Carlos Monsiváis

En México, desde ayer, estamos incompletos. Se nos fue Carlos Monsiváis, el intelectual, el cronista, el escritor, el genio, no sabría como describirlo, lo que se es que de estos hombres no hay mucho, y México no es el mismo sin Monsi.


Prosigue adiós a Monsiváis; lo trasladan a Bellas Artes

El cuerpo del cronista de los últimos años en México y uno de los intelectuales más críticos y populares fue recibido entres lluvias de aplausos. Se programó para las 13:00 horas su traslado al crematorio.

Carlos Monsiváis, considerado el gran cronista de las últimas décadas en México y uno de sus intelectuales más críticos y populares, recibe este domingo un homenaje de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes, el cual inició a las 10:00 de la mañana y de ahí será llevado al crematorio.

El máximo recinto cultural de México, homenajeará al escritor, de acuerdo a su talla y talento.

Asimismo, el pueblo de México se podrá despedir de quien fue el observador y cronista de la cultura popular más influyente de las últimas cuatro décadas mexicanas.

Entre aplausos de familiares, amigos y curiosos, salió del Museo de la Ciudad de México el féretro con el cuerpo del escritor.

Monsiváis murió ayer sábado a los 72 años después de varios meses hospitalizado por una fibrosis pulmonar.

Su voz y pensamiento crítico y afilado fue durante largos años omnipresente en los grandes medios de comunicación escritos y televisivos de México, lo que le convirtió en uno de los intelectuales más reconocidos y queridos del país.

Su popularidad llegaba a tal punto que su amigo y poeta José Emilio Pacheco, vigente premio Cervantes, dijo una vez que era el único escritor "que la gente reconoce en la calle".

Autores como Carlos Fuentes o Elena Poniatowska, amigos de Monsiváis desde que iniciara su carrera hacia medio siglo, resaltaron este sábado el valor del excepcional cronista.

Era un "grandísimo escritor que renovó el género del ensayo en México. Lo sacó de modos un poco anticuados y le dio una vitalidad, una novedad, una capacidad de abarcar todos los temas de la vida de México, social, cultural, política, que lo convierte seguramente en el más importante ensayista moderno de México", dijo Fuentes.

"Era un espíritu vivo, un espíritu audaz, un espíritu crítico", definió.

Nacido en 1938 en la Ciudad de México, Monsiváis estudió en la Escuela de Economía y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Su trayectoria incluye más de 50 títulos, como Días de guardar (1970) o Aires de familia (2000). A principios de marzo de este año presentó su última obra, Apocalipstick, una recopilación de crónicas de la capital mexicana.

Ha sido reconocido con múltiples galardones como el Premio Anagrama de Ensayo 2000 y el de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2006 (anterior premio Juan Rulfo), además de doctorados honoris causa por universidades como la de San Marcos (Perú) o de Arizona (Estados Unidos).

Su vida personal, firmemente asociada, como su obra, a la Ciudad de México, también ofreció innumerables anécdotas como su convivencia desde hacía largos años con más de una docena de gatos o que era reacio a utilizar celulares y, cuando alguien le llamaba a su domicilio, inevitablemente imitaba la voz de una empleada doméstica para despistarle.

Desde que el 2 de abril fuera ingresado en terapia intensiva en el hospital capitalino Salvador Zubirán, la Secretaría de Salud Salud había emitido varios comunicados sobre el estado de Monsiváis hasta que este sábado confirmó su deceso.

El escritor fue velado desde la noche del sábado en el Museo de la Ciudad de México.

Convertido en capilla ardiente, el Museo comenzó a abarrotarse de amigos, intelectuales, artistas, funcionarios culturales, políticos, empresarios, activistas sociales y un numeroso contingente de periodistas, desde casi dos horas antes de que el féretro con los restos del escritor llegara al recinto y fuera colocado en el patio central del mismo, alrededor de las 21:30 horas, al lado de una enorme fotografía suya con un gato y en medio de largas ovaciones.

Fue escasa la presencia del pueblo, esa sociedad que el cronista hizo tantas veces visible en sus trabajos. Acaso fue por la hora en que comenzó la ceremonia fúnebre. Acaso por la lluvia que cayó de manera intermitente durante toda la tarde y noche. Acaso porque en ciertos momentos personal de seguridad del museo impidió el paso de forma inexplicable.

La primera guardia fue montada por la escritora Elena Poniatowska, la antropóloga Martha Lamas, el rector de la UNAM, José Narro Robles, y Rubén Sánchez Monsiváis, primo del autor, además de la secretaria de Cultura del Distrito Federal, Elena Cepeda, y Sáizar.

Permanecían en espera las escritoras Margo Glanz, Laura Emilia Pacheco, Cristina Pacheco, así como sus colegas José María Pérez Gay, Ignacio Solares, Sealtiel Alatriste y Federico Campbell; los historiadores Alejandra Moreno Toscano, Enrique Florescano, y los promotores culturales Ignacio Toscano y José Luis Paredes Pacho.

Uno de los momentos más estremecedores de la noche fue cuando el flautista Horacio Franco, después de montar guardia, de manera espontánea interpretó con su instrumento un par de piezas de un compositor holandés del siglo XVII, y la Pavana lágrima, de John Dowload.

Se informó que mañana a las 13:00 horas se llevará a cabo otro homenaje en el Teatro de la Ciudad, para que después sean depositadas sus cenizas en el Museo del Estanquillo.

Lo siento mucho Ety, cuando leía las crónicas sobre la muerte de Saramago me topé también con el nombre de Carlos, es una lástima que hayan desaparecido dos grandes intelectuales y escritores en tan corto espacio de tiempo, me recuerda lo que pasó el año pasado, que perdimos con un mes de diferencia a Idea Vilariño y a Mario Benedetti, por suerte, a todos ellos los podemos seguir oyendo cuando leemos sus libros.

Besos
Mª Dolores

MEXICO ENTERO LLORA A SU MAXIMO CRONISTA, CARLOS MONSIVAIS


El país entero lloró y dio el postrer adiós al escritor Carlos Monsiváis, una de los intelectuales más destacados y llamado "la conciencia crítica de México", fallecido ayer, quien elevó a la categoría de género literario la crónica urbana y el arte popular a los museos.
El autor de "Amor perdido" y "Los rituales del caos" falleció el sábado a los 72 años, luego de varias semanas de internación por una fibrosis quística, dolencia pulmonar.
El cuerpo del cuentista, cronista, ensayista, fabulista, periodista, crítico de cine y pintura (1938-2010) recibió en el Palacio de Bellas Artes un homenaje póstumo de personalidades del arte, la política y la sociedad, sólo comparado como los que recibieron figuras populares del cine como María Félix y Pedro Infante.
El féretro del autor de "Días de guardar" -cubierto por la bandera del orgullo gay, la mexicana, así como la de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)- permaneció tres horas en Bellas Artes tras ser velado en el Museo de la Ciudad de México, donde el sábado hubo un desfile de personalidades de la escena pública nacional.
El ataúd, trasladado sobre una gran alfombra roja, ingresó a las 10 locales (15 GMT) a Bellas Artes para recibir un homenaje de cuerpo presente, donde participaron entre otros el ex candidato presidencial Andrés López Obrador, el rector de la UNAM, José Narro, el ministro de Educación, Alfonso Lujambio, y el alcalde de la capital, Marcelo Ebrard.
El flautista Horacio Franco, amigo de Monsiváis, interpretó una pieza musical a modo de réquiem.
El cortejo fúnebre partió desde el Palacio de Bellas Artes rumbo al Panteón Francés a las 13 horas (18 GMT) donde sería finalmente incinerado. Las cenizas serán llevadas al Teatro de la Ciudad, en el cual mañana se prevé otro homenaje.
"Qué vamos a hacer sin ti, Monsiváis", le dijo su amiga y escritora Elena Poniatowska, mientras transcurrían sus exequias en el máximo recinto de la cultura mexicana -de mármol de carrara- en el centro histórico de la ciudad capital.
"Es un honor, estar con Monsiváis", "Se ve, se siente, Monsiváis está presente", gritaba una pequeña multitud al salir el ataúd del palacio, en medio del griterío y los acordes de un mariachi, la típica banda musical.
Previamente, un organillo callejero le tocó "Las Mañanitas", la tradicional melodía de las despedidas y un trío cantó en su honor "Ojalá que te vaya bonito".
Junto al féretro fue colocado una fotografía donde se veía a Monsiváis hablando en su casa por teléfono y uno de sus 12 gatos -a los que amaba hasta la obsesión- lo observaba atentamente. Personalidades de la intelectualidad, la política y hasta del pueblo tributaron ovaciones a Monsiváis, el "único escritor al que los mexicanos reconocen y saludan en las calles", como lo definía su amigo el poeta José Emilio Pacheco.
La Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México le dedicó el sábado su penúltimo concierto de la temporada en la Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollín Yoliztli.
El Congreso federal anunció que le organizará el próximo 23 de junio un homenaje, según dijo la senadora María Rojo, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática, quien señaló que el país queda desamparado "pues él era el pulso de México, la brújula a seguir, el alma de los que no tienen palabra y el representante de las minorías".
Pero la mejor definición de Monsiváis la formuló su amigo, el historiador Enrique Krauze, director de la revista Literaria Letras Libres, y discípulo del fallecido Premio Nobel de Literatura Octavio Paz, quien lo calificó como "una enciclopedia andante", un nombre "de humor rapidísimo y letal como el de Groucho Marx".
"Las ocurrencias verbales de Monsiváis eran inagotables. Era sarcástico, mordaz, pícaro (a veces críptico). Amaba el contraste súbito, descubría el lado absurdo de las cosas y las personas", indicó. Monsiváis también era un obsesivo coleccionista de arte popular y legó todo su acervo al Museo del Estanquillo, de la capital, donde se exhibe permanentemente.

Siento la pérdida Ety, me ha conmovido la crónica de su funeral, con las canciones y los homenajes del pueblo mejicano. Que descanse en paz.

Una nueva pérdida intelectual. Lo lamento mucho, Ety. Que descanse en paz.

Damablanca.

Reeditan primera novela de temática gay de México, con prólogo de Monsiváis

Los 41 homosexuales mexicanos detenidos en 1901 por divertirse en una fiesta son recordados en una novela publicada en 1906 y considerada la primera de temática gay de México, que reedita ahora la Universidad Nacional Autónoma (UNAM), con prólogo del recientemente fallecido escritor Carlos Monsiváis.

"Los cuarenta y uno: novela crítico-social" recupera una obra publicada por primera vez en 1906, que relata la redada que, cinco años antes, se saldó con la detención de los asistentes a un baile clandestino de parejas homosexuales, explicó hoy a Efe Rosa Beltrán, directora de Literatura de la UNAM.

"La novela estuvo oculta durante muchos años, y ello obedece, igual que el caso al que hace referencia, a un acto claro de censura", consideró Beltrán, que añadió que el autor original, quien firma con el pseudónimo de Eduardo A. Castrejón, siempre quiso esconder su identidad.

El relato de Castrejón describe la madrugada del 17 de noviembre de 1901, cuando la Policía mexicana llegó a una fiesta en el barrio capitalino de San Ángel donde sorprendió a 41 hombres, la mitad vestidos de mujer.

Esa censura que mencionó Beltrán respondía a "la necesidad de la sociedad de mantener oculta una realidad que es capaz de tolerar, siempre y cuando se mantenga oculta en una suerte de submundo, pero ante la que se indigna cuando es sacada a la luz".

Todavía hoy, en un país que cuenta con dos estados (Distrito Federal y Coahuila) en los que las uniones entre personas del mismo sexo son legales, el número 41 arrastra connotaciones peyorativas asociadas con la homosexualidad, recordó Beltrán.

Los colectivos gay de México quisieron darle la vuelta a este estigma y utilizaron dicho número para los nombres de discotecas, locales y asociaciones.

Sin embargo, como destacó, resulta extraño que un baile de parejas contara con una cifra impar de asistentes. El 42 era Ignacio de la Torre, sobrino político del entonces presidente Porfirio Díaz y cuyo nombre se borró de la lista y fue liberado.

Él no sufrió el mismo trato que sus compañeros de fiesta, del que se han ofrecido muchas versiones: que se les deportó a Yucatán, que fueron encarcelados o que fueron obligados a barrer las calles con los mismos vestidos de mujer con los que se les detuvo.

El grabado que ejerce de portada de la novela retrata esta última versión, que centró también algunas de las caricaturas publicadas por la prensa sensacionalista de la época.

El estudio crítico de Monsiváis, a quien, como lamentó Beltrán, la muerte sorprendió antes de que pudiera asistir a la reedición de este libro, constata que, con excepción de algunas menciones elípticas anteriores, ésta es la primera novela gay mexicana.

El de Monsiváis es "un recorrido lúcido, minucioso y muy informado sobre la aparición de la homosexualidad en la literatura mexicana", apuntó.

La historia que se oculta tras el número 41 fue censurada por mucho tiempo, según Beltrán, porque "contradice las versiones de la hombría y la virilidad con las que se construía la identidad del mexicano en las novelas y las películas de la primera mitad del siglo pasado".

'Los cuarenta y uno: novela crítico-social' inaugura una colección de literatura y estudio que editará la UNAM.

Monsi: el Villa de la Literatura o el testimonio del caos

(Desde la FIL de Guadalajara, México)

Monsi está presente a través de evocaciones literarias y de sus obras, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).

Aquí, en los corredores de Expo Guadalajara, esta fiesta del lenguaje es un cuadro a estudiar por un antropólogo o por un entomólogo, con sus cuantiosas hormigas humanas recorriendo las casas editoriales, aromándose de libros, de café o cerveza, de comida rápida. Aquí, en la celebración cultural más grande de nuestro país y de América donde también se escucha música o se contemplan exposiciones de libros antiguos, la galardonada en 2010, con el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, Margo Glantz, fue una de las luminarias que participaron en el homenaje que se rindió a Carlos Monsiváis, y quien lo bautizó como “El Pancho Villa de la Literatura”.

En la amplia sala donde se reunieron diferentes generaciones a escuchar a los amigos de Monsi, también Braulio Peralta y Sergio Pitol entregaron sus recuerdos, y Rolando Cordera envió un texto que fue leído por Francisco Gómez Ruiz.

Quien abrió el homenaje fue Braulio Peralta, destacando la vívida alteridad ciudadana reflejada en las crónicas de Monsi, quien además escribía en defensa de la libertad sexual. Lo retrató como un hacedor de aforismos espléndido. El legado que dejó el mayor cronista de lo urbano y la cultura popular de nuestro país, fue elogiado también a través del texto de Rolando Cordera, quien destacó su crítica a las buenas costumbres, su tono humorístico e impertinente y su participación en el movimiento estudiantil de 1968.

Para él, con Monsiváis inicia la narración de una “realidad social que desde el general Cárdenas había carecido de registro”. Por su parte, Sergio Pitol, calificó la crónica de Monsi, como un “testimonio del caos”, y dijo que lo conoció en el año de 1953, cuando como parte del comité universitario acudieron a una marcha a favor de Guatemala, en los días que antecedieron a la ocupación estadounidense. En aquella oportunidad —destaca—, estuvieron presentes en compañía de Diego Rivera, Frida Kahlo, Carlos Pellicer, Juan O’Gorman, entre otros artistas mexicanos.

Sergio Pitol, entrañable amigo de Carlos Monsiváis, añadió: “En aquel tiempo me llevó un cuento para leer: ‘Fino Acero de Niebla’ era el título. Sólo recuerdo que nada tenía que ver con lo que en ese tiempo era la literatura mexicana, un fino lenguaje, una construcción que exigía del lector un esfuerzo para más o menos orientarse.

Carlos reunía en su cuento dos elementos que en un futuro definirían su estilo: un interés por lo popular, en ese caso la lenguade los barrios bravos, y una pasión por la forma, elementos que por lo general no suelen coincidir Para concluir el homenaje,

Margo Glantz destacó la habilidad de memorizar de Monsiváis: “Recitaba completo a San Juan de la Cruz”. Y lo describió como “ubicuo, omnipresente e impredecible”, capaz de andar por diferentes puntos geográficos de la República Mexicana, en conferencias en La Paz, en Sonora, o bien, en Buenos Aires, Bolivia, Noruega o Londres.

Glantz, miembro de Número de la Academia Mexicana de la Lengua, destacó el valor de la novela, la crónica y la parodia de Monsi, su interés para develar de la realidad mexicana caricaturizándola con aguda precisión.

“Con Carlos Monsiváis, la historia del país se fue haciendo visible a nuestros ojos”. Además, acertadamente lo comparó con Francisco Villa, ya que: “sus ocurrencias siempre daban en el blanco y pegaban duro”.

Margo Glantz se dijo deseosa de encontrar nuevamente a Monsi, pero más allá de este mundo, a quien seguro encontraría redactando el prólogo de la Biblia, libro que conocía muy bien, disfrutando al corregir las Sagradas Escrituras.

Salimos del homenaje y el hormiguero humano sigue. La FIL apenas está desplegando sus largos horarios y ofertas. Hay que perderse en sus pasillos de nuevo, y al concluir,escuchar a Café Quijano.