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Sobre la Herencia Judeo-Española del Siglo XV

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Mensaje  Ety Vie Mayo 01, 2009 7:50 pm

ELFIDIO ALONSO

POR AQUI PASO UN CABALLERO

Según hemos visto, gracias a la copia realizada en Bolonia por el estudiante mallorquín Jaume d´Olesa hacia 1421, hoy es posible documentar la antigüedad del romance picaresco La dama y el pastor, que conserva valiosas versiones en Canarias, como más adelante comprobaremos. También resulta muy atractivo decir que este romance ha sido cultivado por los judíos sefarditas, desde el momento en que fueron expulsados de la Península Ibérica por los Reyes Católicos (1492). Así se desprende del álbum Diáspora sefardí, de Jordi Savall (Hesperion XXI), editado en AliaVox con la destacada participación de la soprano Montserrat Figueras.
En efecto: el romance titulado Por allí pasó un caballero, que fue recogido en Turquía entre miembros de la comunidad sefardita, no es otra cosa que un fragmento de La dama y el pastor, como bien explica Paloma Díaz-Mas en el folleto ilustrativo que acompaña la grabación. Esta autora incide en la influencia que ejerció la música medieval hispana a través de la diáspora sefardí, en obligada mezcolanza con la música culta que se desarrolló en el Imperio Otomano desde el siglo XVI. La música recogida en Turquía para este romance lo refleja a la perfección.
Y lo mismo sucede con los versos, casi calcados de la versión que logró captar en Bolonia el estudiante mallorquín, en 1421. Veamos las analogías: “Gentil dona, gentil dona, / dona de bell parasser, / los pes tingo en la verdura / esperando este placer. / Por hi passa il´escudero, / mesurado e cortés; / les paraules que me dixo / todes eran d´emorés. / -Thate escudero este coerpo / este coerpo a tu placer (...) Allí dixo l´escudero: / No es hora de tender, / la muller tingo fermosa, / figes he de mantener, / al ganado en la cierra, / que se me va a perder”... (Versión primitiva que introdujo en España el estudiante mallorquín).
La variante sefardí de Turquía guarda claras analogías, como se desprende de los siguientes versos: “Por allí pasó un caballero / asentado y muy gentil: / -Si vos plaze, caballero / de mí tomaréx plazer. / -No lo quere el Dio del cielo, / no me dexa tal hazer, / que tengo mujer hermoza / hijos para el bien hazer”...
Salta a la vista que las dos versiones mantienen la misma rima en los versos pares, así como idéntica trama argumental, que podría ser resumida en las siguientes secuencias: 1) Ofrecimiento amoroso y carnal de la dama al escudero o caballero. 2) Rechazo de éste con el pretexto de que tiene esposa e hijos, además de su ganado en la sierra. 3) La dama despechada se desquita con las sabidas maldiciones: “Allá vages, mal villano, / Dieus te quera mal faser” (En el original de Bolonia). O bien “Allí vayás, caballero, / todo topéx al revéz” (Versión sefardí).
Ante las similitudes observadas en las estrofas, podría deducirse que las dos versiones fueron cantadas en la Península sin que se vieran separadas por largos períodos de tiempo. Si en 1421 entró la copia del mallorquín Jaume d´Olesa, con esos términos hoy vigentes en el idioma catalán (las paraules, por ejemplo, que diría el bueno de Joan Manuel Serrat), en 1492, con la expulsión de los judíos, la versión sefardí que llegó a Turquía guardaba escasas alteraciones con respecto al original, como es fácil comprobar. El título de la segunda, aunque distinto, parece sacado de la primera: “Por hi passa il´escudero”.
Con el paso del tiempo, este romance que comenzó siendo la historia De una Gentil Dama y un Rústico Pastor, se fue transformando paulatinamente según caprichos de los cantantes y comunicadores, como ha sucedido con todos los romances antiguos. Sin embargo, algunas constantes han sobrevivido a las modas y a los vaivenes morales que imponen los usos religiosos y sociales, causantes de los muchos cambios sufridos por los personajes de la historia, que salen airosos o condenados según las simpatías u ojerizas de los creadores populares, encargados de conservar, modificar y transmitir las músicas y textos heredados.
Y todo ello dentro de ese monumento de la lírica popular que es el romancero. Lo que permite que el escudero se convierta en caballero; el rústico pastor en villano vil; la gentil dama en una rabiza... Todo es posible.
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