Marea negra
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Marea negra
De nuevo salta a los periódicos el tema de una nueva marea negra. Esta vez le tocó en desgracia al Golfo de México.
Este tipo de accidentes se ha convertido en las últimas décadas en algo casi pandémico que afecta a todo el planeta como si no existieran fórmulas para evitar este tipo de catástrofes ecológicas.
Como siempre se tomarán medidas "a posteriori". No tiene remedio.
Se me ocurre pensar, al hilo de esta cuestión, en la cantidad de "mareas negras" que se provocan a diario, mareas que inundan la convivencia, la educación, la economía, la cultura, intoxicaciones masivas que siempre se consideran como tales cuando ya es tarde o, como siempre, hay que buscarles remedio en vez de prevención.
Hoy hablaba con un escritor y colaborador en varias revistas, Julio Benayas, "El Viejo Gañán" para los amigos y lectores. Hablábamos de la importancia del apego a lo esencial, de que los espárragos no se crían en lata, del mimo con que debemos cuidar nuestro entorno y del distanciamiento que existe entre la juventud actual y lo básico de la vida, lo que nace de la tierra, la mano manchada de barro, la naturaleza. Hablábamos también del "entontamiento" colectivo, de los programas de televisión superficiales, de lo "light", de los "best seller" insustanciales, de la importancia de no perder cada cual sus raíces para no dejarse diluir por esa marea negra que pretende manipularnos como marionetas. Por favor, que no se pierda lo esencialmente humano, la capacidad de pensamiento, la capacidad de crítica, el amor y el respeto por la espiga y el pan, en fin, que no nos cubran la piel y las entrañas de "chapapote", que no dejemos de ser quienes somos. Hablábamos de la necesidad de sentarse a la sombra y escuchar el silencio, el mejor método para escucharnos a nosotros mismos.
Damablanca.
Este tipo de accidentes se ha convertido en las últimas décadas en algo casi pandémico que afecta a todo el planeta como si no existieran fórmulas para evitar este tipo de catástrofes ecológicas.
Como siempre se tomarán medidas "a posteriori". No tiene remedio.
Se me ocurre pensar, al hilo de esta cuestión, en la cantidad de "mareas negras" que se provocan a diario, mareas que inundan la convivencia, la educación, la economía, la cultura, intoxicaciones masivas que siempre se consideran como tales cuando ya es tarde o, como siempre, hay que buscarles remedio en vez de prevención.
Hoy hablaba con un escritor y colaborador en varias revistas, Julio Benayas, "El Viejo Gañán" para los amigos y lectores. Hablábamos de la importancia del apego a lo esencial, de que los espárragos no se crían en lata, del mimo con que debemos cuidar nuestro entorno y del distanciamiento que existe entre la juventud actual y lo básico de la vida, lo que nace de la tierra, la mano manchada de barro, la naturaleza. Hablábamos también del "entontamiento" colectivo, de los programas de televisión superficiales, de lo "light", de los "best seller" insustanciales, de la importancia de no perder cada cual sus raíces para no dejarse diluir por esa marea negra que pretende manipularnos como marionetas. Por favor, que no se pierda lo esencialmente humano, la capacidad de pensamiento, la capacidad de crítica, el amor y el respeto por la espiga y el pan, en fin, que no nos cubran la piel y las entrañas de "chapapote", que no dejemos de ser quienes somos. Hablábamos de la necesidad de sentarse a la sombra y escuchar el silencio, el mejor método para escucharnos a nosotros mismos.
Damablanca.
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