se le ocurre! ¿No ve que todos sus vecinos tienen hermosas ventanas? ¡Ya está informado!

Un árbol de tilo cuadriculado. Eso es lo que veo, desde que me obligaron a poner una ventana. Con poco vidrio y muchas barras, además. De vez en cuando - con algo de miedo - suelo correr una parte y al menos medio árbol me saluda y me toca...
¡Que pena!

¿Señor anauel, verdad? - Somos del Departamento de "Insectos Peligrosos". ¿Cómo es posible que no tenga usted protección contra moscas y mosquitos?
- No he visto por aquí...
- ¡Qué irresponsable, señor! ¿No conoce, acaso, la preocupación de Nuestro Señor Alcalde, de erradicar todo tipo de alimaña. ¡Tiene usted veinticuatro horas!

Le llaman "mosquitero" y es una especie de malla muy cerrada que - aparentemente - impide el paso de los "insectos peligrosos", pero básicamente es un atentado a mi deseo de respirar junto a mi árbol. Casi no lo distingo, ni lo huelo. Definitivamente sus ramas no me acarician...

¿Señor anauel, verdad? - Somos del "Departamento de Seguridad". Por iniciativa de Nuestro Señor Alcalde, venimos a instalarle gratuitamente, unas fuertes rejas para que usted esté bien protegido. Para Nuestro Señor Alcalde, su seguridad es tan importante como su voto...
- Muchas gracias, pero...
- ¡Pero, nada, caballero! Mañana mismo usted tendrá instaladas unas bonitas rejas...¿Le gustan blancas?

Encarcelados, mi árbol de tilo y yo. Ventanas, redes, rejas que asfixian. Límites al amor y a la libertad. Trabas. Imposiciones.
¿Cómo sabré cuándo es primavera, si apenas diviso retazos de mi amigo?. ¿Y si llega el otoño y - desnudo -  quisiera saludarme?
Mi árbol me necesita en otoño y yo en verano. Agoniza mi árbol de tilo tras las rejas.
Y yo con él...

Toc, Toc,

¿Quién es?

Señor anauel, soy yo, el tilo. Me ha costado un poco de esfuerzo, pero he conseguido arrancar mis raíces de tantos años y aquí estoy, dispuestos a clavarlas en el suelo de su salón. No se preocupe por los vecinos, con un poco de tierra y algo de riego diario bastará, además la temperatura interior me hará bien, ya sabe, a ciertas edades las articulaciones de mis ramas lo agradecerán. He pensado que ésta es la mejor solución y confío en que mi presencia no le moleste. Puedo aportarle muchas cosas, para empezar, el salón tendrá la apariencia de un jardín y si me sitúo cerca de una ventana, la luz que penetre será suficiente para mi subsistencia. Además mi aroma se extenderá por toda la casa y mi energía positiva alejará de aquí cualquier atisbo de imperfección. Ya lo ve, señor anauel, a grandes males, grandes remedios. Si alguien quiere alcanzar el paraíso debe hacerlo de puertas para adentro, para que nadie moleste. ¿me da usted su permiso?

¡Pero que diab...! ¡Jajaja! ¿Cómo puede ser? ¿Qué haces tu aquí, mi querido hermano?...
¡No, no, no! ¡Debo estar soñando! ¡Jajaja! Pasa, pasa... ¡Jajaja! ¡Me haces cosquillas con tus hojas!
¡Pasa, pasa...antes que alguien te vea...y ya sabes cómo es Nuestro Señor Alcalde! ¿Estoy soñando?...

Vamos a hacer un hoyo aquí mismo. Si señor. Aquí tendrás buena luz y algo de sombra por las tardes.
Dejaremos abierta la ventana y le haré - que no se entere nadie - un pequeño orificio al mosquitero. Así podrán visitarte tus amigos, los pájaros.
Estarás cómodo. No te faltará el viento, ni la lluvia...ya sabes, aún no arreglé las viejas goteras. ¡Cómo podría hacerlo ahora! Te ríes...
¡Ya tienes frutos! ¡Déjame tomar algunos! ¡A cuántas personas les haría falta tu tranquilizador néctar!

Aquí tengo las herramientas. No hay tiempo que perder. Tus raíces están desnudas y seguramente tendrás sed.
¡Manos a la obra! ¡Qué hermosa lección me has dado, hermano árbol! ¡Has dejado todo por un ideal de libertad!
Y has confiado en mí. Sabré retribuir tanto Amor.
¿Cómo dices? Si Señor..."¡A grandes males, grandes remedios!"

Lucidez pura, querido hermano, lucidez pura...
¡Pero basta de cosquillas! ¡Jajaja!

Hermoso fin para tan bella historia.

¡Hasta la próxima!

Damablanca.

Gracias por tu generosidad

Abrazo