Fallece Juan Luis Galiardo
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Fallece Juan Luis Galiardo
Hoy amanecimos con la noticia: Nos ha dejado Juan Luis Galiardo, uno de los actores más carismáticos del cine español. Supo adaptarse a todo tipo de papeles, desde el típico "galán" en su mocedad como a otras interpretaciones a medida que fue cumpliendo años, algo que sólo hacen los buenos actores, interpretar de acuerdo con los cambios de la edad.
Descanse en paz.
Publicado hoy en el diaro "El País":
Cuenta la leyenda (la suya, él creó su propia leyenda) que Juan Luis Galiardo se despojó un día de toda su ropa y se plantó desnudo y flaco como don Quijote ante Manuel Gutiérrez Aragón cuando el cineasta estaba buscando encarnadura para el protagonista de la más famosa locura de la historia de la literatura. “Estos son mis depojos, no me digas ahora que no soy el Quijote”.
Tuvo el papel. Su historia comenzó en la costa andaluza, y es mezcla de extremeños y andaluces. Extremado en casi todo, estuvo a punto de sepultar en el hielo de Finlandia a Charlton Heston, y en medio de esa locura (de la que obtuvo certificados) halló a un psiquiatra benefactor, el doctor Manuel Trujillo, al que le juró gratitud y fe eterna. Fue, en los años de su esplendor, el don Juan del cine que en el franquismo distrajo las tardes de los españoles, pero aquel incidente con Heston (en 1972) le volvió la cabeza a la insensatez y a la aventura, así que dejó de ser un galán para convertirse en un actor atormentado y un ciudadano que no cesaba de quejarse (y de reírse) de su destino.
Un día le contó algunas de sus desventuras a Rafael Azcona, que inventó muchos papeles para él, y a José Luis García Sánchez, que lo envolvió en esos papeles como su director más habitual; al término del relato, Galiardo se quedó en silencio como si el maestro de los guionistas españoles le fuera a dar un abrazo o la bendición. Le dijo Azcona:
- Con eso que me cuentas Dostoievski no hubiera escrito ni media línea.
Cuando le vio los dientes al desenlace fatal de la vida (en torno a 2009, cuando tenía 69 años), se rodeó de medicinas pero sobre todo de alimentos que creía saludables, capaces de otorgar la salud eterna, y los ingería con la desesperación divertida con la que buscó el equilibrio que la vida siempre le hurtó.
Era muy ocurrente, y muy trabajador, un empecinado. No paró jamás; fue productor, director, actor… En los últimos años de su vida, despojado definitivamente, o casi, del cuerpo glorioso que le dio la naturaleza, buscó papeles como aquel quijote desmejorado o como el avaro de Moliére, e incluso buscó en Shakespeare y en Cervantes compañeros de juegos y de asuntos que él abordaba como si acabara de llegar a este mundo.
Ese fue su rasgo, la grandilocuencia, el entusiasmo. No se arredró ante nada, y mucho menos ante la ruina. Conducía su coche, un jaguar que olía a cuero viejo, como si estuviera paseando por Hollywood o por Berlín, mirando hacia el asiento de al lado, gesticulando como si delante lo estuviera filmando una troupe de directores famosos pendientes de su dicción perfecta. Un día me dijo, ya en esa fase de desconsuelo ante la salud esquiva, hablando de su ego famoso: “Pues mi ego está en un 10% de lo que fue. No es nada. Ahora ha muerto mi primera mujer, Juana, la madre de mis dos hijos. Y fuimos a buscar las cenizas. Cuando ves que alrededor disminuye tu mundo a hachazos, como el de la muerte de Rafael, no hay ego que valga, se va al suelo”.
Pero su ego no se fue al suelo; esa era una manera de luchar para seguir. Buscó papeles de decrepitud, pero pensando que su cuerpo, el que sentía la necesidad de seguir actuando, era el verdadero Galiardo, no el que estaba amenazado por el embate crucial de su vida. En aquella ocasión de remembranza recordó aquellos años en que se lo rifaban las chicas en las platós y aún más cerca. Cumplía entonces la famosa edad, 69, “dos números tan hermosos; le he jugado mucho en la ruleta, y en el juego sexual he sido 6 y 9, he sido todo. Ah, y no te he dicho, la película que ruedo ahora, Asesino a sueldo, de Salomón Chanh, es la número 169 de mi vida”.
Hizo de todo, ni la psiquiatría logró pararlo. Era temible, por su energía, por su facundia. “La anécdota que mejor me representa”, me dijo en otra entrevista, “es aquella que me sucedió en México, cuando actuábamos María Luis Merlo y yo recitando versos en el Hotel Camino Real. Un político mexicano me interrumpía cada vez que empezaba Verde que te quiero verde, y él gritaba Ázul, manito, hasta que María Luisa me miró, como alentándome, Súper, mátalo, y el tío tenía una pistola, pero me armé de la hidalguía de la raza, de la vergüenza torera, así que me abalancé sobre él, y el tío se achantó… Me salió la fuerza del huérfano, ese momento de la vida en que eres o héroe o cucaracha, y sales héroe… Luego supe que el tío se había achantado porque tenía una placa de plata en la cabeza, así que si yo caía sobre él, aunque fuera ya cadáver, lo mataba seguro”.
Fue un gran actor de teatro, hizo muchísimo cine (alimenticio y del bueno), y tuvo una gran oportunidad (aprovechada) en televisión, con la serie Turno de oficio, donde se sintió “reciclado por Antonio Mercero”. Era un perpetuo insatisfecho que picó su entusiasmo en muchos ríos, y fue actor de gente como el citado García Sánchez, José María González Sinde, Antonio Giménez Rico, Francisco Regueiro (“aquella excelente Madregilda”), José Luis Cuerda, Méndez Leite… “Yo no sería nada sin el espíritu que me regalaron… Y después vinieron los más jóvenes, Fernando León con Familia, Santiago Segura, David Trueba… Han sido tan importantes para mi como la psiquiatría”.
Tenía miedo y tenía miedos, y eso le confirió una ternura que él disimulaba detrás de un vozarrón que amainaba gracias a una risa que dominaba su cuerpo y se concentraba en los ojos. Fue muy querido, tan querido que parece imposible buscar ahora, en los recuerdos que dejó, otra cosa que leyendas benévolas de un testigo y un actor del tiempo oscuro y de los años turbulentos que acompañó con sus llantos y con sus carcajadas quijotescas de hombre desnudo frente al mundo.
Descanse en paz.
Publicado hoy en el diaro "El País":
Cuenta la leyenda (la suya, él creó su propia leyenda) que Juan Luis Galiardo se despojó un día de toda su ropa y se plantó desnudo y flaco como don Quijote ante Manuel Gutiérrez Aragón cuando el cineasta estaba buscando encarnadura para el protagonista de la más famosa locura de la historia de la literatura. “Estos son mis depojos, no me digas ahora que no soy el Quijote”.
Tuvo el papel. Su historia comenzó en la costa andaluza, y es mezcla de extremeños y andaluces. Extremado en casi todo, estuvo a punto de sepultar en el hielo de Finlandia a Charlton Heston, y en medio de esa locura (de la que obtuvo certificados) halló a un psiquiatra benefactor, el doctor Manuel Trujillo, al que le juró gratitud y fe eterna. Fue, en los años de su esplendor, el don Juan del cine que en el franquismo distrajo las tardes de los españoles, pero aquel incidente con Heston (en 1972) le volvió la cabeza a la insensatez y a la aventura, así que dejó de ser un galán para convertirse en un actor atormentado y un ciudadano que no cesaba de quejarse (y de reírse) de su destino.
Un día le contó algunas de sus desventuras a Rafael Azcona, que inventó muchos papeles para él, y a José Luis García Sánchez, que lo envolvió en esos papeles como su director más habitual; al término del relato, Galiardo se quedó en silencio como si el maestro de los guionistas españoles le fuera a dar un abrazo o la bendición. Le dijo Azcona:
- Con eso que me cuentas Dostoievski no hubiera escrito ni media línea.
Cuando le vio los dientes al desenlace fatal de la vida (en torno a 2009, cuando tenía 69 años), se rodeó de medicinas pero sobre todo de alimentos que creía saludables, capaces de otorgar la salud eterna, y los ingería con la desesperación divertida con la que buscó el equilibrio que la vida siempre le hurtó.
Era muy ocurrente, y muy trabajador, un empecinado. No paró jamás; fue productor, director, actor… En los últimos años de su vida, despojado definitivamente, o casi, del cuerpo glorioso que le dio la naturaleza, buscó papeles como aquel quijote desmejorado o como el avaro de Moliére, e incluso buscó en Shakespeare y en Cervantes compañeros de juegos y de asuntos que él abordaba como si acabara de llegar a este mundo.
Ese fue su rasgo, la grandilocuencia, el entusiasmo. No se arredró ante nada, y mucho menos ante la ruina. Conducía su coche, un jaguar que olía a cuero viejo, como si estuviera paseando por Hollywood o por Berlín, mirando hacia el asiento de al lado, gesticulando como si delante lo estuviera filmando una troupe de directores famosos pendientes de su dicción perfecta. Un día me dijo, ya en esa fase de desconsuelo ante la salud esquiva, hablando de su ego famoso: “Pues mi ego está en un 10% de lo que fue. No es nada. Ahora ha muerto mi primera mujer, Juana, la madre de mis dos hijos. Y fuimos a buscar las cenizas. Cuando ves que alrededor disminuye tu mundo a hachazos, como el de la muerte de Rafael, no hay ego que valga, se va al suelo”.
Pero su ego no se fue al suelo; esa era una manera de luchar para seguir. Buscó papeles de decrepitud, pero pensando que su cuerpo, el que sentía la necesidad de seguir actuando, era el verdadero Galiardo, no el que estaba amenazado por el embate crucial de su vida. En aquella ocasión de remembranza recordó aquellos años en que se lo rifaban las chicas en las platós y aún más cerca. Cumplía entonces la famosa edad, 69, “dos números tan hermosos; le he jugado mucho en la ruleta, y en el juego sexual he sido 6 y 9, he sido todo. Ah, y no te he dicho, la película que ruedo ahora, Asesino a sueldo, de Salomón Chanh, es la número 169 de mi vida”.
Hizo de todo, ni la psiquiatría logró pararlo. Era temible, por su energía, por su facundia. “La anécdota que mejor me representa”, me dijo en otra entrevista, “es aquella que me sucedió en México, cuando actuábamos María Luis Merlo y yo recitando versos en el Hotel Camino Real. Un político mexicano me interrumpía cada vez que empezaba Verde que te quiero verde, y él gritaba Ázul, manito, hasta que María Luisa me miró, como alentándome, Súper, mátalo, y el tío tenía una pistola, pero me armé de la hidalguía de la raza, de la vergüenza torera, así que me abalancé sobre él, y el tío se achantó… Me salió la fuerza del huérfano, ese momento de la vida en que eres o héroe o cucaracha, y sales héroe… Luego supe que el tío se había achantado porque tenía una placa de plata en la cabeza, así que si yo caía sobre él, aunque fuera ya cadáver, lo mataba seguro”.
Fue un gran actor de teatro, hizo muchísimo cine (alimenticio y del bueno), y tuvo una gran oportunidad (aprovechada) en televisión, con la serie Turno de oficio, donde se sintió “reciclado por Antonio Mercero”. Era un perpetuo insatisfecho que picó su entusiasmo en muchos ríos, y fue actor de gente como el citado García Sánchez, José María González Sinde, Antonio Giménez Rico, Francisco Regueiro (“aquella excelente Madregilda”), José Luis Cuerda, Méndez Leite… “Yo no sería nada sin el espíritu que me regalaron… Y después vinieron los más jóvenes, Fernando León con Familia, Santiago Segura, David Trueba… Han sido tan importantes para mi como la psiquiatría”.
Tenía miedo y tenía miedos, y eso le confirió una ternura que él disimulaba detrás de un vozarrón que amainaba gracias a una risa que dominaba su cuerpo y se concentraba en los ojos. Fue muy querido, tan querido que parece imposible buscar ahora, en los recuerdos que dejó, otra cosa que leyendas benévolas de un testigo y un actor del tiempo oscuro y de los años turbulentos que acompañó con sus llantos y con sus carcajadas quijotescas de hombre desnudo frente al mundo.
Damablanca- Cantidad de envíos : 5190
Localización : España
Fecha de inscripción : 18/02/2008
Re: Fallece Juan Luis Galiardo
Publicado hoy en el diario "La Vanguardia":
Síguenos 829More Sharing ServicesBarcelona (Agencias).- El actor gaditano Juan Luis Galiardo ha fallecido este viernes a los 72 años de edad en la clínica de la Zarzuela de Madrid, según informaron fuentes cercanas al intérprete. Galiardo ha muerto tras "una rápida y devastadora" enfermedad, dijo a EFE su representante, Anabel Mateo.
El actor cuenta con una exitosa carrera profesional, que engloba más de un centenar de películas, teatro y otras tantas series de televisión, permaneció trabajando hasta sus últimos días, compaginando el rodaje de la serie Gran Hotel que está previsto que se estrene en otoño en Antena 3, con el final de la gira de El Avaro, su último y exitoso proyecto teatral.
El cuerpo del actor será incinerado y el sepelio será organizado en la más estricta intimidad. Hasta ese momento el cuerpo permanecerá en el Tanatorio M-30 de Madrid.
La familia ha hecho una petición a todos los amigos y periodistas respeten esta petición y agradecen las muestras de cariño recibidas en los últimos días. El actor expresó su última voluntad pidiendo a cuantos le conocían y admiraban, le recordaran a través de sus interpretaciones.
Más de un centenar de interpretaciones en cine, TV y teatro
Juan Luis Galiardo Comes, nacido en San Roque (Cádiz) el 2 de marzo de 1940, ha participado en más de un centenar de películas, obras de teatro y series de televisión desde que comenzara en el mundo de la interpretación, debutando con un papel de galán en 1960 y después de dejar sus estudios de Económicas e Ingeniería Agrónoma en Madrid.
Ese registro como uno de los galanes del cine español le llevó a dar el salto al extranjero, especialmente en México, donde interpretó diversos papeles y desarrolló una gran actividad televisiva.
A su regreso a España fundó con varios amigos una productora, Penélope Films, responsable de la película El disputado voto del señor Cayo (1986), de Antonio Giménez Rico, y de la serie televisiva Turno de oficio, que supuso el lanzamiento del actor Juan Echanove, con el que formaría una de las parejas del cine español, trabajando después juntos en Suspiros de España (y Portugal).
A lo largo de su carrera profesional ha compaginado papeles protagonistas con personajes secundarios. Títulos como Soldadito español (1988), de Antonio Giménez Rico; Don Juan, mi querido fantasma (1989), de Antonio Mercero; Pajarico (1997), de Carlos Saura; y más recientemente El caballero Don Quijote (2002), de Manuel Gutiérrez Aragón; o El oro de Moscú (2002), de Jesús Bonilla, dan buena cuenta de su variedad de registros y su prolífica trayectoria. Esta carrera vuelve a estar unida a la cinematográfica iberoamericana con sus trabajos en Papeles secundarios (1989), de Orlando Rojas, y I love Miami (Dios o demonio) (2006), de Alejandro González Padilla.
En este último filme, encarna al dictador cubano Fidel Castro, parodiando su posible huida a Miami como cualquier otro balsero tras haber sido víctima de un atentado y haber sobrevivido a un naufragio. Una vez allí, conoce la otra cara de Cuba y planea su regreso para retomar el poder. De su currículum cabe destacar su nominación al Goya a la Mejor Interpretación Masculina de Reparto en 1989, por su papel en la película El vuelo de la paloma (1989), de José Luis García Sánchez; y el Goya que obtuvo a la Mejor Interpretación Masculina en el año 2000 por Adiós con el corazón (1999), del mismo realizador.
Sus últimos trabajos cinematográficos son Miguel y William, de Inés París; El coronel Maciá, de Josep María Forn; y Clandestinos, de Antonio Hens, de 2007, y más recientemente La daga de Rasputín, de Jesús Bonilla, y La chispa de la vida, de Álex de la Iglesia.
Carlos Saura, Luis García Berlanga, Jaime de Armiñán, Antonio Mercero, José Luis Cuerda o Fernando Trueba son algunos de los realizadores que han dirigido a Juan Luis Galiardo que, no obstante, también ha trabajado bajo las órdenes de directores internacionales como Charlton Heston, Ken Annakin, Enzo Castellari y Alberto Lattuada y junto a actrices de la talla de Sophia Loren, Silvana Pampanini o Geraldine Chaplin.
Teatro y television
Compaginó su formación de actor con su trabajo en el teatro y en la televisión. Junto con otros actores fundó el grupo T.E.I (Teatro Experimental Independiente), dirigido por Miguel Narros.
En teatro, había intervenido recientemente en la obra El ávaro de Moliére (2010-2011) y, anteriormente, en Edipo Rey (2008), de Sófocles (2008) o Comedias Bárbaras, de Valle-Inclán (2003). Anteriormente participó en obras como 'Antígona', de Sófocles; La malquerida, de Jacinto Benavente; Los buenos días perdidos, de Antonio Gala; Retablo jovial, de Alejandro Casona; o Numancia, dirigida por Miguel Narros.
Desde su debut en las tablas del teatro con Humo, de Juan Carlos Rubio, también intervino en obras como El cuerpo, de Lauro Olmo; El rey Lear, dirigida también por Narros; La Celestina, de Fernando de Rojas; Seis personajes en busca de autor, de Luigi Pirandello; La visita de la vieja dama, de Friedrich Dürrenmatt; Las últimas lunas, de Furio Bordón; y Un hombre de suerte, de José Luis Alonso de Santos.
No menos importante es su extensa carrera en televisión, donde ha participado en una veintena de series y películas para televisión desde que en 1966 participara en Novela y, sobre todo, del salto que supuso para él su intervención en Turno de oficio. Así, ha intervenido en series como Farmacia de Guardia, La Regenta, Moncloa, ¿dígame? y, más recientemente, Mi teniente, Martes de Carnaval y 23-F: El día más difícil del Rey.
Actualmente estaba rodando Gran Hotel, que Antena 3 prevé estrenar este otoño. A lo largo de su larga carrera, el actor gaditano ha ganado un Goya por Adiós con el corazón (2000), el Fotogramas de Plata por Turno de Oficio: Diez años después (1996), la Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos por sus actuaciones en 1968. Asimismo, ha sido reconocido por el Festival de Cine Iberoamericano de Huleva, el Festival de Cine Español de Málaga y el Festival de Cine Hispano de Miami.
Síguenos 829More Sharing ServicesBarcelona (Agencias).- El actor gaditano Juan Luis Galiardo ha fallecido este viernes a los 72 años de edad en la clínica de la Zarzuela de Madrid, según informaron fuentes cercanas al intérprete. Galiardo ha muerto tras "una rápida y devastadora" enfermedad, dijo a EFE su representante, Anabel Mateo.
El actor cuenta con una exitosa carrera profesional, que engloba más de un centenar de películas, teatro y otras tantas series de televisión, permaneció trabajando hasta sus últimos días, compaginando el rodaje de la serie Gran Hotel que está previsto que se estrene en otoño en Antena 3, con el final de la gira de El Avaro, su último y exitoso proyecto teatral.
El cuerpo del actor será incinerado y el sepelio será organizado en la más estricta intimidad. Hasta ese momento el cuerpo permanecerá en el Tanatorio M-30 de Madrid.
La familia ha hecho una petición a todos los amigos y periodistas respeten esta petición y agradecen las muestras de cariño recibidas en los últimos días. El actor expresó su última voluntad pidiendo a cuantos le conocían y admiraban, le recordaran a través de sus interpretaciones.
Más de un centenar de interpretaciones en cine, TV y teatro
Juan Luis Galiardo Comes, nacido en San Roque (Cádiz) el 2 de marzo de 1940, ha participado en más de un centenar de películas, obras de teatro y series de televisión desde que comenzara en el mundo de la interpretación, debutando con un papel de galán en 1960 y después de dejar sus estudios de Económicas e Ingeniería Agrónoma en Madrid.
Ese registro como uno de los galanes del cine español le llevó a dar el salto al extranjero, especialmente en México, donde interpretó diversos papeles y desarrolló una gran actividad televisiva.
A su regreso a España fundó con varios amigos una productora, Penélope Films, responsable de la película El disputado voto del señor Cayo (1986), de Antonio Giménez Rico, y de la serie televisiva Turno de oficio, que supuso el lanzamiento del actor Juan Echanove, con el que formaría una de las parejas del cine español, trabajando después juntos en Suspiros de España (y Portugal).
A lo largo de su carrera profesional ha compaginado papeles protagonistas con personajes secundarios. Títulos como Soldadito español (1988), de Antonio Giménez Rico; Don Juan, mi querido fantasma (1989), de Antonio Mercero; Pajarico (1997), de Carlos Saura; y más recientemente El caballero Don Quijote (2002), de Manuel Gutiérrez Aragón; o El oro de Moscú (2002), de Jesús Bonilla, dan buena cuenta de su variedad de registros y su prolífica trayectoria. Esta carrera vuelve a estar unida a la cinematográfica iberoamericana con sus trabajos en Papeles secundarios (1989), de Orlando Rojas, y I love Miami (Dios o demonio) (2006), de Alejandro González Padilla.
En este último filme, encarna al dictador cubano Fidel Castro, parodiando su posible huida a Miami como cualquier otro balsero tras haber sido víctima de un atentado y haber sobrevivido a un naufragio. Una vez allí, conoce la otra cara de Cuba y planea su regreso para retomar el poder. De su currículum cabe destacar su nominación al Goya a la Mejor Interpretación Masculina de Reparto en 1989, por su papel en la película El vuelo de la paloma (1989), de José Luis García Sánchez; y el Goya que obtuvo a la Mejor Interpretación Masculina en el año 2000 por Adiós con el corazón (1999), del mismo realizador.
Sus últimos trabajos cinematográficos son Miguel y William, de Inés París; El coronel Maciá, de Josep María Forn; y Clandestinos, de Antonio Hens, de 2007, y más recientemente La daga de Rasputín, de Jesús Bonilla, y La chispa de la vida, de Álex de la Iglesia.
Carlos Saura, Luis García Berlanga, Jaime de Armiñán, Antonio Mercero, José Luis Cuerda o Fernando Trueba son algunos de los realizadores que han dirigido a Juan Luis Galiardo que, no obstante, también ha trabajado bajo las órdenes de directores internacionales como Charlton Heston, Ken Annakin, Enzo Castellari y Alberto Lattuada y junto a actrices de la talla de Sophia Loren, Silvana Pampanini o Geraldine Chaplin.
Teatro y television
Compaginó su formación de actor con su trabajo en el teatro y en la televisión. Junto con otros actores fundó el grupo T.E.I (Teatro Experimental Independiente), dirigido por Miguel Narros.
En teatro, había intervenido recientemente en la obra El ávaro de Moliére (2010-2011) y, anteriormente, en Edipo Rey (2008), de Sófocles (2008) o Comedias Bárbaras, de Valle-Inclán (2003). Anteriormente participó en obras como 'Antígona', de Sófocles; La malquerida, de Jacinto Benavente; Los buenos días perdidos, de Antonio Gala; Retablo jovial, de Alejandro Casona; o Numancia, dirigida por Miguel Narros.
Desde su debut en las tablas del teatro con Humo, de Juan Carlos Rubio, también intervino en obras como El cuerpo, de Lauro Olmo; El rey Lear, dirigida también por Narros; La Celestina, de Fernando de Rojas; Seis personajes en busca de autor, de Luigi Pirandello; La visita de la vieja dama, de Friedrich Dürrenmatt; Las últimas lunas, de Furio Bordón; y Un hombre de suerte, de José Luis Alonso de Santos.
No menos importante es su extensa carrera en televisión, donde ha participado en una veintena de series y películas para televisión desde que en 1966 participara en Novela y, sobre todo, del salto que supuso para él su intervención en Turno de oficio. Así, ha intervenido en series como Farmacia de Guardia, La Regenta, Moncloa, ¿dígame? y, más recientemente, Mi teniente, Martes de Carnaval y 23-F: El día más difícil del Rey.
Actualmente estaba rodando Gran Hotel, que Antena 3 prevé estrenar este otoño. A lo largo de su larga carrera, el actor gaditano ha ganado un Goya por Adiós con el corazón (2000), el Fotogramas de Plata por Turno de Oficio: Diez años después (1996), la Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos por sus actuaciones en 1968. Asimismo, ha sido reconocido por el Festival de Cine Iberoamericano de Huleva, el Festival de Cine Español de Málaga y el Festival de Cine Hispano de Miami.
Damablanca- Cantidad de envíos : 5190
Localización : España
Fecha de inscripción : 18/02/2008
Re: Fallece Juan Luis Galiardo
Lo recuerdo en algunas películas. Era muy guapo. Es una pena, descanse en paz.
Ety
Ety
Ety- Cantidad de envíos : 5484
Localización : México, D.F.
Fecha de inscripción : 18/02/2008
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