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Joan Margarit

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Mensaje  Ety Lun Dic 07, 2009 5:46 pm


Joan Margarit leyó ayer sus poemas en Durango y habló de lo que es para él la poesía: «Un modo de acercarse a la verdad»

Un buen recurso para conseguir que Joan Margarit (Sanaüja, 1938) concentre en unos pocos minutos su visión de la poesía es reconocer ante el poeta catalán que la poesía no es el género más frecuentado por su interlocutor. Es una confesión que se puede realizar sin temor al reproche, porque quien sale mal parado del trance no es
lector, sino el poeta. «A la hora de hablar de poesía me gusta utilizar un símil musical. El poeta es el compositor, el poema la partitura y, en el caso de la poesía, el lector no es el público que se limita a escuchar qué tocan, sino el intérprete, un intérprete que toca su propio instrumento: su pasado, sus sueños, sus frustraciones, su historia...

Lo que pasa es que tal vez no prestamos a nuestro instrumento la atención que merece o que no hemos cogido la partitura adecuada. Todo el que es capaz de leer un periódico es capaz de leer un poema. Aunque haya que hacer un pequeño esfuerzo, en eso la poesía es democrática. De todos modos, en el 90% de los casos en los que un lector o lectora no se encuentra con un poema la culpa es del poeta.

En lo que no es democrática la poesía es en que no todo el mundo puede escribir un buen poema. Eso es así, qué le vamos a hacer».

Un buen poema es, para Joan Margarit, «aquel que no te deja igual, un poema que puedes leer infinitas veces porque en cada lectura ves algo distinto». Arquitecto y catédrático, ya jubilado, de Cálculo de Estructuras en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, utiliza con pericia los símiles con valor didáctico: «En
teoría de la información se maneja la imagen de la 'caja negra'. Dentro de esa caja, donde no sabes qué hay, pasa algo. Pero sabes cómo entras y sabes cómo sales. Si sales distinto a como entraste, eso te da la
pista de que estás ante un buen poema».

De los poemas de Joan Margarit, que el pasado año obtuvo el Premio Nacional de Literatura de Cataluña y el Premio Nacional de Poesía por el libro 'Casa de Misericordia', traducido al euskera por Juan Ramon Makuso y editado por Meettok, no se sale como se entra.

Ante tanto reconocimiento, se protege del mayor enemigo del poeta, «la vanidad» y, en similar grado, el ensimismamiento: «El poeta lo primero que debe hacer cuando llega la inspiración es empezar a separar aquello que sólo le pertenece a él. De esa nebulosa que a tí te parece que puede ser un poema has de dejar lo que es común a todas las personas porque, ¿para qué van a interesarse los demás por una cosa
que es exclusivamente tuya?».

Hablar de sí mismo y desde sí mismo -«¿de qué quieres que hable, si no tengo más que eso?»- pero para todos, para que todos lo entiendan.

«Eso de que la poesía no se entiende sólo ha pasado en el siglo XX», como consecuencia, anacrónica ya hace décadas, de las vanguardias de entreguerras que en su momento cumplieron su función pero, a la larga, han dejado una herencia «que ha crucificado a la poesía». «Si ahora viene un señor y te hace lo que se hacía en los años veinte del siglo pasado, ya no tiene sentido. Eso sí, es mucho más fácil hacer un poema así que decir algo.

Yo hago una página críptica y te digo que no tienes nivel suficiente para entenderla y llegamos al concepto de la poesía de que no dice nada y no es leída por nadie.

''Usted no está preparado para entender mis poemas'', dice el poeta, pero el que no está preparado para escribir poemas es él. Es fácil hacer algo que parece un poema. En cambio, enseguida ves al leerlo que no lo es, porque no te dice nada».

Los de Joan Margarit se entienden perfectamente. Están escritos «al borde del precipicio, porque en la zona central no hay buenos poemas, hay poemas acomodaticios, el tópico, la vulgaridad, quedas bien pero no pasa nada. Donde tienes la posibilidad de acercarte a la verdad, no la seguridad de hacerlo, es paseando por el borde del precipicio toda tu vida». Porque un poema, si realmente lo es, «no sirve para distraer, para divertir o para pasar el rato.

La poesía no es literatura, es un modo de acercarse a la verdad, si es que existe».

Margarit trata de acercarse a la verdad a través de ladepuración, de la precisión: «Si en un párrafo puedes cambiar una coma, poner o quitar una palabra y el lector no se entera, eso es prosa.

La exactitud y la concisión son las dos características que le han quedado a la poesía y que permiten distinguirla, como en su día lo fueron la métrica y la rima».

Con materiales concisos y depurados, en sus últimos tres libros 'Calculo de estructuras', 'Casa de Misericordia' y 'Misteriosamente feliz' ha alimentado sucesivamente la 'caja negra' «de dolor, de consuelo y de lucidez». Enseguida se percibe que son libros llenos de poemas.
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