las "serendipias" de Julio Verne
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las "serendipias" de Julio Verne
Publicado hoy en el diario "La Vanguardia".
Julio Verne dijo que "todo lo que un hombre pueda imaginar, otros podrán hacerlo realidad". Es lo que, en el lenguaje popular, se conoce como "la realidad siempre supera la ficción". Las serendipias literarias – que también ocurren en el terreno de la ciencia y la tecnología – consisten en una coincidencia, en un hallazgo, al que se ha llegado por intuición. El escritor arma una construcción artificial, inventada, la dota de verosimilitud y, años después, para la estupefacción de sus lectores, se acaba cumpliendo.
El caso de Verne es espectacular, y posiblemente el más conocido. En sus novelas De la Tierra a la Luna (1865) y Alrededor de la Luna (1869) relata la llegada del Hombre a nuestro satélite natural. Lo hace justo cien años antes, pero es que además los primeros en llegar son de Estados Unidos – en aquella época no era una potencia como ahora y, por supuesto, no había Guerra Fría ni nada parecido -, salen de Florida y el equipo está compuesto por tres tripulantes, dos autóctonos y uno extranjeros, tal y como luego sucedió. Hay más: el cañón de propulsión de la novela se llama Columbiad (Columbia en la realidad), la bala enviada coincide en peso y altura, e incluso acertó dónde caería después de sus peripecias extraterrestres. Ambas aterrizan en el Océano Pacífico, con únicamente cuatro kilómetros de diferencia.
Siguiendo con las serendipias lunares, Lester Rey escribió su particular Viaje a la luna, en 1954, con el que el comandante Armstrong llega con la nave Apolón catorce años antes que lo haga Neil Armstrong a bordo del Apolo 11.
En 1869, en Veinte mil leguas de viaje submarino, Julio Verne describe a la perfección el nuevo tipo de buque, y en Los quinientos millones de Begún (1879), narra la ascensión al poder de Herr Schultze, que persigue conquistar el mundo con el argumentario de que la raza germánica es superior a todas las demás. Por desgracia, otra vez dio en el clavo.
Otro de los escritores que, a través de la intuición o la casualidad, se avanzó en el tiempo es Morgan Robertson que, en 1898, publicó la novela Futility. Se trata de la historia de Titán, el transatlántico más grande jamás construido. ¿Cómo acaba la historia? Ya se lo pueden imaginar: hundido después de chocar con un iceberg... Pero no sólo coinciden el nombre y el trágico destino. Ambos barcos se estrellaron en el primer viaje que realizaban, sólo tenían 50 pasajeros de diferencia, con un número muy similar de botes salvavidas. Lo más surrealista: tanto el barco ficticio como el real partieron de South Hampton y ambos se hundieron en el mismo punto.
Por su parte, Jonathan Swift escribió en Los viajes de Gulliver (1726): "se ven en el cielo dos estrellas menores o satélites que giran alrededor de Marte, tienen nombre de miedo". Más de un siglo después, el astrónomo Asap Hall descubrió las dos lunas de Marte y las bautizó como Fobos – que significa "espanto" – y Deimos – traducible por "terror"-.
Edgar Allan Poe, en 1838, escribió Las aventuras de Arthur Gordon Pym. El poeta nos narra un naufragio de un barco en el Atlántico, cerca de las Islas Malvinas, en el que tan sólo sobreviven cuatro personas. Sin bebida ni alimentos, toman la dramática decisión de matar a uno de los tripulantes para poder comer. Lo echan a suertes y le toca a Richard Parker, el cocinero de la malograda embarcación. Algunos años más tarde, en 1884, la historia se repite, ahora ya no en las páginas de un libro. Cuatro tripulantes, a la deriva, toman la misma decisión. El azar se ceba, otra vez, con un hombre llamado Richard Parker. También es el cocinero.
Hay ejemplos mucho más cercanos. Quién le iba a decir al artista Ryoko Yamagashi que vería con sus ojos cómo su cómic manga Phaeton, de 1988, se convertía en realidad por culpa del desastre nuclear de Fukushima. En sus páginas en blanco y negro, que fueron leídas por más de 70.000 personas, está casi todo lo que desgraciadamente sucedió después.
¿Qué leemos hoy que pasará mañana? Ahí está, sin duda, la verdadera incógnita. Nuestra respuesta, en todo caso, será: "Ya lo predijo la literatura".
Julio Verne dijo que "todo lo que un hombre pueda imaginar, otros podrán hacerlo realidad". Es lo que, en el lenguaje popular, se conoce como "la realidad siempre supera la ficción". Las serendipias literarias – que también ocurren en el terreno de la ciencia y la tecnología – consisten en una coincidencia, en un hallazgo, al que se ha llegado por intuición. El escritor arma una construcción artificial, inventada, la dota de verosimilitud y, años después, para la estupefacción de sus lectores, se acaba cumpliendo.
El caso de Verne es espectacular, y posiblemente el más conocido. En sus novelas De la Tierra a la Luna (1865) y Alrededor de la Luna (1869) relata la llegada del Hombre a nuestro satélite natural. Lo hace justo cien años antes, pero es que además los primeros en llegar son de Estados Unidos – en aquella época no era una potencia como ahora y, por supuesto, no había Guerra Fría ni nada parecido -, salen de Florida y el equipo está compuesto por tres tripulantes, dos autóctonos y uno extranjeros, tal y como luego sucedió. Hay más: el cañón de propulsión de la novela se llama Columbiad (Columbia en la realidad), la bala enviada coincide en peso y altura, e incluso acertó dónde caería después de sus peripecias extraterrestres. Ambas aterrizan en el Océano Pacífico, con únicamente cuatro kilómetros de diferencia.
Siguiendo con las serendipias lunares, Lester Rey escribió su particular Viaje a la luna, en 1954, con el que el comandante Armstrong llega con la nave Apolón catorce años antes que lo haga Neil Armstrong a bordo del Apolo 11.
En 1869, en Veinte mil leguas de viaje submarino, Julio Verne describe a la perfección el nuevo tipo de buque, y en Los quinientos millones de Begún (1879), narra la ascensión al poder de Herr Schultze, que persigue conquistar el mundo con el argumentario de que la raza germánica es superior a todas las demás. Por desgracia, otra vez dio en el clavo.
Otro de los escritores que, a través de la intuición o la casualidad, se avanzó en el tiempo es Morgan Robertson que, en 1898, publicó la novela Futility. Se trata de la historia de Titán, el transatlántico más grande jamás construido. ¿Cómo acaba la historia? Ya se lo pueden imaginar: hundido después de chocar con un iceberg... Pero no sólo coinciden el nombre y el trágico destino. Ambos barcos se estrellaron en el primer viaje que realizaban, sólo tenían 50 pasajeros de diferencia, con un número muy similar de botes salvavidas. Lo más surrealista: tanto el barco ficticio como el real partieron de South Hampton y ambos se hundieron en el mismo punto.
Por su parte, Jonathan Swift escribió en Los viajes de Gulliver (1726): "se ven en el cielo dos estrellas menores o satélites que giran alrededor de Marte, tienen nombre de miedo". Más de un siglo después, el astrónomo Asap Hall descubrió las dos lunas de Marte y las bautizó como Fobos – que significa "espanto" – y Deimos – traducible por "terror"-.
Edgar Allan Poe, en 1838, escribió Las aventuras de Arthur Gordon Pym. El poeta nos narra un naufragio de un barco en el Atlántico, cerca de las Islas Malvinas, en el que tan sólo sobreviven cuatro personas. Sin bebida ni alimentos, toman la dramática decisión de matar a uno de los tripulantes para poder comer. Lo echan a suertes y le toca a Richard Parker, el cocinero de la malograda embarcación. Algunos años más tarde, en 1884, la historia se repite, ahora ya no en las páginas de un libro. Cuatro tripulantes, a la deriva, toman la misma decisión. El azar se ceba, otra vez, con un hombre llamado Richard Parker. También es el cocinero.
Hay ejemplos mucho más cercanos. Quién le iba a decir al artista Ryoko Yamagashi que vería con sus ojos cómo su cómic manga Phaeton, de 1988, se convertía en realidad por culpa del desastre nuclear de Fukushima. En sus páginas en blanco y negro, que fueron leídas por más de 70.000 personas, está casi todo lo que desgraciadamente sucedió después.
¿Qué leemos hoy que pasará mañana? Ahí está, sin duda, la verdadera incógnita. Nuestra respuesta, en todo caso, será: "Ya lo predijo la literatura".
Damablanca- Cantidad de envíos : 5190
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