Salud: Cuerpo y Alma
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Salud: Cuerpo y Alma
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Francisco González Crussí habla en entrevista sobre la deshumanización de la profesión
“Para la medicina ya no hay alma, sólo estados bioquímicos”
■ En los países desarrollados perciben al cuerpo como máquina, y los doctores son los técnicos, dice el patólogo
Francisco González Crussí habla en entrevista sobre la deshumanización de la profesión
“Para la medicina ya no hay alma, sólo estados bioquímicos”
■ En los países desarrollados perciben al cuerpo como máquina, y los doctores son los técnicos, dice el patólogo
■ Dictará el martes la conferencia Consideraciones sobre la muerte, en la UNAM
Tania Molina Ramírez
Ampliar la imagen Esa falta de sensibilidad en los médicos cambiará porque se están dando cuenta de que la gente espera más de ellos, aseguró a La Jornada el notable patólogo Esa falta de sensibilidad en los médicos cambiará porque se están dando cuenta de que la gente espera más de ellos, aseguró a La Jornada el notable patólogo Foto: Luis Humberto González
En Estados Unidos los enfermos en un hospital son percibidos como meras maquinarias que pasan por una banda industrial, y los médicos son los técnicos. Decenas de millones, incluyendo los indocumentados que carecen de seguro médico, ni siquiera tienen acceso pleno a esto, lo cual es “obsceno, da asco que la sociedad haya llegado a eso”, opinó el reconocido patólogo mexicano Francisco González Crussí, quien lleva viviendo en el país vecino 50 de sus 72 años.
Antes, “el médico era una especie de hombre sabio, que no sólo curaba las enfermedades, sino aconsejaba, tenía una visión de la vida, del porqué estamos aquí y de cómo consolarnos cuando sufrimos. Ahora es el técnico que compone la maquinaria descompuesta”, siguió el doctor, radicado en Chicago.
El cambio está relacionado con el modo de percibir el cuerpo (su libro La fábrica del cuerpo, editado por Cuadernos de Quirón, trata sobre el tema). “Ha habido un tremendo avance tecnológico”, y en los países industrializados se concibe al cuerpo “como mera maquinaria, un reloj con sus ruedecillas y sus engranajes. Pero el ser humano es más que el cuerpo. La sique o, como antes se decía, el alma; ahora no es más que resultado de reacciones bioquímicas que pasan por el cerebro. Ya no hay emociones, amor, nomás estados bioquímicos”. Por tanto, sale sobrando el hombre sabio. Basta tener un técnico.
“Claro que hay diferencias individuales” (entre los médicos), pero “no tienen la formación humanística para hacerlo bien. En Estados Unidos es peor” porque se le pide al estudiante de medicina que curse tantas materias que demandan tanto tiempo, que cuando sí tienen clases relacionadas con la ética biomédica, con algo que les dé una visión humanística, “son cursos fáciles, los maestros son barcos.
“Para responder a su función como médico les basta saber aquello que considera al hombre como pura máquina. Así los han formado. ¿Cómo va a cambiar esto? No sé. Va a cambiar, porque ahora los médicos se están dando cuenta de que la gente espera algo más de ellos.”
Las aseguradoras han jugado un papel en el deterioro del papel del profesional: “Si un médico a la vieja usanza dice que para entender a un paciente ‘mejor me voy a sentar a platicar con él para ver cómo le va en su vida’, ese tiempo, según las aseguradoras, es ‘no rembolsable’”.
Para González, el cuerpo, “en efecto, en gran medida es máquina. Mientras más lo estudiamos, más comprendemos lo intrincado que es, y en mayor medida podemos intervenir y modificarlo, hasta el punto de que ya se puede meter un gen. El cuerpo es máquina hasta el punto en que podemos intervenir en su construcción. Eso sí que es nuevo.
“Pero somos más que la pura máquina. Somos nuestra historia, nuestros recuerdos, las emociones, la visión del futuro, que no están en ningún lado de la máquina. La idea no es mía: somos más que nosotros, y la humanidad sólo se alcanza viviendo en sociedad.”
La muerte, ayer y hoy
El médico, que ha dedicado estos seis años de jubilado a su otra pasión, la literatura, impartirá el martes 8, a las 12 horas, una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), titulada Consideraciones en torno a la muerte, dentro del coloquio Retóricas de la enfermedad, organizado por esa casa de estudios y la Cuadernos de Quirón.
La plática “no es técnico-médica o científica”, aclaró. Tiene, más bien, “un cariz filosófico”.
Anunció que hablará sobre “cómo ha cambiado la percepción de la muerte en el curso del tiempo y con distintas sociedades”, desde el punto de vista Occidental, además de “los aspectos universales”.
Hoy, la muerte se enfrenta de un modo muy distinto: “Antes, uno estaba rodeado de la familia, era la buena muerte después de una vida rica y uno podía decir algunas palabras de sabiduría para los que quedan vivos. En cambio, hoy no puede uno decir ni palabra porque está uno entubado, con electrodos. Hay alguien que le llama ‘la extremaunción tecnológica’, es el nuevo estilo de muerte”.
El público, dijo el autor de The Day of the Dead (Harcourt Brace, 1993), no debe esperar respuestas finales ni aspectos religiosos.
La mayor parte de la obra escrita de González Crussí es, naturalmente, sobre el cuerpo y la enfermedad. Publicó su primera colección de ensayos, Notas de un anatomista, que ha sido traducido “como a 10 idiomas”, cuando tenía más de 50 años.
De la Obrera a Chicago
Francisco González nació en la colonia Obrera y vivió ahí los primeros 25 años de su vida: “Mi madre era viuda y pasó las de Caín para mantenernos a mí y a mi hermana”. Cuando llegó la hora de elegir carrera le gustaba mucho la literatura y la filosofía, pero pensó, “¿qué voy a hacer como filósofo?, ¿cómo la voy a ayudar? La otra cosa que siempre me pareció muy bonita era la medicina (con la imagen del médico como hombre sabio, medio filósofo), y no me arrepiento”.
Se casó con una mexicana que vivía a dos cuadras de su casa, en la Obrera. Se fueron a Estados Unidos.
“Veía que todos los mejores médicos de México venían con entrenamiento de Estados Unidos. De los que más admiraba yo, uno todavía está vivo, el doctor (Ruy) Pérez Tamayo. No fue mi profesor, pero cuando lo veía en las conferencias me deslumbraba: joven y elocuente, traía una visión dinámica de la patología, más experimental. Había traído todo eso de Estados Unidos. Y dije, ‘me voy a Estados Unidos’”.
En ese tiempo, siguió, “la antorcha de la patología había pasado de Alemania a Estados Unidos. Allá fui con objeto de especializarme en patología y regresar a trabajar. Pero no era fácil: no había empleo”, así que decidió quedarse un año “mientras conseguía una buena chamba. Pero la vida se complica, el regreso se hace más difícil a medida que los años pasan”.
Toda su carrera la hizo en un hospital pediátrico. Fue jefe del servicio de patología del Children’s Memorial Hospital, en Chicago.
Respecto de si cree que las emociones se plasman en el cuerpo, opinó: “Estoy convencido de que así es. Antes decían que eso del corazón roto era pura metáfora, pero hoy se ha visto que una gran decepción, la pérdida de un ser querido o un gran terror puede lesionarlo. Hay estudios que muestran una parte del corazón contraída y que nomás la otra parte late”, y “se ven pequeñas zonas de muerte del órgano.
“Así como el cuerpo se modifica con las emociones negativas, creo que también con las positivas: la felicidad, el amor, la amistad, aumentan la vitalidad. Pero de eso no conozco estudios científicos.”
–O sea que nuestra intuición colectiva es sabia.
–Así es, pero por supuesto que la última palabra la tienen los científicos, que lo comprueban de forma contundente y para todos.
Tania Molina Ramírez
Esa falta de sensibilidad en los médicos cambiará porque se están dando cuenta de que la gente espera más de ellos, aseguró a La Jornada el notable patólogo mexicano Francisco González
En Estados Unidos los enfermos en un hospital son percibidos como meras maquinarias que pasan por una banda industrial, y los médicos son los técnicos. Decenas de millones, incluyendo los indocumentados que carecen de seguro médico, ni siquiera tienen acceso pleno a esto, lo cual es “obsceno, da asco que la sociedad haya llegado a eso”, opinó el reconocido patólogo mexicano Francisco González Crussí, quien lleva viviendo en el país vecino 50 de sus 72 años.
Antes, “el médico era una especie de hombre sabio, que no sólo curaba las enfermedades, sino aconsejaba, tenía una visión de la vida, del porqué estamos aquí y de cómo consolarnos cuando sufrimos. Ahora es el técnico que compone la maquinaria descompuesta”, siguió el doctor, radicado en Chicago.
El cambio está relacionado con el modo de percibir el cuerpo (su libro La fábrica del cuerpo, editado por Cuadernos de Quirón, trata sobre el tema). “Ha habido un tremendo avance tecnológico”, y en los países industrializados se concibe al cuerpo “como mera maquinaria, un reloj con sus ruedecillas y sus engranajes. Pero el ser humano es más que el cuerpo. La sique o, como antes se decía, el alma; ahora no es más que resultado de reacciones bioquímicas que pasan por el cerebro. Ya no hay emociones, amor, nomás estados bioquímicos”. Por tanto, sale sobrando el hombre sabio. Basta tener un técnico.
“Claro que hay diferencias individuales” (entre los médicos), pero “no tienen la formación humanística para hacerlo bien. En Estados Unidos es peor” porque se le pide al estudiante de medicina que curse tantas materias que demandan tanto tiempo, que cuando sí tienen clases relacionadas con la ética biomédica, con algo que les dé una visión humanística, “son cursos fáciles, los maestros son barcos.
“Para responder a su función como médico les basta saber aquello que considera al hombre como pura máquina. Así los han formado. ¿Cómo va a cambiar esto? No sé. Va a cambiar, porque ahora los médicos se están dando cuenta de que la gente espera algo más de ellos.”
Las aseguradoras han jugado un papel en el deterioro del papel del profesional: “Si un médico a la vieja usanza dice que para entender a un paciente ‘mejor me voy a sentar a platicar con él para ver cómo le va en su vida’, ese tiempo, según las aseguradoras, es ‘no rembolsable’”.
Para González, el cuerpo, “en efecto, en gran medida es máquina. Mientras más lo estudiamos, más comprendemos lo intrincado que es, y en mayor medida podemos intervenir y modificarlo, hasta el punto de que ya se puede meter un gen. El cuerpo es máquina hasta el punto en que podemos intervenir en su construcción. Eso sí que es nuevo.
“Pero somos más que la pura máquina. Somos nuestra historia, nuestros recuerdos, las emociones, la visión del futuro, que no están en ningún lado de la máquina. La idea no es mía: somos más que nosotros, y la humanidad sólo se alcanza viviendo en sociedad.”
La muerte, ayer y hoy
El médico, que ha dedicado estos seis años de jubilado a su otra pasión, la literatura, impartirá el martes 8, a las 12 horas, una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), titulada Consideraciones en torno a la muerte, dentro del coloquio Retóricas de la enfermedad, organizado por esa casa de estudios y la Cuadernos de Quirón.
La plática “no es técnico-médica o científica”, aclaró. Tiene, más bien, “un cariz filosófico”.
Anunció que hablará sobre “cómo ha cambiado la percepción de la muerte en el curso del tiempo y con distintas sociedades”, desde el punto de vista Occidental, además de “los aspectos universales”.
Hoy, la muerte se enfrenta de un modo muy distinto: “Antes, uno estaba rodeado de la familia, era la buena muerte después de una vida rica y uno podía decir algunas palabras de sabiduría para los que quedan vivos. En cambio, hoy no puede uno decir ni palabra porque está uno entubado, con electrodos. Hay alguien que le llama ‘la extremaunción tecnológica’, es el nuevo estilo de muerte”.
El público, dijo el autor de The Day of the Dead (Harcourt Brace, 1993), no debe esperar respuestas finales ni aspectos religiosos.
La mayor parte de la obra escrita de González Crussí es, naturalmente, sobre el cuerpo y la enfermedad. Publicó su primera colección de ensayos, Notas de un anatomista, que ha sido traducido “como a 10 idiomas”, cuando tenía más de 50 años.
De la Colonia Obrera a Chicago
Francisco González nació en la colonia Obrera y vivió ahí los primeros 25 años de su vida: “Mi madre era viuda y pasó las de Caín para mantenernos a mí y a mi hermana”. Cuando llegó la hora de elegir carrera le gustaba mucho la literatura y la filosofía, pero pensó, “¿qué voy a hacer como filósofo?, ¿cómo la voy a ayudar? La otra cosa que siempre me pareció muy bonita era la medicina (con la imagen del médico como hombre sabio, medio filósofo), y no me arrepiento”.
Se casó con una mexicana que vivía a dos cuadras de su casa, en la Obrera. Se fueron a Estados Unidos.
“Veía que todos los mejores médicos de México venían con entrenamiento de Estados Unidos. De los que más admiraba yo, uno todavía está vivo, el doctor (Ruy) Pérez Tamayo. No fue mi profesor, pero cuando lo veía en las conferencias me deslumbraba: joven y elocuente, traía una visión dinámica de la patología, más experimental. Había traído todo eso de Estados Unidos. Y dije, ‘me voy a Estados Unidos’”.
En ese tiempo, siguió, “la antorcha de la patología había pasado de Alemania a Estados Unidos. Allá fui con objeto de especializarme en patología y regresar a trabajar. Pero no era fácil: no había empleo”, así que decidió quedarse un año “mientras conseguía una buena chamba. Pero la vida se complica, el regreso se hace más difícil a medida que los años pasan”.
Toda su carrera la hizo en un hospital pediátrico. Fue jefe del servicio de patología del Children’s Memorial Hospital, en Chicago.
Respecto de si cree que las emociones se plasman en el cuerpo, opinó: “Estoy convencido de que así es. Antes decían que eso del corazón roto era pura metáfora, pero hoy se ha visto que una gran decepción, la pérdida de un ser querido o un gran terror puede lesionarlo. Hay estudios que muestran una parte del corazón contraída y que nomás la otra parte late”, y “se ven pequeñas zonas de muerte del órgano.
“Así como el cuerpo se modifica con las emociones negativas, creo que también con las positivas: la felicidad, el amor, la amistad, aumentan la vitalidad. Pero de eso no conozco estudios científicos.”
–O sea que nuestra intuición colectiva es sabia.
–Así es, pero por supuesto que la última palabra la tienen los científicos, que lo comprueban de forma contundente y para todos.
Francisco González Crussí habla en entrevista sobre la deshumanización de la profesión
“Para la medicina ya no hay alma, sólo estados bioquímicos”
■ En los países desarrollados perciben al cuerpo como máquina, y los doctores son los técnicos, dice el patólogo
Francisco González Crussí habla en entrevista sobre la deshumanización de la profesión
“Para la medicina ya no hay alma, sólo estados bioquímicos”
■ En los países desarrollados perciben al cuerpo como máquina, y los doctores son los técnicos, dice el patólogo
■ Dictará el martes la conferencia Consideraciones sobre la muerte, en la UNAM
Tania Molina Ramírez
Ampliar la imagen Esa falta de sensibilidad en los médicos cambiará porque se están dando cuenta de que la gente espera más de ellos, aseguró a La Jornada el notable patólogo Esa falta de sensibilidad en los médicos cambiará porque se están dando cuenta de que la gente espera más de ellos, aseguró a La Jornada el notable patólogo Foto: Luis Humberto González
En Estados Unidos los enfermos en un hospital son percibidos como meras maquinarias que pasan por una banda industrial, y los médicos son los técnicos. Decenas de millones, incluyendo los indocumentados que carecen de seguro médico, ni siquiera tienen acceso pleno a esto, lo cual es “obsceno, da asco que la sociedad haya llegado a eso”, opinó el reconocido patólogo mexicano Francisco González Crussí, quien lleva viviendo en el país vecino 50 de sus 72 años.
Antes, “el médico era una especie de hombre sabio, que no sólo curaba las enfermedades, sino aconsejaba, tenía una visión de la vida, del porqué estamos aquí y de cómo consolarnos cuando sufrimos. Ahora es el técnico que compone la maquinaria descompuesta”, siguió el doctor, radicado en Chicago.
El cambio está relacionado con el modo de percibir el cuerpo (su libro La fábrica del cuerpo, editado por Cuadernos de Quirón, trata sobre el tema). “Ha habido un tremendo avance tecnológico”, y en los países industrializados se concibe al cuerpo “como mera maquinaria, un reloj con sus ruedecillas y sus engranajes. Pero el ser humano es más que el cuerpo. La sique o, como antes se decía, el alma; ahora no es más que resultado de reacciones bioquímicas que pasan por el cerebro. Ya no hay emociones, amor, nomás estados bioquímicos”. Por tanto, sale sobrando el hombre sabio. Basta tener un técnico.
“Claro que hay diferencias individuales” (entre los médicos), pero “no tienen la formación humanística para hacerlo bien. En Estados Unidos es peor” porque se le pide al estudiante de medicina que curse tantas materias que demandan tanto tiempo, que cuando sí tienen clases relacionadas con la ética biomédica, con algo que les dé una visión humanística, “son cursos fáciles, los maestros son barcos.
“Para responder a su función como médico les basta saber aquello que considera al hombre como pura máquina. Así los han formado. ¿Cómo va a cambiar esto? No sé. Va a cambiar, porque ahora los médicos se están dando cuenta de que la gente espera algo más de ellos.”
Las aseguradoras han jugado un papel en el deterioro del papel del profesional: “Si un médico a la vieja usanza dice que para entender a un paciente ‘mejor me voy a sentar a platicar con él para ver cómo le va en su vida’, ese tiempo, según las aseguradoras, es ‘no rembolsable’”.
Para González, el cuerpo, “en efecto, en gran medida es máquina. Mientras más lo estudiamos, más comprendemos lo intrincado que es, y en mayor medida podemos intervenir y modificarlo, hasta el punto de que ya se puede meter un gen. El cuerpo es máquina hasta el punto en que podemos intervenir en su construcción. Eso sí que es nuevo.
“Pero somos más que la pura máquina. Somos nuestra historia, nuestros recuerdos, las emociones, la visión del futuro, que no están en ningún lado de la máquina. La idea no es mía: somos más que nosotros, y la humanidad sólo se alcanza viviendo en sociedad.”
La muerte, ayer y hoy
El médico, que ha dedicado estos seis años de jubilado a su otra pasión, la literatura, impartirá el martes 8, a las 12 horas, una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), titulada Consideraciones en torno a la muerte, dentro del coloquio Retóricas de la enfermedad, organizado por esa casa de estudios y la Cuadernos de Quirón.
La plática “no es técnico-médica o científica”, aclaró. Tiene, más bien, “un cariz filosófico”.
Anunció que hablará sobre “cómo ha cambiado la percepción de la muerte en el curso del tiempo y con distintas sociedades”, desde el punto de vista Occidental, además de “los aspectos universales”.
Hoy, la muerte se enfrenta de un modo muy distinto: “Antes, uno estaba rodeado de la familia, era la buena muerte después de una vida rica y uno podía decir algunas palabras de sabiduría para los que quedan vivos. En cambio, hoy no puede uno decir ni palabra porque está uno entubado, con electrodos. Hay alguien que le llama ‘la extremaunción tecnológica’, es el nuevo estilo de muerte”.
El público, dijo el autor de The Day of the Dead (Harcourt Brace, 1993), no debe esperar respuestas finales ni aspectos religiosos.
La mayor parte de la obra escrita de González Crussí es, naturalmente, sobre el cuerpo y la enfermedad. Publicó su primera colección de ensayos, Notas de un anatomista, que ha sido traducido “como a 10 idiomas”, cuando tenía más de 50 años.
De la Obrera a Chicago
Francisco González nació en la colonia Obrera y vivió ahí los primeros 25 años de su vida: “Mi madre era viuda y pasó las de Caín para mantenernos a mí y a mi hermana”. Cuando llegó la hora de elegir carrera le gustaba mucho la literatura y la filosofía, pero pensó, “¿qué voy a hacer como filósofo?, ¿cómo la voy a ayudar? La otra cosa que siempre me pareció muy bonita era la medicina (con la imagen del médico como hombre sabio, medio filósofo), y no me arrepiento”.
Se casó con una mexicana que vivía a dos cuadras de su casa, en la Obrera. Se fueron a Estados Unidos.
“Veía que todos los mejores médicos de México venían con entrenamiento de Estados Unidos. De los que más admiraba yo, uno todavía está vivo, el doctor (Ruy) Pérez Tamayo. No fue mi profesor, pero cuando lo veía en las conferencias me deslumbraba: joven y elocuente, traía una visión dinámica de la patología, más experimental. Había traído todo eso de Estados Unidos. Y dije, ‘me voy a Estados Unidos’”.
En ese tiempo, siguió, “la antorcha de la patología había pasado de Alemania a Estados Unidos. Allá fui con objeto de especializarme en patología y regresar a trabajar. Pero no era fácil: no había empleo”, así que decidió quedarse un año “mientras conseguía una buena chamba. Pero la vida se complica, el regreso se hace más difícil a medida que los años pasan”.
Toda su carrera la hizo en un hospital pediátrico. Fue jefe del servicio de patología del Children’s Memorial Hospital, en Chicago.
Respecto de si cree que las emociones se plasman en el cuerpo, opinó: “Estoy convencido de que así es. Antes decían que eso del corazón roto era pura metáfora, pero hoy se ha visto que una gran decepción, la pérdida de un ser querido o un gran terror puede lesionarlo. Hay estudios que muestran una parte del corazón contraída y que nomás la otra parte late”, y “se ven pequeñas zonas de muerte del órgano.
“Así como el cuerpo se modifica con las emociones negativas, creo que también con las positivas: la felicidad, el amor, la amistad, aumentan la vitalidad. Pero de eso no conozco estudios científicos.”
–O sea que nuestra intuición colectiva es sabia.
–Así es, pero por supuesto que la última palabra la tienen los científicos, que lo comprueban de forma contundente y para todos.
Tania Molina Ramírez
Esa falta de sensibilidad en los médicos cambiará porque se están dando cuenta de que la gente espera más de ellos, aseguró a La Jornada el notable patólogo mexicano Francisco González
En Estados Unidos los enfermos en un hospital son percibidos como meras maquinarias que pasan por una banda industrial, y los médicos son los técnicos. Decenas de millones, incluyendo los indocumentados que carecen de seguro médico, ni siquiera tienen acceso pleno a esto, lo cual es “obsceno, da asco que la sociedad haya llegado a eso”, opinó el reconocido patólogo mexicano Francisco González Crussí, quien lleva viviendo en el país vecino 50 de sus 72 años.
Antes, “el médico era una especie de hombre sabio, que no sólo curaba las enfermedades, sino aconsejaba, tenía una visión de la vida, del porqué estamos aquí y de cómo consolarnos cuando sufrimos. Ahora es el técnico que compone la maquinaria descompuesta”, siguió el doctor, radicado en Chicago.
El cambio está relacionado con el modo de percibir el cuerpo (su libro La fábrica del cuerpo, editado por Cuadernos de Quirón, trata sobre el tema). “Ha habido un tremendo avance tecnológico”, y en los países industrializados se concibe al cuerpo “como mera maquinaria, un reloj con sus ruedecillas y sus engranajes. Pero el ser humano es más que el cuerpo. La sique o, como antes se decía, el alma; ahora no es más que resultado de reacciones bioquímicas que pasan por el cerebro. Ya no hay emociones, amor, nomás estados bioquímicos”. Por tanto, sale sobrando el hombre sabio. Basta tener un técnico.
“Claro que hay diferencias individuales” (entre los médicos), pero “no tienen la formación humanística para hacerlo bien. En Estados Unidos es peor” porque se le pide al estudiante de medicina que curse tantas materias que demandan tanto tiempo, que cuando sí tienen clases relacionadas con la ética biomédica, con algo que les dé una visión humanística, “son cursos fáciles, los maestros son barcos.
“Para responder a su función como médico les basta saber aquello que considera al hombre como pura máquina. Así los han formado. ¿Cómo va a cambiar esto? No sé. Va a cambiar, porque ahora los médicos se están dando cuenta de que la gente espera algo más de ellos.”
Las aseguradoras han jugado un papel en el deterioro del papel del profesional: “Si un médico a la vieja usanza dice que para entender a un paciente ‘mejor me voy a sentar a platicar con él para ver cómo le va en su vida’, ese tiempo, según las aseguradoras, es ‘no rembolsable’”.
Para González, el cuerpo, “en efecto, en gran medida es máquina. Mientras más lo estudiamos, más comprendemos lo intrincado que es, y en mayor medida podemos intervenir y modificarlo, hasta el punto de que ya se puede meter un gen. El cuerpo es máquina hasta el punto en que podemos intervenir en su construcción. Eso sí que es nuevo.
“Pero somos más que la pura máquina. Somos nuestra historia, nuestros recuerdos, las emociones, la visión del futuro, que no están en ningún lado de la máquina. La idea no es mía: somos más que nosotros, y la humanidad sólo se alcanza viviendo en sociedad.”
La muerte, ayer y hoy
El médico, que ha dedicado estos seis años de jubilado a su otra pasión, la literatura, impartirá el martes 8, a las 12 horas, una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), titulada Consideraciones en torno a la muerte, dentro del coloquio Retóricas de la enfermedad, organizado por esa casa de estudios y la Cuadernos de Quirón.
La plática “no es técnico-médica o científica”, aclaró. Tiene, más bien, “un cariz filosófico”.
Anunció que hablará sobre “cómo ha cambiado la percepción de la muerte en el curso del tiempo y con distintas sociedades”, desde el punto de vista Occidental, además de “los aspectos universales”.
Hoy, la muerte se enfrenta de un modo muy distinto: “Antes, uno estaba rodeado de la familia, era la buena muerte después de una vida rica y uno podía decir algunas palabras de sabiduría para los que quedan vivos. En cambio, hoy no puede uno decir ni palabra porque está uno entubado, con electrodos. Hay alguien que le llama ‘la extremaunción tecnológica’, es el nuevo estilo de muerte”.
El público, dijo el autor de The Day of the Dead (Harcourt Brace, 1993), no debe esperar respuestas finales ni aspectos religiosos.
La mayor parte de la obra escrita de González Crussí es, naturalmente, sobre el cuerpo y la enfermedad. Publicó su primera colección de ensayos, Notas de un anatomista, que ha sido traducido “como a 10 idiomas”, cuando tenía más de 50 años.
De la Colonia Obrera a Chicago
Francisco González nació en la colonia Obrera y vivió ahí los primeros 25 años de su vida: “Mi madre era viuda y pasó las de Caín para mantenernos a mí y a mi hermana”. Cuando llegó la hora de elegir carrera le gustaba mucho la literatura y la filosofía, pero pensó, “¿qué voy a hacer como filósofo?, ¿cómo la voy a ayudar? La otra cosa que siempre me pareció muy bonita era la medicina (con la imagen del médico como hombre sabio, medio filósofo), y no me arrepiento”.
Se casó con una mexicana que vivía a dos cuadras de su casa, en la Obrera. Se fueron a Estados Unidos.
“Veía que todos los mejores médicos de México venían con entrenamiento de Estados Unidos. De los que más admiraba yo, uno todavía está vivo, el doctor (Ruy) Pérez Tamayo. No fue mi profesor, pero cuando lo veía en las conferencias me deslumbraba: joven y elocuente, traía una visión dinámica de la patología, más experimental. Había traído todo eso de Estados Unidos. Y dije, ‘me voy a Estados Unidos’”.
En ese tiempo, siguió, “la antorcha de la patología había pasado de Alemania a Estados Unidos. Allá fui con objeto de especializarme en patología y regresar a trabajar. Pero no era fácil: no había empleo”, así que decidió quedarse un año “mientras conseguía una buena chamba. Pero la vida se complica, el regreso se hace más difícil a medida que los años pasan”.
Toda su carrera la hizo en un hospital pediátrico. Fue jefe del servicio de patología del Children’s Memorial Hospital, en Chicago.
Respecto de si cree que las emociones se plasman en el cuerpo, opinó: “Estoy convencido de que así es. Antes decían que eso del corazón roto era pura metáfora, pero hoy se ha visto que una gran decepción, la pérdida de un ser querido o un gran terror puede lesionarlo. Hay estudios que muestran una parte del corazón contraída y que nomás la otra parte late”, y “se ven pequeñas zonas de muerte del órgano.
“Así como el cuerpo se modifica con las emociones negativas, creo que también con las positivas: la felicidad, el amor, la amistad, aumentan la vitalidad. Pero de eso no conozco estudios científicos.”
–O sea que nuestra intuición colectiva es sabia.
–Así es, pero por supuesto que la última palabra la tienen los científicos, que lo comprueban de forma contundente y para todos.
Ety- Cantidad de envíos : 5484
Localización : México, D.F.
Fecha de inscripción : 18/02/2008
Re: Salud: Cuerpo y Alma
Muy interesantes, Ety, las consideraciones de este buen doctor.
Efectivamente, hoy en día no nos dan tiempo para hablar con los doctores. Te asignan un tiempo para reconocer la máquina, como dice el doctor, y luego te envian a las analíticas, radiografías y cosas así, que están bien, pero que necesitan de la charla con el médico a quien uno acude con fe y esperanza. La Sanidad gastaría menos dinero si los pacientes fueran escuchados porque en algunos casos no harían falta tantas pruebas ni tantos medicamentos.
Te dicen que para eso están los psiquiatras y psicológos, pero si vas por la sanidad pública te asignan una hora cada dos meses, o así. Y si quieres más, debes pagar a uno privado. Me parecería más adecuado el trato técnico y humano en la misma persona, el que atiende al paciente, la figura del doctor que antes sabía hasta lo que pasaba en tu familia, en tu vida.
Efectivamente, hoy en día no nos dan tiempo para hablar con los doctores. Te asignan un tiempo para reconocer la máquina, como dice el doctor, y luego te envian a las analíticas, radiografías y cosas así, que están bien, pero que necesitan de la charla con el médico a quien uno acude con fe y esperanza. La Sanidad gastaría menos dinero si los pacientes fueran escuchados porque en algunos casos no harían falta tantas pruebas ni tantos medicamentos.
Te dicen que para eso están los psiquiatras y psicológos, pero si vas por la sanidad pública te asignan una hora cada dos meses, o así. Y si quieres más, debes pagar a uno privado. Me parecería más adecuado el trato técnico y humano en la misma persona, el que atiende al paciente, la figura del doctor que antes sabía hasta lo que pasaba en tu familia, en tu vida.
Manuela- Cantidad de envíos : 598
Fecha de inscripción : 18/02/2008
Re: Salud: Cuerpo y Alma
Así es Manu, pero como psicóloga comento que durante la carrera no nos dan un entrenamiento, aunque sea básico, en Medicina. Así que la mayoría de los pacientes que tiene el privilegio de acudir a una psicoterapia, muchas veces se encuentran con que el psicólogo puede ser una buena escucha, pero carece del conocimiento para entender lo que le sucede al cuerpo de su paciente, e incluso, en su ignorancia e irresponsabilidad, corre el riesgo de cometer errores graves.
Yo agregaría a la carrera de Psicología, entre otras cosas, un entrenamiento en Medicina, y además la posibilidad de supervisar el caso con un médico especialista, cuando se trate de una persona que nos consulta para tratar la angustia que le ocasiona su trastorno físico.
Para los psicólogos que comprendemos que la Medicina está muy cercana a nuestra carrera, ha sido indispensable estudiar fuera de las aulas el tema. Lamentablemente hay muchos que son unos verdaderos ignorantes en lo que se refiere a las enfermedades del cuerpo, y de esta manera, el paciente que acude a ellos, tampoco encuentra la comprensión adecuada.
Creo en la necesidad de que los conocimientos de cualquier profesionista sean interdisciplinarios. Es dificil, puesto que hay muchísimo que aprender, y una sola persona no puede abarcar tanto material. Pero, por lo mismo, se requiere una especialidad aunada al trabajo grupal para que todos nos complementemos y tratemos de acercar nuestros intereses a algunas áreas ajenas a nuestra especialidad.
No concibo a un psicoanalista, que escucha diariamente a sus pacientes hablar de temas diversos, sin una cultura general adecuada. Pero desgraciadamente la realidad no concuerda con lo necesario.
Ety
Yo agregaría a la carrera de Psicología, entre otras cosas, un entrenamiento en Medicina, y además la posibilidad de supervisar el caso con un médico especialista, cuando se trate de una persona que nos consulta para tratar la angustia que le ocasiona su trastorno físico.
Para los psicólogos que comprendemos que la Medicina está muy cercana a nuestra carrera, ha sido indispensable estudiar fuera de las aulas el tema. Lamentablemente hay muchos que son unos verdaderos ignorantes en lo que se refiere a las enfermedades del cuerpo, y de esta manera, el paciente que acude a ellos, tampoco encuentra la comprensión adecuada.
Creo en la necesidad de que los conocimientos de cualquier profesionista sean interdisciplinarios. Es dificil, puesto que hay muchísimo que aprender, y una sola persona no puede abarcar tanto material. Pero, por lo mismo, se requiere una especialidad aunada al trabajo grupal para que todos nos complementemos y tratemos de acercar nuestros intereses a algunas áreas ajenas a nuestra especialidad.
No concibo a un psicoanalista, que escucha diariamente a sus pacientes hablar de temas diversos, sin una cultura general adecuada. Pero desgraciadamente la realidad no concuerda con lo necesario.
Ety
Ety- Cantidad de envíos : 5484
Localización : México, D.F.
Fecha de inscripción : 18/02/2008
Re: Salud: Cuerpo y Alma
Estoy de acuerdo contigo en que, debido a la imposibilidad de que tu médico sea psicológo también, lo adecuado e ideal sería que tu expediente como paciente del doctor de la máquina, del técnico del cuerpo, fuera enviado al psicológo con el que se esté tratando el paciente, que hubiera la interrelación de la que hablas.
Cuando trato algo así, se me dice que la sanidad ya tiene bastantes gastos y está suficientemente saturada como para tener que usar dos médicos para un solo paciente en el caso de un sólo diagnóstico.
Hay enfermedades que tienen otras adyacentes, proviniendo de un diagnóstico inicial. Pues bien, ni siquiera en estos casos se dan información unos a otros. A veces, hasta tienen celos unos de otros, entrando en contradicción y confundiendo al paciente.
En España, la sanidad pública tiene hecho el traspaso a las diferentes comunidades autónomas, así que probablemente haya alguien que no esté de acuerdo con lo que digo. Yo hablo de la Comunidad Valenciana que, según dicen los mismos profesionales, son de los peores pagados, por tanto no se preocupan más de lo necesario. Luego está la saturación de los centros por el aumento de población del país y el hecho de haberse alargado la vida, así como el no invertir más en infraestructuras.
Cuando trato algo así, se me dice que la sanidad ya tiene bastantes gastos y está suficientemente saturada como para tener que usar dos médicos para un solo paciente en el caso de un sólo diagnóstico.
Hay enfermedades que tienen otras adyacentes, proviniendo de un diagnóstico inicial. Pues bien, ni siquiera en estos casos se dan información unos a otros. A veces, hasta tienen celos unos de otros, entrando en contradicción y confundiendo al paciente.
En España, la sanidad pública tiene hecho el traspaso a las diferentes comunidades autónomas, así que probablemente haya alguien que no esté de acuerdo con lo que digo. Yo hablo de la Comunidad Valenciana que, según dicen los mismos profesionales, son de los peores pagados, por tanto no se preocupan más de lo necesario. Luego está la saturación de los centros por el aumento de población del país y el hecho de haberse alargado la vida, así como el no invertir más en infraestructuras.
Manuela- Cantidad de envíos : 598
Fecha de inscripción : 18/02/2008
Re: Salud: Cuerpo y Alma
Pues sin vivir en España, en México sucede lo mismo. La medicina social, actualmente es mala, y con muchas carencias, sobre todo en medicamentos y aparatos. Además no se da a basto con la cantidad de pacientes que recibe. Las citas "urgentes" tardan alrededor de dos meses, de los rutinarias ni hablo.
La medicina privada es mejor, pero es muy cara. Los seguros médicos privados tienen también un alto costo y exageradas restricciones. Yo, por ejemplo, paga un seguro particular que me cuesta alrededor de 2,500 euros anualmente y solamente abarca gastos mayores. Es decir, las consultas a médicos y los estudios correespondientes no lo cubre. Sólo en caso de una hospitalización o un estudio, cuyos costos estén por encima de un deducible de de 370 euros aproximadamente. Y aun así hay limitaciones. No todas las cirugías se pagan, y si deseo ser intervenida por un médico de mi elección, debo pagar yo sus honorarios, pues el seguro médico sólo incluye a los médicos de su red. Seguramente muchos de ellos son buenos, pero es dificil tomar la decisión de elegir un cirujano desconocido. (Escribo todo esto y me da rrrrrabia).
Por supuesto, psiquiatría y psicología queda fuera del presupuesto de los seguros particulares. Y cuando lo cubren, en casos especiales y con profesionales que ellos imponen, son por períodos cortos y por un costo muy bajo, razón por la cuál el paciente tiene que completar los honorarios.
Nosotros estamos aun muy lejos de lo que en Europa, a pesar de todo, han logrado.
Ety
La medicina privada es mejor, pero es muy cara. Los seguros médicos privados tienen también un alto costo y exageradas restricciones. Yo, por ejemplo, paga un seguro particular que me cuesta alrededor de 2,500 euros anualmente y solamente abarca gastos mayores. Es decir, las consultas a médicos y los estudios correespondientes no lo cubre. Sólo en caso de una hospitalización o un estudio, cuyos costos estén por encima de un deducible de de 370 euros aproximadamente. Y aun así hay limitaciones. No todas las cirugías se pagan, y si deseo ser intervenida por un médico de mi elección, debo pagar yo sus honorarios, pues el seguro médico sólo incluye a los médicos de su red. Seguramente muchos de ellos son buenos, pero es dificil tomar la decisión de elegir un cirujano desconocido. (Escribo todo esto y me da rrrrrabia).
Por supuesto, psiquiatría y psicología queda fuera del presupuesto de los seguros particulares. Y cuando lo cubren, en casos especiales y con profesionales que ellos imponen, son por períodos cortos y por un costo muy bajo, razón por la cuál el paciente tiene que completar los honorarios.
Nosotros estamos aun muy lejos de lo que en Europa, a pesar de todo, han logrado.
Ety
Ety- Cantidad de envíos : 5484
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