Un Tal "Sostres"
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Un Tal "Sostres"
Buscando en todo el foro no encontré un apartado donde colocar este artículo, que incluso pensé podría ir bien en el apartado de la risa, pero tratándose de una persona real cuyos estupidos comentarios y conductas no podemos soslayar pues de alguna manera nos conciernen y afectan a todos, no sólo a España, me permito dejar aquí esta nota:
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Un tal Sostres
Está claro que no ganamos para sustos. Cuando no es Fernando Sánchez Dragó presumiendo de acostarse con niñas tan pequeñas que en la práctica le vendrían grandes, es un tal Salvador Sostres haciendo tiempo en un programa de televisión (Oops, I did it again!, que diría Britney Spears, a quien a este paso también veremos en tertulias de Telemadrid) mientras presume de que le gustan más las jovencitas que las maduritas por la calidad de rebote de sus vaginas limpias, sin olor a ácido úrico (¿con quién se habrá revolcado este hombre?) y porque le recuerdan a las lionesas de crema, un dulce particularmente tierno y suave.
Escribo “un tal Sostres” en atención a los lectores de cuartopoder.es, a los que supongo versados en comentaristas mucho más interesantes. No porque yo no conozca al interfecto, que sí le conozco. Es lo que tiene haberse criado en Cataluña. La globalización puede consistirsimplemente en darse cuenta de cómo ven a los de tu pueblo los del pueblo de al lado. A veces este sondeo de la CNN de andar por casa da resultados alucinantes. Ejemplo: muy a finales de los años 90 a un senador catalán llamado Àngel Colom, en su día máximo guru independentista de ERC (hasta que se peleó a muerte con Carod-Rovira, como todo el mundo, y se largó primero a Marruecos y después al partido de Pujol) en fin, que en un momento dado a este señor va y se le ocurre viajar aTurquía. Y lo siguiente que se sabe es que le han detenido. Consternación en el Senado y en la prensa española.
Un poquito menos en la catalana, la verdad. Recuerdo perfectamentecomo los que sabíamos del tema nos llevábamos disimuladamente les mans al cap, las manos a la cabeza, preguntándonos angustiados: ¿y qué payasada habrá hecho Colomahora? ¿Cuánto tardará en descubrirse la verdadera razón por la que lehan metido en una mazmorra turca, es decir, cuánto puede tardar enquedar en ridículo? Hablamos de un individuo que en su día expresó su odio al imperialismo de Estados Unidos con una inolvidable protesta terrible: se plantó ante un barco de guerra americano atracado en el puerto de Barcelona y lo roció con pintura en spray de color rosa. En el Pentágono todavía tiemblan.
Sí, ya sé que hay freaks en todos lados. Pero para los catalanes es más duro admitir que entre nosotros también, porque en el fondo siempre nos hemos creído pelín superiores al resto, pelín más finos, más modernos, más europeos, etc. La Sagrada Familia y nosotros somos así. Claro, entonces sale el mamarracho de turno y nos quedamos más hechos polvo aún que todos los demás, tiritando de antológica vergüenza.
En el caso concreto de Salvador Sostres haytiritera para dar y tomar. Observo que los medios de comunicación españoles que más han ahondado en su pasado se hacen eco de sus insultos a Labordeta, estando este de cuerpo presente, de un famoso artículo en que se cagaba en el bilingüismo al grito de que en Barcelona queda fatal hablar español excepto con la portera, al tratarse de un idioma propio de “pobres, de horteras, de analfabetos y de gente de poco nivel”.
Pues este artículo es sólo la punta del iceberg freak. Hay más. Sostres es un jaranero profesional que ha llegado a donde ha llegado a base de fer tots els papers de l’auca, de tocar todos los palos imaginables del espectro político. Empezó siendo socialista, defensor a muerte de José Borrell en aquellas famosas primarias contra Joaquín Almunia, fan en la época de las canciones de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, y hasta de las de Víctor Manuel. En tiempos su desprecio por el nacionalismo catalán fue tal que se le vio alardear en público (aunque no en televisión) de haber persuadido a una joven catalanista “de hacerme una mamada sólo recitándole un poema de Gabriel Ferrater”. Como cito de memoria, es posible que me equivoque y el poema fuese de Joan Viñoli.
Mas la aventura socialista de Sostres duró poco. Su estilo de medrar berreando venga o no venga a cuento venía a cuento menos que con nadie con el PSC, que no es un partido político sino que es una máquina. Bromas con los capitanes, las justas. Sostres salió en barca de varios medios de comunicación controlados por los socialistas. Ahí descubrió el nacionalismo.
De citar a Joan Manuel Serrat en sus artículos pasó a citar a Lluís Llach y a urdir un personaje casi interesante, de no ser por lo estridente y acaso por lo repetitivo: se reinventó como un catalanista brutalmente de derechas (cuando la derecha catalana es blandita y además tiende al autoodio), que presumía de ser de buena familia y se reía de la chusmaa la vez que la instaba a abrazar la causa independentista, que élmismo admitía con desparpajo que por desgracia atrae a algunas personas que se lavan poco la cabeza y la usan menos.
Cuando también los nacionalistas se hartaron de él y le echaron, Sostres dio algunos tumbos de la mano de Joan Laporta, el sin par (por suerte) expresidente del Barça, para acabar en brazos de Pedrojota Ramírez, escribiendo en El Mundo y acudiendo a la tertulia de Isabel Sansebastián. El resto es historia, si nadie lo remedia.Un punto a su favor: a través de todas estas fascinantes vueltas de campana ideológicas, Sostres sólo ha mantenido un punto de gravedad coherente, que es el de su supuesta misoginia. Tan bestia que, la verdad, resulta forzada. Ha escrito artículos cargando contra las madres que amamantan a sus hijos en público y defendiendo a un camarero de Barcelona que echó a una de un bar. Otras veces se explaya más en la línea que se ve en el vídeo de Telemadrid, siempre dando a entender una peligrosidad sexual que si se piensa dos veces (y sobre todo si se examina una foto del personaje) carece de toda verosimilitud. Como las supuestas lolitadas de Sánchez-Dragó en Japón. ¿Pero de verdad alguien se cree que alguna pudo mirarle dos veces? ¿Qué necesidad había de sacar a relucir todo esto? A lo mejor ninguna. Pero a servidora de repente le dolió Cataluña y le preocupó España. Ya hace tiempo que servidora viene diciendo que hay que tener cuidado con esa política de tierra quemada que se está instalando en los medios de comunicación y sobre todo en los de opinión. Se empieza con un desfile de sectarios y se acaba con una procesión de freaks,deprovocadores profesionales, de gente que, peor que ser gilipollas,cobra por parecerlo. Para estar siempre en la cresta de la ola y delasombro. Para asegurarse de que en la próxima tertulia les vuelven a llamar.
Estoy de acuerdo con Sostres en que la difusión de lvídeo de Telemadrid ha sido un atropello. Pero no un atropello a él,que por lo que le conozco a estas horas debe estar en el séptimo cielo, bendiciendo su audiencia, su escándalo y su fortuna. No, el vídeo fue un atropello a mí. Y a ti. Y a este de aquí y aquella de más allá. A todos y todas los que tenemos cosas más importantes que pensar y que decirnos. A la gente como Sostres no se le hace un favor replicándola o criminalizándola, por favor. A la gente como Sostres simplemente se la ignora. No se le hace ni puto caso. Mano de santo, créanme.
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Un tal Sostres
Está claro que no ganamos para sustos. Cuando no es Fernando Sánchez Dragó presumiendo de acostarse con niñas tan pequeñas que en la práctica le vendrían grandes, es un tal Salvador Sostres haciendo tiempo en un programa de televisión (Oops, I did it again!, que diría Britney Spears, a quien a este paso también veremos en tertulias de Telemadrid) mientras presume de que le gustan más las jovencitas que las maduritas por la calidad de rebote de sus vaginas limpias, sin olor a ácido úrico (¿con quién se habrá revolcado este hombre?) y porque le recuerdan a las lionesas de crema, un dulce particularmente tierno y suave.
Escribo “un tal Sostres” en atención a los lectores de cuartopoder.es, a los que supongo versados en comentaristas mucho más interesantes. No porque yo no conozca al interfecto, que sí le conozco. Es lo que tiene haberse criado en Cataluña. La globalización puede consistirsimplemente en darse cuenta de cómo ven a los de tu pueblo los del pueblo de al lado. A veces este sondeo de la CNN de andar por casa da resultados alucinantes. Ejemplo: muy a finales de los años 90 a un senador catalán llamado Àngel Colom, en su día máximo guru independentista de ERC (hasta que se peleó a muerte con Carod-Rovira, como todo el mundo, y se largó primero a Marruecos y después al partido de Pujol) en fin, que en un momento dado a este señor va y se le ocurre viajar aTurquía. Y lo siguiente que se sabe es que le han detenido. Consternación en el Senado y en la prensa española.
Un poquito menos en la catalana, la verdad. Recuerdo perfectamentecomo los que sabíamos del tema nos llevábamos disimuladamente les mans al cap, las manos a la cabeza, preguntándonos angustiados: ¿y qué payasada habrá hecho Colomahora? ¿Cuánto tardará en descubrirse la verdadera razón por la que lehan metido en una mazmorra turca, es decir, cuánto puede tardar enquedar en ridículo? Hablamos de un individuo que en su día expresó su odio al imperialismo de Estados Unidos con una inolvidable protesta terrible: se plantó ante un barco de guerra americano atracado en el puerto de Barcelona y lo roció con pintura en spray de color rosa. En el Pentágono todavía tiemblan.
Sí, ya sé que hay freaks en todos lados. Pero para los catalanes es más duro admitir que entre nosotros también, porque en el fondo siempre nos hemos creído pelín superiores al resto, pelín más finos, más modernos, más europeos, etc. La Sagrada Familia y nosotros somos así. Claro, entonces sale el mamarracho de turno y nos quedamos más hechos polvo aún que todos los demás, tiritando de antológica vergüenza.
En el caso concreto de Salvador Sostres haytiritera para dar y tomar. Observo que los medios de comunicación españoles que más han ahondado en su pasado se hacen eco de sus insultos a Labordeta, estando este de cuerpo presente, de un famoso artículo en que se cagaba en el bilingüismo al grito de que en Barcelona queda fatal hablar español excepto con la portera, al tratarse de un idioma propio de “pobres, de horteras, de analfabetos y de gente de poco nivel”.
Pues este artículo es sólo la punta del iceberg freak. Hay más. Sostres es un jaranero profesional que ha llegado a donde ha llegado a base de fer tots els papers de l’auca, de tocar todos los palos imaginables del espectro político. Empezó siendo socialista, defensor a muerte de José Borrell en aquellas famosas primarias contra Joaquín Almunia, fan en la época de las canciones de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, y hasta de las de Víctor Manuel. En tiempos su desprecio por el nacionalismo catalán fue tal que se le vio alardear en público (aunque no en televisión) de haber persuadido a una joven catalanista “de hacerme una mamada sólo recitándole un poema de Gabriel Ferrater”. Como cito de memoria, es posible que me equivoque y el poema fuese de Joan Viñoli.
Mas la aventura socialista de Sostres duró poco. Su estilo de medrar berreando venga o no venga a cuento venía a cuento menos que con nadie con el PSC, que no es un partido político sino que es una máquina. Bromas con los capitanes, las justas. Sostres salió en barca de varios medios de comunicación controlados por los socialistas. Ahí descubrió el nacionalismo.
De citar a Joan Manuel Serrat en sus artículos pasó a citar a Lluís Llach y a urdir un personaje casi interesante, de no ser por lo estridente y acaso por lo repetitivo: se reinventó como un catalanista brutalmente de derechas (cuando la derecha catalana es blandita y además tiende al autoodio), que presumía de ser de buena familia y se reía de la chusmaa la vez que la instaba a abrazar la causa independentista, que élmismo admitía con desparpajo que por desgracia atrae a algunas personas que se lavan poco la cabeza y la usan menos.
Cuando también los nacionalistas se hartaron de él y le echaron, Sostres dio algunos tumbos de la mano de Joan Laporta, el sin par (por suerte) expresidente del Barça, para acabar en brazos de Pedrojota Ramírez, escribiendo en El Mundo y acudiendo a la tertulia de Isabel Sansebastián. El resto es historia, si nadie lo remedia.Un punto a su favor: a través de todas estas fascinantes vueltas de campana ideológicas, Sostres sólo ha mantenido un punto de gravedad coherente, que es el de su supuesta misoginia. Tan bestia que, la verdad, resulta forzada. Ha escrito artículos cargando contra las madres que amamantan a sus hijos en público y defendiendo a un camarero de Barcelona que echó a una de un bar. Otras veces se explaya más en la línea que se ve en el vídeo de Telemadrid, siempre dando a entender una peligrosidad sexual que si se piensa dos veces (y sobre todo si se examina una foto del personaje) carece de toda verosimilitud. Como las supuestas lolitadas de Sánchez-Dragó en Japón. ¿Pero de verdad alguien se cree que alguna pudo mirarle dos veces? ¿Qué necesidad había de sacar a relucir todo esto? A lo mejor ninguna. Pero a servidora de repente le dolió Cataluña y le preocupó España. Ya hace tiempo que servidora viene diciendo que hay que tener cuidado con esa política de tierra quemada que se está instalando en los medios de comunicación y sobre todo en los de opinión. Se empieza con un desfile de sectarios y se acaba con una procesión de freaks,deprovocadores profesionales, de gente que, peor que ser gilipollas,cobra por parecerlo. Para estar siempre en la cresta de la ola y delasombro. Para asegurarse de que en la próxima tertulia les vuelven a llamar.
Estoy de acuerdo con Sostres en que la difusión de lvídeo de Telemadrid ha sido un atropello. Pero no un atropello a él,que por lo que le conozco a estas horas debe estar en el séptimo cielo, bendiciendo su audiencia, su escándalo y su fortuna. No, el vídeo fue un atropello a mí. Y a ti. Y a este de aquí y aquella de más allá. A todos y todas los que tenemos cosas más importantes que pensar y que decirnos. A la gente como Sostres no se le hace un favor replicándola o criminalizándola, por favor. A la gente como Sostres simplemente se la ignora. No se le hace ni puto caso. Mano de santo, créanme.
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Fecha de inscripción : 18/02/2008
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