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Pablo Picasso

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Mensaje  Damablanca Jue Ago 20, 2009 12:34 pm

Publicado en www.biografiasyvidas.com

Figura excepcional como artista y como hombre, Picasso fue protagonista y creador inimitable de las diversas corrientes que revolucionaron las artes plásticas del siglo XX, desde el cubismo hasta la escultura neofigurativa, del grabado o el aguafuerte a la cerámica artesanal o a la escenografía para ballets. Su obra inmensa en número, en variedad y en talento, se extiende a lo largo de más de setenta y cinco años de actividad creadora, que el pintor compaginó sabiamente con el amor, la política, la amistad y un exultante y contagioso goce de la vida.

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Famoso desde la juventud, admirado y solicitado por los célebres y poderosos, fue esencialmente un español sencillo, saludable y generoso, dotado de una formidable capacidad de trabajo, enamorado de los barrios bohemios de París, del sol del Mediterráneo, de los toros, de la gente sencilla y de las mujeres hermosas, afición que cultivó sin desmayo.

Pablo Diego José Ruiz Picasso, conocido luego por su segundo apellido, nació el 25 de octubre de 1881, en el n.º 36 de la plaza de la Merced de Málaga, como primogénito del matrimonio formado por el pintor vasco José Ruiz Blasco y la andaluza María Picasso López. El padre era profesor de dibujo en la Escuela Provincial de Artes y Oficios, conocida como Escuela San Telmo. La primera infancia de Pablo transcurrió entre las dificultades económicas de la familia y una estrecha relación entre padre e hijo, que ambos cultivaban con devoción. El niño era un escolar menos que discreto, bastante perezoso y muy distraído, pero con precoz facilidad para el dibujo, que don José estimulaba.

En 1891 la familia se traslada a La Coruña, en cuyo Instituto da Guarda son requeridos los servicios del padre como profesor. Pablo inicia sus ensayos pictóricos, y tres años más tarde su progenitor y primer maestro le cede sus propios pinceles y caballetes, admirado ante el talento de su hijo. En 1895, Ruiz Blasco obtiene un puesto docente en la Escola d'Arts i Oficis de la Llotja de Barcelona. Pablo resuelve en un día los ejercicios de examen previstos para un mes, y es admitido en la escuela. En 1896, con sólo quince años, instala su primer taller en la calle de la Plata de la Ciudad Condal.

Dos años más tarde, obtiene una mención honorífica en la gran exposición de Madrid por su obra Ciencia y caridad, todavía de un realismo académico, en la que el padre ha servido de modelo para la figura de un médico. La distinción lo estimula a rendir oposición al curso adelantado en la Academia de San Fernando, mientras sus trabajos, influenciados por El Greco y Toulouse-Lautrec, obtienen nuevas medallas en Madrid y Málaga.

En 1898 realiza su primera muestra individual en Els Quatre Gats de Barcelona. Finalmente, en el otoño del año 1900 hace una visita a París para ver la Exposición Universal. Allí vende tres dibujos al marchante Petrus Mañach, quien le ofrece 150 francos mensuales por toda su obra de un año. Pablo es ya un artista profesional, y decide firmar sólo con el apellido materno. En 1901 coedita en Madrid la efímera revista Arte Joven, y en marzo viaja nuevamente a París, donde conoce a Max Jacob y comienza lo que luego se llamará su «período azul». Al año siguiente expone su primera muestra parisiense en la galería de Berthe Weill, y en 1904 decide trasladarse definitivamente a la capital francesa.

Picasso se instala en el célebre Bateau-Lavoir, en el número 13 de la calle Ravignan (hoy plaza Hodeau), alojamiento variadamente compartido por artistas sin blanca, entre otros el también español Juan Gris. Allí, Pablo traba amistad con Braque y Apollinaire, y se enamora de Fernanda Olivier. Durante tres años pinta y dibuja sin cesar, rendido a la influencia de Cézanne, mientras elabora con Braque las líneas maestras del cubismo analítico, cuya gran obra experimental, Las señoritas de Aviñón, es pintada por Picasso en 1907.

Pronto sobreviene el asombro y el escándalo ante un estilo deforme que rompe todos los cánones y va ganando nuevos adeptos, al tiempo que su audaz inventor expone en Munich (1909) y en Nueva York (1911). Pablo ha encontrado una nueva compañera en Marcelle Humbert, y siempre seguido por Braque, se lanza a inventar el cubismo sintético, que los acerca al borde de la abstracción (en su extensa y tan variada obra, Picasso jamás llegaría a abandonar la figuración). Poco después, se muda de Montmartre a Montparnasse, y se abren exposiciones suyas en Londres y Barcelona.

En 1914, con la guerra, llegan las tragedias: Braque y Apollinaire son movilizados, y Marcelle muere súbitamente ese otoño. Pablo abandona prácticamente el cubismo, y busca otros caminos artísticos. Los encuentra en 1917, cuando por medio de Jean Cocteau conoce a Diáguilev, que le encarga los decorados del ballet Parade de Eric Satie. El fin de la guerra le trae un nuevo amor, la bailarina Olga Clochlova, y también un nuevo dolor: la muerte de Apollinaire a consecuencia de una grave herida en la cabeza. Se casa con Olga en 1918, y hasta 1925 trabaja en diversos ballets que dan cauce a su evolución pictórica.

Un viejo retrato de su madre, pintado en 1918, le valdrá el millonario premio Carnegie de 1930, que le permite adquirir una suntuosa villa campestre en Boisgelup, y pasarse más de un año viajando por España. Por entonces vuelve a la escultura y mantiene un romance con Teresa Walter, del que nace su primera hija, Maya. La Clochlova inicia un escandaloso juicio para conseguir el divorcio, que el juez se niega a conceder. Despechado, Picasso se enamora de Dora Maar.

Al estallar la Guerra Civil, Picasso apoya con firmeza al bando republicano, y acepta simbólicamente la dirección del museo del Prado, mientras en 1937 pinta el Guernica en París. Dos años después se realiza una gran exposición antológica en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Deprimido por el triunfo de los nacionales y la posterior ocupación de Francia por los nazis, pasa la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial trabajando en su refugio de Royan.

En 1944, se afilia al Partido Comunista Francés y da a conocer 77 nuevas obras en el Salón de Otoño. Después se entusiasma por la litografía y por la joven y hermosa pintora Françoise Guillot, con la que convive hasta 1946. Se inicia así su etapa de Vallauris, en la que trabaja en sus magníficas cerámicas. Con Françoise tendrá dos hijos: Claude, nacido en 1947, y Paloma en 1949.

En 1954, el infatigable anciano se fascina por una misteriosa adolescente de delicado perfil y largos cabellos rubios llamada Sylvette D., que acepta posar para él a cambio de uno de los retratos, a su elección. El trato se cumple y su resultado produce algunas de las obras más conocidas y reproducidas del pintor, como el famoso perfil de Sylvette en la butaca verde.

Si la fascinación por la etérea Sylvette había sido platónica, no tuvo el mismo cariz su atracción por Jacqueline Roqué, joven de extraodinaria belleza a la que tomó como compañera en 1957, un año antes de pintar el gigantesco mural para la UNESCO. Fértil milagro del arte y de la vida, Picasso seguirá creando, amando, trabajando y viviendo intensamente hasta morir en 1973. Dejó tras de sí la mayor y más rica obra artística personal de nuestro siglo, y una fabulosa herencia que provocó agrias disputas hasta recaer en un ser de pacífico nombre: Paloma, su hija.

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Mensaje  Ety Dom Ago 23, 2009 9:32 pm

Incluyó un artículo que apareció el día de hoy en La Jornada y habla sobre Las Mujeres de Picasso

Siete mujeres y Picasso
Héctor Ceballos Garibay

Pablo Picasso es el pintor más prolífico y polifacético del siglo xx. Su itinerario vital y creativo está saturado de giros estéticos e innovaciones artísticas sin parangón histórico. A esos vuelcos y transformaciones estilísticas correspondió, por lo general, una determinada relación de encuentro o desencuentro amoroso con alguna de las siete mujeres esenciales que lo acompañaron en su periplo existencial.

Picasso con Fernande Oliver, Barcelona, 1906

FERNANDE OLIVIER

Fernande Olivier apareció en el escenario picassiano en 1904, justo cuando ocurría la transición de la Época azul a la Época rosa . Fueron los años de la bohemia parisina en Montmartre, el bucólico barrio donde amigos como Apollinaire, Max Jacob y Gertrude Stein se reunían a disfrutar la vida con la joven pareja en la miserable vivienda a la que llamaban Bateau-Lavoir. Durante este contexto festivo y trasgresor aconteció la transformación del color azul, una tonalidad con la cual el artista logró proveer de gravedad y compasión a los personajes pintados (seres marginados y marginales: los ciegos, los cojos, los ancianos, los pordioseros, las prostitutas), y que, de pronto, se transmutó en pigmentaciones rosáceas. En ambos casos, el estilo siguió siendo una suerte de realismo expresionista, pero el temple ya era muy distinto. Los seres retratados ahora tenían otro ámbito y otro porte. Provenientes del circo, los saltimbanquis, arlequines y acróbatas revelaban confianza en sí mismos, el orgullo de saberse gente con un oficio noble y muy querido. Por fortuna, Fernande también acompañó a Pablo durante los cruciales años de la revolución cubista (1907-1914), que se inició con la creación cimera de Las señoritas de Avignon (1907) y abarcó la fructífera etapa del cubismo analítico, el cubismo sintético y el cubismo- collage. Gracias a la poética cubista –una preceptiva estética que abrevó de Cézanne, así como de la estatuaria ibérica y las máscaras africanas– se logró la abolición radical de los cánones artísticos convencionales. Esta “revolución copernicana” en el mundo del arte tuvo varios ejes: la disolución de la perspectiva, la erradicación de la noción clásica de belleza (armonía, proporción) y la formulación de una teoría pictórica que ya no buscaba la representación de la apariencia de los objetos, sino la reproducción espiritual de su esencia. Con esta finalidad en mente, los cubistas experimentaron creativamente con la fragmentación y la recomposición geométrica de las figuras, inventando así su muy peculiar manera de arribar a un orden objetivo y absoluto, sustentado en la estructuración formal e intelectual de la realidad. De esta epopeya de negación y renovación propuesta por el cubismo emergerían, unos cuantos años más tarde, algunas de las vertientes del arte abstracto contemporáneo.

EVA (MARCELLE HUMBERT)

En 1912, Marcelle Humbert (Eva) sustituyó a Fernande como compañera íntima de Picasso. Pero ya, desde 1910-1911, fue Eva, amante del pintor Louis Marcoussis y muy amiga de Fernande, quien poco a poco, al amparo de las fiestas y excursiones grupales, se fue ganando la atención sentimental de Pablo durante aquellos años cruciales del apogeo cubista, justo cuando aparecieron a la luz cuadros emblemáticos que fijaron para siempre la imagen, fundida con trazos geométricos, de Ambroise Vollard y d. h. Kanweiler, esos ilustres marchantes que tanto hicieron a favor de los pintores postimpresionistas y vanguardistas. Para entonces, la vida artística parisina se había trasladado de Montmartre a Montparnasse. Desdichadamente, muy pronto, la Gran guerra (1914-1918) liquidó aquel augusto esplendor artístico que se vivía en Europa y Picasso sufrió un doble golpe: la pérdida de sus amigos enrolados o disgregados por el conflicto bélico, y el fallecimiento de Eva durante el gélido invierno de 1915, víctima de tuberculosis.

OLGA KHOKHLOVA

Olga Khokhlova, una bailarina aristocrática, se convirtió en la nueva fuente de placer e inspiración a principios de 1917, luego de que Picasso se incorporara como diseñador a la compañía del ballet ruso dirigida por Diaghilev. La nueva aventura presuponía montar en Roma una obra vanguardista, Parade, en la cual también participarían Erik Satie, Jean Cocteau e Igor Stravinsky. La boda entre el pintor y la bailarina ocurrió en 1918. A raíz de su matrimonio, Picasso tuvo que adaptarse a un estilo de vida cada vez más aburguesado. Se abrió entonces una etapa pictórica caracterizada por la benigna influencia del arte grecorromano. Nació así la época neoclásica (1920-1924), una producción artística saturada de figuras grandilocuentes, pesadas, gigantescas, de estirpe mitológica o renacentista. A contracorriente de la novedosa tendencia en la cual incursionaba, pintó en estilo cubista las dos versiones –obras maestras, sin duda– de los Tres músicos (1921). Al promediar la década de los años veinte, una nueva poética, el surrealismo, brotó y se expandió en el mundo del arte. La revolución surrealista, la célebre revista dirigida por André Breton, atrajo a su seno al filón subversivo y libérrimo que llevaba Picasso consigo. En uno de los primeros números de la revista se reprodujeron dos imágenes cruciales del pintor español: Las señoritas de Avignon y Las tres bailarinas (1925). Esta última, dada su calidad y originalidad, se convirtió en el prototipo de las obras de esta época, tan signada por lo onírico, el azar y lo fantástico: los cuerpos escindidos y la total dislocación de brazos, narices, pechos, ojos, bocas; la proyección sexual consciente o inconsciente; y esa duplicación de las figuras a manera de síntoma revelador de una sociedad en donde imperaba la irracionalidad y la angustia.

MARIE-THÉRÉSE WALTER

Marie-Thérése Walter, adolescente agraciada y ajena por completo al mundo del arte, representó para Picasso un revitalizador interludio de felicidad en su desdichada vida matrimonial con Olga. A este prolongado período de crisis marital y desasosiego correspondieron, como inevitable reflejo estético, las creaciones de finales de los años veinte, es decir, la Época del hueso , cuando Picasso pintó infinidad de féminas deformes, monstruosas, desquebrajadas y amortajadas, con mandíbulas abiertas, dientes amenazadores y huesos o tornillos conformando las extremidades. Sin nada en común que los identificara entre sí, Marie-Thérése fue conquistada por Picasso en 1931, y a partir de entonces se convirtió en su amante y en la imagen retratada en multitud de cuadros, esculturas, dibujos y grabados que produjo a lo largo del aciago tiempo de entreguerras. Así las cosas, la sensualidad, el erotismo y la imaginación lúdica renacieron y se hicieron presentes en cuadros emblemáticos como El sueño y Joven ante el espejo, ambos de 1932, y en la magnífica serie de grabados que componen la Suite Vollard.

DORA MAAR

Dora Maar, hermosa, culta y gran fotógrafa, pasó a ser la nueva querida de Picasso a partir de 1936. Afortunadamente para él, tanto Marie-Thérése (con quien engendró a su hija Maya) como Dora, conformaron los dos amores furtivos y simultáneos que poco a poco lo aliviarían de la pesadumbre que le produjo la separación de Olga, ocurrida en julio de 1935. En efecto, los varios años de desavenencias y luego la ruptura definitiva con la bailarina lo habían conducido a una de las peores sequías artísticas de toda su vida. Un acontecimiento histórico inesperado, el cruel bombardeo de Guernica, ciudad favorable a la República española, realizado el 26 de abril de 1937 por la aviación nazifascista que apoyaba al ejército golpista de Franco, fue el otro acicate que propició el reencuentro de Picasso con lo más excelso de su poder creador. La matanza indiscriminada de la población civil del pueblo vasco indignó al mundo democrático en general y a Picasso en particular, quien había sido invitado a participar con una obra para el pabellón español de la Feria Mundial de París, a celebrarse en el verano de ese mismo año. Y de esa repulsa, a manera de protesta ética y estética, surgió la creación más trascendental y emblemática del siglo xx : el Guernica. Fruto de una magistral fusión de trazos expresionistas, cubistas y surrealistas, realizada en colores gris, blanco y negro, esta obra cumbre del arte universal no sólo proyectó la tensión dramática y el horror sufridos por un pueblo inerme, sino que también, debido a su propia calidad artística, pronto se volvió el símbolo por excelencia de repudio en contra de todas las guerras que han asolado a la humanidad.

FRANÇOISE GILOT

Françoise Gilot fue una pintora mediocre y arribista. De personalidad independiente y caprichosa, supo cómo ligarse al gran fauno en 1944, justo en la época de la liberación de París y durante el avance victorioso de las tropas aliadas sobre las ruinas del ejército alemán. Con ella, a poco de vivir juntos, procrearían dos hijos: Paloma y Claude. Al concluir la guerra, Picasso ya era un “monstruo sagrado”. Esa celebridad mítica y el ser dueño de una enorme fortuna, al lado de una mujer con quien siempre mantuvo pésimas relaciones (ella, tan pronto dejó la casa común, publicó un libro cruel y difamatorio sobre Picasso), en muy poco favorecieron su carrera artística. Durante los siguientes treinta años el pintor produjo una cuantiosa obra entre buena, mala y mediocre; serían pocos y esporádicos los productos de gran calado estético que emergerían de este longo ocaso creativo, sobre todo algunos dibujos y litografías. Afiliado al partido comunista francés, Picasso no sólo fue insensible ante los crímenes del totalitarismo soviético, sino que tuvo que aguantar las críticas de los burócratas estalinistas, quienes siempre lo consideraron un representante más del “arte burgués decadente”. Obras de encargo como Masacre en Corea (951) y La guerra y la paz (1952) se encuentran a años luz de la magnificencia estética y moral del Guernica. Al no saber sobrellevar con ecuanimidad el peso de su gloria personal, malgastó su tiempo de ocio departiendo con los ricos y famosos, asistiendo a corridas de toros y soportando a la numerosa tropa de vividores y oportunistas que lo visitaban, a quienes divertía adoptando actitudes propias de un bufón.

JACQUELINE ROQUE

Jacqueline Roque, mujer tradicionalista y sin oropeles culturales, pasó a ser la compañera idónea una vez que Francoise lo abandonó en el invierno de 1952. Y fue gracias a ella (se casaron en 1961) que Picasso pudo por fin dedicarse a trabajar con cierta tranquilidad a pesar del acoso de la fama y la vejez. Personajes harto conocidos y otros inéditos aparecieron en su imaginería creativa: gente del circo, prostitutas, tauromaquias, mosqueteros, variaciones-homenaje de pintores insignes, retratos de Jacqueline, y la serie El artista y su modelo. Esta cuantiosa producción de esculturas, pinturas, grabados, dibujos y artesanía sirvió para enriquecer las exposiciones retrospectivas que se hicieron a fin de honrar al artista plástico más connotado del siglo xx. Aislado del mundo, cual si estuviera encarcelado en su propia casa de Notre-Dame-De-Vie, Picasso falleció a causa de una pulmonía en la primavera de 1973.
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Mensaje  Damablanca Jue Ago 27, 2009 1:59 pm

Según parece, Picasso, aún en su lecho de muerte, tenía los pinceles en la mano y casi puede decirse que "murió pintando". Es un caso singular de longevidad creativa.

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Mensaje  Ety Jue Ago 27, 2009 6:50 pm

... y seguramente con alguna mujer a su lado.

La pintura y las mujeres fueron sus grandes pasiones.

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Mensaje  Damablanca Vie Ago 28, 2009 1:11 am

Me llama la atención que un hombre ya anciano pudiera provocar esas pasiones, como la de Jacqueline, que nunca superó la muerte de su marido. Realmente era un seductor fuera de serie, aunque otros aspectos de su vida son un poco discutibles, según dicen.

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Mensaje  Damablanca Miér Oct 26, 2011 5:13 pm

Publicado hoy en el diario "La Vanguardia"

Belgrado. (EFE).- Dos cuadros de Picasso que fueron robados de una exposición en Suiza en el año 2008 han sido localizados en Belgrado, según informó hoy el ministro del Interior serbio, Ivica Dacic.

Las piezas son Tête de cheval, de 1962, y Verre et pichet, de 1944, valoradas en varios millones de dólares, según declaró Dacic a la agencia de noticias Tanjung.

Los dos cuadros fueron robados en febrero de 2008 de una exposición en el centro cultural de la localidad suiza de Pfaffikon, aunque son propiedad del Museo Sprengel de Hannover, Alemania.

Dacic declaró que las pinturas fueron localizadas por el servicio serbio de lucha contra el crimen organizado (SBPOK) en cooperación con la policía suiza.

Suiza ha solicitado a Serbia la devolución de los cuadros.



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"Tête de cheval", de Pablo Picasso.


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"Verre et pichet", de Pablo Picasso.


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