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Poema del día

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Poema del día - Página 16 Empty Algunos poemas de amor...para variar

Mensaje  Ana Yajaira Salazar Sáb Feb 14, 2009 5:48 pm

Hoy se celebra en mi país el día del amor y la amistad, por ello les dejo algunos poemas alusivos al tema.

Amor, de tarde

Es una lástima, que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pineso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les caso mentiras

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha cómo ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme ¿qué tal? y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

(Autor, Mario Benedetti. extraído del libro El amor, las mujeres y la vida
Poemas de amor. Planeta Colombiana Editorial S.A. junio 2000,pág 13)

¡Cómo me dejas que te piense!

Pensar en ti no lo hago sólo, yo.
Pensar en ti es tenerte,
como el desnudo cuerpo ante los besos,
toda ante mí, entregada.
Siento cómo te das a mi memoria,
cómo te rindes al pensar ardiente,
tu gran consentimiento en la distancia.
Y más que consentir más que entregarte,
me ayudas, vienes hasta mí, me enseñas
recuerdos en escorzo, me haces señas
con las delicias, vivas, del pasado,
invitándome.
Me dices desde allá
que hagamos lo que quiero
-unirnos- al pensarte.
Y entramos por el beso que me abres,
y pensamos en ti, los dos, yo sólo.

Pedro Salinas (1891-1951)

Nunca terminaré de amarte

Y de lo que me alegro,
es de que esta labor tan empezada,
este trajín humano de quererte,
no lo voy a acabar en esta vida;
nunca terminaré de amarte.
Guardo para el final las dos puntadas,,
te-quiero, he de coser cuando me muera,
e iré donde me lleven tan tranquila,
me sentaré a la sombra con tus manos,
y seguiré bordándote lo mismo.
El asombro de Dios seré, su orgullo,
de verme tan constante en mi trabajo.

Gloria Fuertes


Poeta, di paso (Fragmento)

¡Poeta, di paso
los furtivos besos!...
¡La sombra! ¡Los recuerdos! La luna no vertía
allí ni un sólo rayo... Temblabas y eras mía.
Temblabas y eras mía bajo el follaje espeso.
Una errante luciérnaga alumbró nuestro beso,
el contacto furtivo de tus labios de seda.
La selva negra y mística fue la alcoba sombría...
En aquél sitio el musgo tiene olor de reseda...
Filtró luz por las ramas cual si llegara el día,
entre las nieblas pálidas la luna aparecía...
¡Poeta, di paso
los íntimos besos!
¡Ah, de las noches dulces me acuerdo todavía!
En señorial alcoba, de la tapicería
amortiguaba el ruido con sus hilos espesos,
desnuda tú en mis brazos fueron míos tus besos;
tu cuerpo de veinte años entre la roja seda,
tus cabellos dorados y tu melancolía,
tus frescuras de virgen y tu olor de reseda...
Apenas alumbraba la lámpara sombría
los desteñidos hilos de la tapicería.
¡Poeta, di paso
el último beso!

José Asunción Silva (1865-1896)


Árbol de mi alma (Fragmento)

Como un ave que cruza el aire claro,
siento hacia mi venir tu pensamiento
y acá en mi corazón hacer su nido.
Ábrase el alma en flor; tiemblan sus ramas
como los labios frescos de un mancebo
en su primer abrazo a la hermosura;
cuchichean las hojas; tal parecen
lenguaraces obreras y envidiosas,
a la doncella de casa rica
en preparar el tálamo ocupadas.
Ancho es mi corazón, y es todo tuyo.
Todo lo triste cabe en él, y todo
cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere!
De hojas secas, y polvo, derruidas
ramas; lo limpio; bruño con cuidado
cada hoja, y en los tallos; de las flores
los gusanos y el pétalo comido
separo; creo el césped en contorno
y a recibirte, oh pájaro sin mancha,
apresto el corazón enajenado!

José Martí (1853-1895)
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Mensaje  Ety Sáb Feb 14, 2009 6:11 pm

Poemas del siglo XIX

Elizabeth Barret (Versión de Carlos Pujol)


¿DE QUÉ MODO TE QUIERO?

¿De qué modo te quiero? Pues te quiero
hasta el abismo y la región más alta
a que puedo llegar cuando persigo
los límites del Ser y el Ideal.

Te quiero en el vivir más cotidiano,
con el sol y a la luz de una candela.
Con libertad, como se aspira al Bien;
con la inocencia del que ansía gloria.

Te quiero con la fiebre que antes puse
en mi dolor y con mi fe de niña,
con el amor que yo creí perder

al perder a mis santos... Con las lágrimas
y el sonreír de mi vida... Y si Dios quiere,
te querré mucho más tras de la muerte.



[b]Gustavo Adolfo Becker


Sabe si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.



---------------------------------------------------

Pasaba arrolladora en su hermosura
y el paso le dejé;
ni aun a mirarla me volví, y, no obstante,
algo a mi oído murmuró: «ésa es».

¿Quién reunió la tarde a la mañana?
Lo ignoro; sólo sé
que en una breve noche de verano
se unieron los crepúsculos y "fue"
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Poema del día - Página 16 Empty ANTÍTESIS POÉTICO - MAD

Mensaje  Batti Lun Feb 16, 2009 11:10 pm

Ety: HERMOSÍSIMO poema. Gracias.

Bueno, y para entrar en un rollo irreverente, aquí les paso una entrevista a MAD (Marco Aurelio Denegri o, si lo prefieren, traducción al español: MAD = LOCO).


Poema del día - Página 16 Marco11dy4.th


MARCO AURELIO DENEGRI
"DIOS ME LIBRE DE SER POPULAR"
Entrevista: José Ramírez Gonzáles
Fotos: Silvana Espejo



Usted ya conoce a Marco Aurelio Denegri: un personaje de la cultura viva en la televisión peruana. Las grandes personalidades de nuestra sociedad se sentirían orgullosas de ser entrevistadas por este señor tan inconforme de todo y de todos. Muchos televidentes corren a encender la grabadora cuando empieza su programa; sin embargo, el señor Denegri, desde sus lejanos inicios en el canal 7, ha hecho lo mismo toda la vida: regarnos de saber y cultura. Hoy, gracias al cable, más gente puede sintonizarlo en el canal 14, a las dos de la tarde.
En diálogo con GENTE, hizo lo suyo: cambió las cosas de lugar.

Señor Denegri, usted nombra "porquería" a la televisión, sin embargo conduce un programa en ella. ¿Se siente un integrante de la cultura de masas o un apocalíptico?

Bueno, en primer lugar hay una diferencia tremenda entre la TV de señal abierta y la del cable. Segundo, a mí me llamaron para hacer este programa, yo no puedo negarme a dar mi cuota de esclarecimiento, en medio de este torbellino general de incultura y embrutecimiento.

Ahora, que lo mío sea significativo... Hay una sintonía importante y constituída, pero nada más.

¿No depende del rating?

Mi programa no depende del llamado "rating". Me da igual que me vean dos personas o doscientas mil.

¿Qué piensa de la televisión de señal abierta?

Yo no sé qué punto de vista tendrá usted, pero el mío lo he expuesto repetidas veces. A veces vienen a preguntarme y ellos no tienen el suyo, y un periodista bien formado, bien informado, debe tenerlo sobre los temas que va a tratar.

Bueno, entonces yo le doy mi punto de vista y usted...

No, pero de ese punto podemos conversar.

Bien, Gonzales Prada dijo que en el Perú abunda la pequeñez en todo: en corazones, en vicios y en crímenes. ¿Usted qué opina?

Bueno, fíjese, la figura de don Manuel Gonzales Prada es para mí muy respetada. Lo he leído de principio a fin, lo he fichado, lo he estudiado. El, entre otras cosas, se ha caracterizado por las frases lapidarias, por su aversión al hombre. Gonzales Prada, como Wilde, se refiere a la mezquindad, a los espíritus pequeños. Si usted estudia bien a Gonzáles Prada notará que tiene un rechazo al ser humano, es tremendamente misantrópico. Hay una serie de ejemplos que le puedo dar.

¿Usted es misantrópico?

Sí. Entonces a Prada, el ser humano le merecía un desprecio importante. Para él, el ser humano es la mínima parte de nada y cosas así. Luego, él ha celebrado los magnicidios. Ha tenido aversiones y odios muy fuertes, muy vivos.

¿A qué o a quiénes atribuye la intolerancia vivida en las sociedades occidentales?

No, ése es un problema de la especie, la cual evolucionó para desenvolverse en grupos de entre 70 y 100 personas. Después, si usted supera esa cantidad es muy difícil la convivencia, es inevitable la intolerancia. Pero ese es un problema estructural, es uno de los grandes defectos de la especie humana, la cual tiene relativamente una vida corta. No tiene aptitud para la convivencia, salvo algunos seres especiales.

¿Qué persigue con aquella tesis del amor-pasión?

No, lo que yo he dicho es que el fenómeno del enamoramiento, del prendamiento, de la arrechura, es de trámite breve y es normal que así sea, tampoco es ningún problema. Porque el estímulo erótico se desgasta muy rápidamente, de modo que sería una rareza que dure eternamente. Lo grave sería que no ocurra.

¿Cuál es la relación entre el onanismo y la masturbación?

Bueno, en primer lugar yo no confundo onanismo (cuenta la Biblia que Onán no quería inseminar a la esposa de su hermano muerto, por lo que eyaculaba fuera de ella, sobre el piso) con masturbación. Yo he escrito un libro que se titula "¿Y qué fue realmente lo que hizo Onán?", donde demuestro que lo hecho por Onán realmente no fue practicar la masturbación.

¿Por qué considera normal la masturbación?

La pregunta no es esa, la pregunta es al revés, porque yo, como Mc Luhan, veo la cosas en playback. Entonces, la pregunta es ¿por qué en algun momento histórico de principios del siglo XVIII se convirtió en espantajo, en el origen de todos los males habidos y por haber? No, ¿por qué ahora se considera saludable y buena? Está perfectamente estudiado que, a principios del siglo XVIII, en Inglaterra, comenzó a decirse que la masturbación dañaba.¿Por qué solamente ahí y no en Japón, donde sólo es un pasatiempo, es como el fumar?

¿Usted qué papel le otorga a los intelectuales en una sociedad?

Bueno, depende del grado de compromiso del intelectual ¿no? El único compromiso que yo tengo es con la cultura, pero no con el orden establecido o como dice Baldomero Cáceres, "el desorden establecido". Entonces, en ese sentido, yo tengo a mi cargo un programa que dirijo hace dos años, posible gracias al advenimiento del cable. Y destilo todo lo concerniente a la problemática cultural, esparzo -digamos- saber, en la medida de mis posibilidades. Ese es mi cometido y ojalá haya otro que lo haga mejor que yo. Pero el propósito de un intelectual debe ser como lo que decía Kafka de los libros: "El propósito de un libro debe ser como un hachazo".

Por lo tanto, el de un intelectual debe ser un propósito subversivo. Un programa cultural rectamente entendido es más subversivo que "Sendero Luminoso", la inteligencia es más peligrosa que ese movimiento. Por eso la televisión comercial no le da cabida a la inteligencia, porque es peligrosa.

¿Podría darme un perfil psicológico del Presidente?

Ah no, no, no. Porque no lo reconozco como interlocutor. Ya lo he dicho anteriormente, y un día me preguntó eso mismo Mónica Delta. Me preguntó: "¿Qué le preguntaría usted, al señor Fujimori’". "No sé", le dije. Para preguntar algo tendría que reconocerlo como interlocutor y yo no lo reconozco.

El escritor García Márquez ha pedido que nos dejen vivir nuestra Edad Media. ¿Cuál es su opinión?

Bueno, ya en el caso de Gabo, él establece una pauta que puede ser rectora. Yo creo que si nosotros estamos en un plan de descubrimiento... y no sé si tendremos o podremos hacer nuestra Edad Media. Lo que yo podría decirle es que veo un peligro real con respecto a la sanidad de esta especie. Mi preocupación es que cualquier proyecto dependerá de la sanidad biológica, la cual está muy cuestionada.



¿Por qué se está hablando tanto del Genoma Humano?

Se está hablando de la posibilidad de reducir el número de enfermedades genéticas, que son tres mil, y de las cuales está lastrada nuestra especie. Veamos si podremos corregir no las tres mil pero, por lo menos, unas trescientas. Pero una especie con tal número de enfermedades tiene un pronóstico muy malo, un pronóstico muy serio, porque es posiblemente una especie que se va a extinguir y en buena hora, además.

Señor Denegri, ¿qué representa para la humanidad la enfermedad del Sida?

En primer lugar, es una enfermedad del código genético, tremendamente selectiva ¿no? Estadísticamente, tiene más importancia la Tricomoniasis que el Sida. Lo que pasa es que la tricomoniasis no mata, el sida sí. Es la venganza de los virus. Lo que dice Nelson Manrique en su "Sociedad Virtual": por toda la devastación, todo el desastre ecológico que ha hecho el hombre, ahora han venido los virus que, en venganza, nos han puesto de rodillas ante todas las cepas virales: al hombre, que se cree el rey de la creación. Es algo lamentable.

El hombre siempre imaginó sirenas, centauros, monstruos. Con la genética, ¿el imago puede volverse real?

Bueno, el monstruo es una constante en la historia del hombre. La constante teratológica es indubitable. Yo tengo un trabajo llamado "Introducción a la Teratología" y ahí demuestro que los monstruos son una constante en el imaginario humano ¿no? De modo que hacer monstruos... ¿con qué?, ¿con la moderna tecnología?, no sé. Ya nosotros somos lo suficientemente mostruosos.

¿Debemos sentirnos beneficiados ante todo el avance tecnológico?

No. Todo lo que ha sucedido con la computadora, con Internet, tiene una facturación muy alta, es lógico. ¿Usted qué cosa cree, que debemos alegrarnos por la vía tecnológica? No. Esas son cojudeces. Va en desmedro del avance humanístico, axiológico y espiritual. No se logra una cosa juntamente con la otra, es evidente que la otra retrocede. En el mismo Estados Unidos se ha comprobado el daño que sufre la vista si uno compra un monitor de 60 dólares, cuando el equipo completo vale mil dólares.

Considerando el crecimiento tecnológico, ¿es Estados Unidos lo mejor del mundo?

Estados Unidos tiene una situación de lo más graciosa ¿no?, moralmente es el país más desautorizado del mundo. De modo que no tiene ninguna autoridad para hablar de la ley, de la ética, de nada. Ahora, en Taiwán, en Corea, en China también hacen tecnología.

Señor Denegri, ¿Cuántas horas al día le dedica a la lectura?

Cuatro.

¿La considera el remedio infalible para salvar a la sociedad?

No. Qué ocurrencia. La lectura no es ningún remedio para salvarla. Es simplemente la dedicación que tenemos los amantes de la cultura por todo lo que significa enriquecimiento del espíritu, ampliación de conciencia, ensanchamiento de saberes ¿no? Eso no va a significar nada, a la inmensa mayoría de la humanidad le importa un carajo la cultura, ¿no?

Como dijo el poeta Jorge Guillén: "yo me dirijo a una inmensa minoría". Estoy consciente de eso.

¿Por qué repudia tanto a la televisión?

En la TV del libre mercado el capital no tiene ninguna regulación que no sea el éxito. En una charla con el crítico de televisión , Fernando Vivas, él me decía: "espero que los dueños de los canales se autoregulen". Y yo le dije que nunca se van a autoregular mientras tengan éxito comercial. Ellos se amparan en que uno puede hacer todo aquello que la ley no prohíbe. No hay ninguna ley en contra de esparcir basura.

¿Hay algún país que tenga esa ley?

En el Japón o en Alemania, por ejemplo, se han intentos de congestión o regulación con grandes dificultades, porque inmediatamente se alega y se dice que van a cercenarse las libertades y que va a pisotearse el derecho de cada uno: un problema de la "democracia".

¿Por qué tenemos productores con poca creatividad?

No. Por favor, si en la televisión comercial se pone cualquier barbaridad, se hace porque lo dice el dueño.

Cambiando el tema,¿cómo sería la mujer perfecta de Marco Aurelio Denegri?

La primera condición es que esté sana, siempre lo he dicho, tanto psicológica cuanto físicamente ¿no? Razonablemente, no digamos de una sanidad perfecta.

¿Por qué?

Porque usted no puede hacer nada si tiene una mujer enferma y la mayor parte de las personas están enfermas. Es una gran dificultad. Imagine encontrar una persona sana, no hablemos de encontrar una mujer que sea bonita, inteligente, culta... no. Simplemente, que esté bien del coco.

Es fundamental para mí: si la persona no está sana, no me interesa.

Y hablando de música ¿el rock le parece cultura?

Sí, claro. El año pasado le alcancé a Gerardo Manuel una declaración del filósofo argentino Mario Bunge, donde dijo que, a estas alturas, decir que el rock no es cultura es desconocer más de 30 años de difusión y de cultura de rock.

Y es importante ¿por qué?, porque a Mario Bunge no le gusta el rock.

¿Qué opinión tiene de la música clásica?

-Vea, ahora en la emisora Sol y Armonia que transmite música culta, clásica, selecta -la única emisora cultural del país- hay una situación muy grave. Están haciendo una colecta para ver si pueden salvarla. Pero esos problemas no enfrenta el rock, en tanto cultura masiva.

¿Como define a la música rock?

El rock tiene una serie de ingredientes importantísimos. Por el lado puramente del sonido tiene un decibelaje de 90 decibeles: ensordecedor. Pero uno de 100, 110, 120 son las catarátas del Niágara. Y cuáles son las consecuencias de eso: que aturde. Entonces, el hecho de que tenga una presión sonora tan alta, no es simplemente como piensa la gente ignorante, para meter bulla. El hecho que use luces a cada rato no es para que simplemente haya una pirotecnia, no. Porque las luces constantes y el ruido ensordecedor crean un vuelo, una borrachera psicodélica. Es decir, tiene el mismo efecto de la droga. Entonces, por esa razón el músico de rock es sordito, es generalmente drogadicto, consume alcohol, permanece volando con 100, 120 decibeles de presión sonora ¿no es cierto?, con luces que lo bombardean por todos lados, por la gente que grita con una algarabía general y todo: está volando.

¿Cómo afectan esos espectáculos a la sociedad?

Es parte del vuelo general. Entonces, esta sociedad, a través del rock, está olvidándose de sí misma, quiere zafarse de este mundo maldito.

¿Como la televisión?

Sí, pero con la diferencia que la televisión comercial se pretende hacer "en serio" y el rock no, no oculta nada. Si usted, en un concierto de rock, baja el volumen, la gente llanamente pifia porque deja de aturdirse. El ruido ensordecedor aturde igual que un par de tragos o un marihuanazo.

Hablando de las borracheras, ¿qué opina de aquella frase: "el alcohol es la continuidad de la mamadera"?

Ja, ja. Bueno, yo no puedo darle una opinión porque no tengo cultura alcohólica. De modo que yo no podría repetir lo de Martín Adán: "Yo soy como el caballo de paso, que resiste el hambre pero no la sed". Él célebre poeta era un jarro impresionante.

¿De qué puede enorgullecerse el peruano?

(Silencio). Miguel Grau.

¿Qué piensa de los "cholos", de la tecnocumbia, de sus colores violentos?

Es una consecuencia de la limitación, de las migraciones de los últimos veinte años. No me gusta, por supuesto, pero es así. Ahora, desde que comenzaron los "reyes" de la papa y del camote. ¿Qué se va hacer, no? Yo estoy absolutamente ajeno y lejano de esas personas, pero es un hecho social

En el Perú, ¿es mejor ser popular o ser elitista?

No, yo soy elitista.

¿Es mejor?

No, yo no digo que sea mejor o peor. Lo que digo es que la cultura no puede ser popular, Dios me libre de que sea popular. La cultura supone mucho esfuerzo, es un empeño, es un conato.

Como decía Mao Tse Tung: "no todos tienen el derecho de opinar", en eso sí no soy democrático.

Si descree de la democracia, ¿Qué sistema de gobierno propone?

No, ya para esta especie ningún sistema, es ingobernable. Es, como decía (el fascista) Mussollini: que tal o cual sistema no es el problema. Es inútil o ¿usted cree que es el sistema el que falla? El gran escritor y poeta colombiano, Alvaro Mutis, decía que la democracia es un sueño imbécil.


Última edición por Batti el Lun Feb 16, 2009 11:14 pm, editado 1 vez (Razón : Decía "dirigo". Debe decir "dirijo")
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Mensaje  Ety Lun Feb 16, 2009 11:37 pm

Es interesante leer la entrevista, pero definitívamente hay cosas con las que discrepo. Sería muy largo ennumerarlas todas, pero una de ella es la genética. No creo que la especie humana esté destinada a extinguirse, al contrario, con sus mutaciones, la historia nos enseña que el hombre evoluciona. Conocer la importancia de la genética ha sido uno de los avances más grandes de la humanidad, y no sólo para conocer el origen de las enfermedades, sino que nos ha abierto un mundo de posibilidades que incluyen también el comportamiento del ser humano. Lamentablemente todavía hay mucho que sabe, pero la comprensión de la constitución del ser humano es fundamental para todos.

Desde luego que Denegri no es tonto, pero, personalmente creo que siendo un hombre culto e inteligente, podría aportar mucho más y lo que hace es destruir las esperanzas que aun nos quedan. (Por lo menos en esta entrevista). Creo que no se vale criticar sin aportar algo mejor.

De todas formas, te agradezco Batti haber incluído esta entrevista pues me ha puesto a pensar en muchas cosas. No tenemos que estar de acuerdo en todo, lo importante es que nos brindas la oportunidad de profundizar en temas fundamentales.

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Mensaje  Batti Lun Feb 16, 2009 11:44 pm

Ety y amigos queridos:

lol! ¡diste en el clavo, Ety! Precisamente ese era el objetivo de incluir lo dicho por MAD. Yo discrepo de él en millones de temas. Es un iconoclasta total, hombre culto, sí, pero que se toma demasiado en serio. Es un teórico en esencia. Por ejemplo, nunca se le ha conocido amor (de ningún género) y sin embargo, es un erudito en sexualidad. Sus opiniones SIEMPRE, INVARIABLEMENTE, son discordantes, controversiales. No sabe de medias tintas: se le odia o se le ama. Y él igual: detesta o (semi)adora.

En fin, mejor lánzanos, Ety, otro de esos poemas hermosos que tú conoces para cambiar 180 grados de tema cheers flower jocolor king I love you

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Mensaje  Damablanca Lun Mar 02, 2009 12:40 am

Cada ciudad puede ser otra
cuando el amor la transfigura
cada ciudad puede ser tantas
como amorosos la recorren

el amor pasa por los parques
casi sin verlos amándolos
entre la fiesta de los pájaros
y la homilía de los pinos

cada ciudad puede ser otra
cuando el amor pinta los muros
y de los rostros que atardecen
unos es el rostro del amor

y el amor viene y va y regresa
y la ciudad es el testigo
de sus abrazos y crepúsculos
de sus bonanzas y aguaceros

y si el amor se va y no vuelve
la ciudad carga con su otoño
ya que le quedan sólo el duelo
y las estatuas del amor


(Mario Benedetti).


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Mensaje  Ana Yajaira Salazar Jue Mar 05, 2009 8:20 pm

Es este un hermoso poema, pero muy extenso, se los colocaré en varias entregas,
Saludos.
Ana Yajaira


Mi padre el inmigrante

"Mi padre, Juan Bautista Gerbasi, cuya vida es el motivo de este poema, nació en una aldea viñatera de Italia, a orillas del Mar Tirreno, y murió en Canoabo, pequeño pueblo venezolano escondido en una agreste comarca del Estado Carabobo".

Vicente Gerbasi


I
Venimos de la noche y hacia la noche vamos.
Atrás queda la tierra envuelta en sus vapores,
donde vive el almendro, el niño y el leopardo.
Atrás quedan los días, con lagos, nieves, renos,
con volcanes adustos, con selvas hechizadas
donde moran las sombras azules del espanto.
Atrás quedan las tumbas al pie de los cipreses,
solos en la tristeza de lejanas estrellas.
Atrás quedan las glorias como antorchas que apagan
ráfagas seculares.
Atrás quedan las puertas quejándose en el viento.
Atrás queda la angustia con espejos celestes.
Atrás el tiempo queda como drama en el hombre:
engendrador de vida, engendrador de muerte.
El tiempo que levanta y desgasta columnas,
y murmura en las olas milenarias del mar.
Atrás queda la luz bañando las montañas,
los parques de los niños y los blancos altares.
Pero también la noche con ciudades dolientes,
la noche cotidiana, la que no es noche aún,
sino descanso breve que tiembla en las luciérnagas
o pasa por las almas con golpes de agonía.
La noche que desciende de nuevo hacia la luz,
despertando las flores en valles taciturnos,
refrescando el regazo del agua en las montañas,
lanzando los caballos hacia azules riberas,
mientras la eternidad, entre luces de oro,
avanza silenciosa por prados siderales.



II
Venimos de la noche y hacia la noche vamos.
Los pasos en el polvo, el fuego de la sangre,
el sudor de la frente, la mano sobre el hombro,
el llanto en la memoria,
todo queda cerrado por anillos de sombra.
Con címbalos antiguos el tiempo nos levanta.
Con címbalos, con vino, con ramos de laureles.
Mas en el alma caen acordes penumbrosos.
La pesadumbre cava con pezuñas de lobo.
Escuchad hacia adentro los ecos infinitos,
los cornos del enigma en vuestras lejanías.
En el hierro oxidado hay brillos en que el alma
desesperada cae,
y piedras que han pasado por la mano del hombre,
y arenas solitarias,
y lamentos del agua en cauces penumbrosos.
¡Reclamad, gritando hacia el abismo,
el mirar interior que hacia la muerte avanza!
En nuestras horas yacen reflejos de heliotropos,
manos apasionadas, relámpagos del sueño.
¡Venid a los desiertos y escuchad vuestra voz!
¡Venid a los desiertos y gritad a los cielos!
El corazón es una secreta soledad.
Sólo el amor descansa entre dos manos,
y baja en la simiente con un rumor oscuro,
como torrente negro, como aerolito azul,
con temblor de luciérnagas volando en un espejo,
o con gritos de bestias que se rompen las venas
en las calientes noches de insomnes soledades.
Mas la simiente trae a la visible e invisible muerte.
¡Llamad, llamad, llamad vuestro rostro perdido
a orillas de la gran sombra!



III
Relámpago extasiado entre dos noches,
pez que nada entre nubes vespertinas,
palpitación del brillo, memoria aprisionada,
tembloroso nenúfar sobre la oscura nada,
sueño frente a la sombra: eso somos.
Por el agua estancada va taciturno el día,
doblegando los juncos hacia barcas de olvido.
El alma silenciosa en las violetas tiembla.
¿No somos un secreto guardado por las horas?
Mirad cómo en el césped de la tarde
la mirada es un brillo de azahares,
cómo se esconde el ser
en el suspiro leve de las frondas.
Algo se cierra siempre en torno a nuestra frente.
El frío de las piedras corre por nuestra sangre.
Un susurrar de nardo desciende por los valles.
Y siempre el hombre solo, bajo el sol y los truenos,
perseguido por voces y látigos y dientes.
El hombre siempre solo, con su mirada, suya,
con sus recuerdos, suyos, y con sus manos, suyas.
El hombre interrogando a sus calladas sombras.
Escucha: yo te llamo desde mis soledades,
desde mis suspirantes comarcas de palmeras,
abiertas a los signos luminosos del cielo.
El viento se te enreda con nieblas siderales,
y te detiene al pie de negros abedules.
Venados de la luna van corriendo
por la antigua memoria,
y en tu silencio caen llamas del corazón.
Ana Yajaira Salazar
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Poema del día - Página 16 Empty Re: Poema del día

Mensaje  Ana Yajaira Salazar Jue Mar 05, 2009 8:22 pm

IV
Lo que siento en mi sangre como un reloj de arena,
cerca de algún retrato, del hilo y del salero;
lo que escucho en mi sangre como un rumor del día,
cuando una mariposa de la noche
viene a besar la sombra de nuestro corazón;
lo que escucho en mi sangre como acordes de luto,
cuando todo se apaga y todo es un ayer,
con rostros, con cenizas y manos en la sombra;
lo que escucho en mi sangre como grano que cae
en la penumbra de los aposentos,
donde el espejo de hundida confidencia
destruye vanamente las máscaras del hombre:
lo que escucho en mi sangre como flautas del sol,
cuando mis hijos danzan en torno a mi existencia
como en una lejana colina de vendimias;
cuando el pensamiento transforma mis secretos
en abismos de yedras,
y reclino mi frente sobre el vino nocturno;
cuando siento mis pasos en la tierra,
y cuando digo: tierra,
y sé que estoy aquí iluminándome,
amándola y oyendo su mandato, que es el existir,
es lo que desciende en secreto hacia mi muerte:
rumor que me sostiene y me dibuja
en mi retrato antiguo,
con un halcón sobre el hombro,
en la penumbra de tus olivares:
marco de la conciencia,
enigma de viejos muros,
caída de la luz en la tristeza,
heno en la tarde, nubes de soledad,
higueras de la noche en forma de esqueletos,
mirada hacia la sombra del jaguar.
No somos habitantes de la luz.
Hay lenguas de tiniebla y signos ardorosos
danzando en torno nuestro.
Se nos cae la mirada en anillos de luto,
en juncales de miedo, en estrellas de plata.
La frente va perdida, como ráfaga fría
por la humedad nocturna de los espantapájaros.
¿Cuándo sale de ti mi oscuro andar?
Atrás quedan abismos en que mis ojos caen.
El hombre es de la noche que lo sigue,
sueño que el sol defiende,
paréntesis de incierta maravilla,
imagen que derriba la tiniebla.
Aún mi madre contempla tu retrato
y en su cabello blanco se hace un lejano resplandor.
Aquí en la tierra estoy, aquí en la tierra,
y en tu muerte, disperso en mis sentidos.
Y persisten los ojos, las brasas del peligro
y el hábito de andar por los sonidos,
por la humedad, la risa, las tinieblas,
donde las lumbres danzan
como reminiscencias de muertos familiares.
Y todo avanza en mí y todo cae, y todo es un rumor,
un acercarse y amar, y un sufrir por lo amado,
y un llevarlo todo al sueño
y hacer de la tierra un sueño.
Y es lo que viene ardiendo, sonando como un trueno
sobre un niño,
desde tu vida dura, desde tu muerte sola,
tu muerte semejante a una llanura,
donde curva la noche su lentitud de estrellas,
con un rumor de cascos, de piedras, de esqueletos,
con guitarras caídas junto al corazón,
con una copla del diablo,
con el azufre del Tirano Aguirre
danzando en las colinas,
y lejanos relámpagos antiguos
en un denso horizonte con sombras de diluvio,
y el viento que resuena sobre el sordo tambor
de la tierra caliente,
del agua del caimán y el venenoso diente.
Padre mío, padre de mi huracán. Y de mi poesía.




V
A veces caigo en mí, como viniendo de ti,
y me recojo en una tristeza inmóvil;
como una bandera que ha olvidado el viento.
Por mis sentidos pasan ángeles del crepúsculo
y lentos me aprisionan los círculos nocturnos.
Venimos de la noche y hacia la noche vamos.
Escucha. Yo te llamo desde un reloj de piedra,
donde caen las sombras, donde el silencio cae.




VI
El velero lustroso de la muerte
pasea tu silencio por mis mares sombríos,
entre brillos de un agua negra en ondas,
donde cantan marinos de otro tiempo,
ahogados en la noche, rendidos a las algas
que transportan las sombras.
Y siempre vienes a mí desde el olvido,
aventurero terrestre de barbas seculares.
Tus zapatos aún suenan sobre los ladrillos
y sobre las arenas de bahías desiertas,
con baúles desenterrados y monedas,
y con rocas lejanas donde los astros caen,
donde avanzan temblando las auroras,
en medio de las sombras de los fríos,
y de pinos del mar,
y signos y colores espectrales,
y las sombras de madres de barqueros,
llamando entre sus paños y sus cabellos,
y sus voces confundidas,
y sus lágrimas perdiéndose en la arena,
y gaviotas en fila, volando hacia otro mundo,
hacia distancias cárdenas y negras,
hacia un día del misterio,
donde grita el hombre a su muerte.
Te sigue un perro grande,
el perro fiel y lento de nuestra lejanía.
En tu penumbra brillan barcas abandonadas.
Con las ráfagas gimen tus hondas soledades
y entre las algas tiembla el grave amanecer.
Te alejas en tu viaje como llovizna leve,
como el rumor del finar en los caracoles.
En mi soledad guardo tus hondas soledades.
De ti vienen los días
sonando en las guitarras del olvido.
Por ti yo soy el hombre, el portador del fuego.
Por ti mi mano levanta el espejo que refleja la montaña.
Hacia mí venían tus huellas, tu fábula y tu clima,
y aún te veo llegar desde la muerte,
padre del remo, padre del pesado saco,
padre de la cólera y el canto.
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Mensaje  Ana Yajaira Salazar Jue Mar 05, 2009 8:26 pm

VII
Tu aldea en la colina redonda bajo el aire del trigo,
frente al mar con pescadores en la aurora,
levantaba torres y olivos plateados.
Bajaban por el césped los almendros de la primavera,
el labrador como un profeta joven,
y la pequeña pastora con su rostro en medio de un pañuelo.
Y subía la mujer del mar con una fresca cesta de sardinas.
Era una pobreza alegre bajo el azul eterno,
con los pequeños vendedores de cerezas en las plazoletas,
con las doncellas en torno a las fuentes
movidas rumorosamente por la brisa de los castaños,
en la penumbra con chispas del herrero,
entre las canciones del carpintero,
entre los fuertes zapatos claveteados,
y en las callejuelas de gastadas piedras,
donde deambulan sombras del purgatorio.
Tu aldea iba sola bajo la luz del día,
con nogales antiguos de sombra taciturna,
a orillas del cerezo, del olmo y de la higuera.
En sus muros de piedra las horas detenían
sus secretos reflejos vespertinos,
y al alma se acercaban las flautas del poniente.
Entre el sol y sus techos volaban las palomas.
Entre el ser y el otoño pasaba la tristeza.
Tu aldea estaba sola como en la luz de un cuento,
con puentes, con gitanos y hogueras en las noches
de silenciosa nieve.
Desde el azul sereno llamaban las estrellas,
y al fuego familiar, rodeado de leyendas,
venían las navidades,
con pan y miel y vino,
con fuertes montañeses, cabreros, leñadores.
Tu aldea se acercaba a los coros del cielo,
y sus campanas iban hacia las soledades,
donde gimen los pinos en el viento del hielo,
y el tren silbaba en lontananza, hacia los túneles,
hacia las llanuras con búfalos,
hacia las ciudades olorosas a frutas, hacia los puertos,
mientras el mar daba sus brillos lunares,
irás allá de las mandolinas,
donde comienzan a perderse las aves migratorias.
Y el mundo palpitaba en tu corazón.
Tú venías de una colina de la Biblia,
desde las ovejas, desde las vendimias,
padre mío, padre del trigo, padre de la pobreza.
Y de mi poesía.




VIII
Cuando tú venías, venías hacia la muerte,
porque así son nuestros pasos en los días:
hacia las montañas detenidas en los crepúsculos;
hacia las ciudades que esperan la noche con luto y alegría,
tostando el pan, preparando dramas en los aposentos,
derramando rojo vino en las penumbras;
hacia los puertos donde las barcas dan descanso a los vagabundos;
hacia los pequeños caminos rojos,
donde nos duele el cuerpo del asno,
donde nos duelen los pies del mendigo,
donde nos duele el canto de la triste quinquina;
hacia nuestra futura vivienda,
con el susurro leve del naranjo
a cuya sombra estaremos en la mirada del hijo,
como en una hora del cielo,
del presentimiento y de la angustia.
Tú venías, y el mundo estaba debajo de tus pasos,
y debajo de tus noches, y debajo de tus soledades.
Sí, tu existencia había creado sus cielos huracanados
sus aguas tumultuosas, sus nubladas lejanías,
y las tempestades agitaban los mares de tu corazón
con truenos y estrellas caídas
en las oscuras soledades del alma,
con naufragios y voces de mujeres
perdidas en la extensión de las olas y los países.
Soñabas con fantasmales buques en la sombra,
esos que llevan banderas de luto
y viajan hacia los puertos de podridos aceites
y antiguos desperdicios.
Y la furia levantaba ondas en la oscuridad de tu muerte,
perseguida por brillos lunares,
como una oleaginosa superficie negra
con vuelos de lentas aves relucientes,
ahí donde los astros gotean sus azules licores,
en ese espacio del misterio devorador,
con islas iluminadas en nuestra soledad.
Tu juventud llamaba a las ciudades del mundo,
a los vientos que soplan contra viejas murallas,
a la gente que vive en las oscuras minas,
a marinos que yacen bajo cruces del mar.
Tú, el viajero, el insomne, el descontento,
el que levantaba las manos hacia los relámpagos,
el que veía pasar las bahías
como la orilla serena y brumosa de la tristeza.
Sabías soportar las lejanías, siempre tan del corazón.
Sabías llegar.
Y eras ahí el anónimo, el oscuro, el devorado,
tendido en las noches calientes,
como los sacos, como los barriles,
a la orilla de los grandes navíos.
Un campesino te daba una copa de aguardiente.
Y aún era la noche oscura como un tambor,
salvaje como las patas, las mías y los dientes del tigre.
La noche, la noche llena de rumores de tamarindos,
de cocoteros movidos por una brisa
que te devolvía a otro tiempo,
al tiempo de tu aldea con campanas,
de tus mares del verano
con barcarolas cerca del amanecer.
Tú estabas dormido bajo las estrellas de otro mundo.
Padre mío, padre de mi universal angustia.
Y de mi poesía.
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Mensaje  Ana Yajaira Salazar Jue Mar 05, 2009 8:29 pm

IX
Dejaste en mi existencia la nostalgia del mundo.
Adoro las ventanas que tiñen los crepúsculos,
contemplo las estampas de algún campo del norte,
elevo las aldeas a nevadas del cielo
y un reno silencioso se yergue en mi silencio.
Muero contra los pinos por ráfagas heladas,
a mis manos se acercan pájaros del invierno,
y un aire de mendigos difunde coros tristes.
No sé si alguna hora de copos solitarios,
esos que a veces caen en grises cementerios,
sobre harapientas sombras, en plazas vespertinas,
me espera en algún sitio lejano de la tierra.
Por ti, que caminabas con tus ropas pesadas,
entre los esqueletos vegetales del frío,
yo vago por la orilla de un lago taciturno,
oyendo una campana de antiguos molineros.




X
¿Qué fuego de tiniebla, qué círculo de trueno,
cayó sobre tu frente cuando viste esta tierra?
Pasaron costas negras, arbustos inflamados,
barcas con piñas, cocos, bananas, chirimoyas,
sobre un mar tenebroso con medusas y anémonas.
Y pasaron caminos, zamuros, caseríos,
y viste un asno ciego atado a tina ventana,
y un niño sin parientes pasar por la llanura,
y un vaquero llamando la sombra del ganado.
Una puerta caliente se abrió para tu vida.
Te llamaron las aguas con sus lenguas oscuras,
los pájaros con gritos, y animales dolientes
que lloran largamente en el alto follaje.
Y llegaste a la puerta de la casa del brujo,
de cuyo tecleo cuelgan gruesas hojas moradas,
semillas venenosas, corazones de pájaros.
Y viste la melaza correr en los trapiches.
Y el toro que en la tarde avanza hacia la muerte,
atado a dos caballos.
Y viste la serpiente de agua, retorcida,
que en la penumbra ahoga a la vaca sedienta.
Y anduviste de noche entre las mariposas
de luto, que visitan los ranchos tenebrosos,
donde habita la fiebre de labios amarillos.
Y viste danzar llamas, las llamas del Tirano,
seguido por el canto del aguaitacamino,
que avanza, misterioso, junto al paso del hombre.
Y dormiste entre hormigas, arañas y escorpiones.
Y grandes flores lilas, con brillos siderales,
se abrieron en tu sueño de encendidos diamantes.




XI
Por ti sé que el remo que regresa del horizonte,
y el hacha que al contacto del árbol
llena de resonancia el día,
y el martillo que aplasta el hierro
y lo moldea como una llama densa, 5
y la mano que amasa el barro para la vivienda,
y amasa la harina para los hijos,
y para los hijos de nuestros hijos,
y el escalpelo que transmite sangre a la piedra,
elevando su suave gesto en la penumbra,
y la frente inclinada sobre la maravilla,
hacen la conclusión de la jornada.
Por ti sé que el paso de cada uno es solitario,
como un recuerdo, como un instante,
como la muerte de cada uno.
Por ti sé que el amigo es sagrado,
y que más vale un árbol con frutos
que brillantes monedas de oro.
Pero aquí estoy debatiéndome con sangre, imagen y lamento,
recogido en mi gesto como habitante que sale de la noche.
Por ti me alejo de las ruedas del lujo,
de la serpiente de oro, de la araña de cristal pulido,
de la cortina de azules mariposas.
La tierra nos reclama más cerca de sí misma,
más cerca del sueño en que la vemos.
Ráfagas solitarias se acercan a mi frente,
donde la noche mora temblando en los jazmines.
Fugaces resplandores pasan entre mis huesos,
mientras voy escuchando mis pasos en el polvo.
Avanzo, clamo, caigo, y yo mismo levanto
mi cuerpo abandonado.
Agítanse las sombras al golpe de la sangre,
con el trueno que enluta barrancos y montañas,
y en la humedad enciende cuchillos, ojos, cuerpos
y manos que socavan la soledad oscura.
Camino por escombros, recojo un niño herido
que interminablemente llama hacia las paredes.
Busco un pan, me persiguen
y mis rodillas sangran por largas madrugadas.
Padre de mis huellas,
padre de mi tristeza nocturna.
Y de mi poesía.
Ana Yajaira Salazar
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Mensaje  Ana Yajaira Salazar Jue Mar 05, 2009 8:30 pm

XII
Siempre te encuentro, oigo tu voz,
en mi hora más secreta, cuando refulgen las gemas del alma,
como heridas por la luz de los sentidos,
cuando el tiempo me convoca a los acordes del día,
y enciende en torno a mi ser flores silvestres;
cuando la noche viene impulsando colores densos por el cielo,
como batallas del paraíso o anunciaciones sagradas;
cuando el campo se lamenta en sus animales;
cuando la madre llora y sobre su cabeza
la noche derrama su pesadumbre y el querer estar a solas;
cuando siento entrar por la ventana,
a la quieta soledad de la tristeza,
el aire de los árboles cercanos.
Tu vida y tu muerte, tuyas para siempre,
como es para sí el niño que se ahoga en un pozo perdido,
en mí se juntan y me difunden en la tierra,
en ese instante que se detiene iluminando la memoria,
igual al relámpago que enciende un horizonte sagrado,
en el momento en que el día y la noche se juntan,
plenos de profundidades de lo eterno,
en una densa agitación de oscuros caballos celestes
que se agigantan para el engendro de un poderoso enigma,
sobre las montañas, sobre las ciudades
y las frentes pensativas.
Padre de mi soledad.
Y de mi poesía.




XIII
¿Quién me llama, quién me enciende ojos de leopardos
en la noche de los tamarindos?
Callan las guitarras al soplo misterioso de la muerte,
y las voces callan, y sólo los niños aún no pueden descansar.
Ellos son los habitantes de la noche,
cuando el silencio se difunde en las estrellas,
y el animal doméstico se mueve por los corredores,
y los pájaros nocturnos visitan la iglesia de la aldea,
por donde pasan todos los muertos,
donde moran santos ensangrentados.
Por las sombras corren caballos sin cabeza,
y las arenas de la calle van hasta el confín,
donde el espanto reúne sus animales de fuego.
Y es la noche que ampara la existencia a solas,
en el niño insomne, en el buey cansado,
en el insecto que se defiende en la hojarasca,
en la curva de las colinas, en los resplandores
de las rocas y los helechos frente a los astros,
en el misterio en que te escucho
como una vasta soledad de mi corazón.
Padre mío, padre de mis sombras.
Y de mi poesía.




XIV
Áspero cuero de tigre,
estrellada lentitud de arqueado lomo,
fuerte cabeza insomne,
dientes detenidos en la sombra.
Un viento vegetal lame las peñas,
húmedas lumbres vagan por el río,
y tensos pasos hunden
las flores de la noche en la memoria.




XV
Sí, la noche sostenida en las grandes hojas espesas,
en las lianas que bajan hasta las aguas negras,
como lentas serpientes encantadas por los brujos,
en los brillos que huyen como soplos azules,
dando un temblor fugaz a las ocultas flores,
te dio el secreto antiguo de mi ardorosa tierra.
Tocaste las raíces, las piedras y las frutas,
abrazaste los árboles, corriste por pantanos,
penetraste en las cuevas, heriste el armadillo,
que semeja un cruzado de bruñidas corazas,
perdido en la penumbra de la selva y el río.
Viste las madrugadas de las lluvias calientes
y oíste el murmurar de árboles y animales,
ese reclamo eterno de la tierra en la noche
que a veces llora y grita y ronca en la pantera.
Y viste el estallido de las grandes semillas,
y el nacer de la hoja y el abrir de la flor.
Y hablaste, circundado por venados atónitos:
"¡Ampárame, oh tierra maravillosa!
Yo me estaré contigo adorando tus peñas
que en la penumbra tienen rostros de nuevos dioses.
Yo vengo de los puertos, de las casas oscuras,
donde el viento de enero destruye niños pobres,
donde el pan ha dejado de ser para los hombres.
Yo vengo de la guerra, del llanto y de la cruz.
¡Ampárame, oh tierra maravillosa!"
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Mensaje  Ana Yajaira Salazar Jue Mar 05, 2009 8:34 pm

XVI
Todas las colinas ondulaban hacia el sitio que buscabas.
Los árboles ondulaban, ondulaban en la soledad de tu alma,
como un recuerdo de los siglos en el viento,
como un recuerdo de las soledades del mundo,
cuando el fuego bajaba por el pecho de las montañas
y los reptiles miraban las flores sudorosas.
Ondulaban, ondulaban en el silencio de tu alma.
Ondulaban, ondulaban en el silencio de la tierra roja,
donde el hombre se esconde
para dar muerte al tímido animal.
Ondulaban, ondulaban en la atmósfera ardiente del colibrí,
que gira, y gira, y huye y gira en su vuelo tornasol.
Ondulaban, ondulaban, murmurantes,
en las anchas soledades,
donde canta la guacharaca anunciando la lluvia.
Ondulaban, ondulaban, y corrían los toros y los caballos,
espantados por el resonante viento del fuego,
hacia un desolado atardecer.
Ondulaban, ondulaban, y caían reflejos rojos
en las oscuras aguas de la selva,
donde beben la ardilla, la lapa y el tapir.
Ondulaban, ondulaban, los árboles en tu vida,
aquí, en la tierra, aquí, en tu afán,
aquí, donde algún hombre solitario,
entre carbones de árboles incendiados,
siembra la yuca y el banano,
busca el veneno en la hojarasca,
y conoce el misterio de los vegetales.
Y era un lento ondular el día,
un ondular hacia las márgenes de los ríos
con lentas barcas y caimanes en las aguas amarillas.
Un lento ondular hacia el horizonte,
donde la noche congrega a los hombres con sus guitarras,
entre sus viviendas de ennegrecida palma,
bajo el silencio solitario de las estrellas.




XVII
Ahí te acogían, y ahí estaba tu noche.
Tú venías, venías con tu vida y tus recuerdos,
con tu voz y tus pequeños papeles amarillos,
con tu alegría y tus angustias,
pero nadie sabía de dónde venías.
Sonaban las guitarras en la sombra de tu corazón,
y había aguardiente en conchas de fuertes frutas,
el aguardiente que incendia las venas
con forma de relámpago sobre un turbio galopar de caballos.
Y el joropo en el arpa te agitaba una nueva melodía,
y había una nueva tristeza para ti, y una nueva alegría.
Aquella gente era tu gente.
Un día te ibas con ella en el fragor de una guerra civil.




XVIII
Llegaba el día del agua verde,
espesa como un lienzo oscuro con flores.
El agua estancada con gérmenes de fiebre,
el agua solitaria, perdida, abandonada,
donde la garza inmóvil se mira en su tristeza.
Y era el día sin pan, el día sin respuesta.
El día de los campesinos muertos sobre la yerba reseca.
Y tu vida era de nuevo un regresar,
un regresar hacia días y noches,
hacia el sitio que buscabas en tu desesperación.




XIX
Te señalo en el mediodía de la angustia,
entre árboles y espinas y cigarras,
entre lenguas de fuego bajo el sol,
ahí donde un caballo anda por nuestra tristeza,
y cae, y muere, con los ojos abiertos hacia el cielo.
Te señalo en la soledad de danzas ilusorias,
de corrientes perdidas, de sutiles serpientes,
cuando la hora tritura sus cristales y espejos,
y las aves huyen del gran pozo de fuego,
donde estalla la fruta, la espiga, la corteza,
donde la calavera brilla sonoramente
en su amarilla frente
que lamen aguas tibias,
que llaman voces roncas,
ecos de las cavernas.
Y todo cae en el silencio de la tierra,
de la tierra roja con grandes hormigas rojas,
que lentamente avanzan por sus claras ciudades,
con su pesada carga de circulares hojas.
Y todo es un temblor de láminas livianas,
de mercurio caliente,
y la curva de las colinas se hace adusta,
grave, resplandeciente,
bajo el vuelo circular de los gavilanes,
lentos, casi inmóviles en la atmósfera caliente,
como sostenidos por el viento de los siglos.
Te señalo en la hora del canto de la paloma torcaz,
escondida en la extensión reverberante,
cuando el toro muge en medio de nuestra lejana melancolía,
cuando nos interrogamos: "¿quién me responde ahora?",
cuando en la vivienda de barro y palmas
la gente calla cabizbaja en el humo del tabaco,
en el sopor de su oscura pobreza
entre tinajas, cenizas y cucharas de palo.
Cuando junto a nosotros el río arrastra vegetales sombríos,
como residuos de nuestros sueños luctuosos,
en que negras barcas atraviesan luces, ondas, gritos.
Te señalo sobre la tierra, en medio de tu propia voluntad.
La hoja aceitosa y morada del tártago,
la flor amarilla y espesa del guanábano,
la fruta velluda del guamo,
la araña cobriza y lenta,
el insecto de plata y de veneno,
están aquí en tu silencio,
en tu silencio profundo como el día,
donde posan los valles
como en la reminiscencia de una leyenda.
Está aquí lo que tú querías allá entre los pastores,
cuando los deshielos daban música y espuma a los riachuelos,
y florecían las violetas y maduraban las fresas en torno tuyo,
alrededor de tu aldea con muros medioevales
y vuelo de palomas en las tardes.
Está aquí el fuego lamiendo la tierra,
el agua lamiendo las raíces,
los animales lamiendo a los animales.
Y tú estabas aquí con el sudor de tu frente,
el solitario, el vestido de paño de hilo,
el erguido en medio de la comarca de las tempestades,
el que iba gritando hacia adentro,
buscándose las manos y la frente en su existencia,
buscando el sitio donde poder decir:
"Aquí yo vivo, aquí yo soy el hombre".
Sí, tú ibas, paso a paso, con tus pies pesados,
tus pies que hacían correr los animales,
volar las aves hacia celestes puentes crepusculares.
Tú eras el que contestaba sin que nadie te llamara.
¿Quién te llamaba? ¿Acaso ibas entre fantasmas?
¿O estaba tu memoria poblada de fantasmas?
¿O huías de algo tuyo, de algo que dentro de ti aborrecías?
Insectos peludos se acercaban a tus piernas,
víboras, escorpiones, gusanos como pájaros
recién salidos del huevo,
animales con llanto, dientes con fuego.
Pero eras el que marchaba, el resistente,
mudo en la nostalgia de susurrantes olivares,
de serenas colinas con manzanos que iban hasta el atardecer,
hasta los últimos céspedes, donde una luz angélica se fuga,
moviendo brillos del paraíso en las frondas lejanas del alma.
Estabas aquí en medio del vaho caliente
que asciende de las hirvientes aguas estancadas,
del espeso limo verde con ranas
y redondas flores lilas entreabiertas,
de la fruta y de la hoja que se pudren
con huevos de insectos y reptiles.
En medio del vaho que asciende entre los juncos,
entre las lianas y las amarillas frutas de la fiebre.
En medio del vaho que humedece nuestras espaldas
nuestros hombros y nuestra frente.
En medio del vaho que aguarda la noche
para mover sus visitantes azules,
entre los ojos del leopardo y del búho.
Tú estabas aquí, solo, devorado, mudo,
con tu garrafa de aguardiente para la noche,
con tu perro y tus estrellas de otro mundo.
Padre mío, padre de mi sangre.
Y de mi poesía.
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Mensaje  Ana Yajaira Salazar Jue Mar 05, 2009 8:35 pm

XX
Aquí la noche deja los juncales
con sangrientos reflejos,
con ondas purpurinas en penumbra
y escamas aceradas.
Un profundo combate
hiere cuerpos perdidos en la sombra.
Es un agua de olvido, jadeante,
de limpio cielo ardiente,
que descansa en relámpagos hundidos
sobre babosas ramas de tembloroso limo.
Es un agua de lentos círculos de agonía,
con ojos en el sueño,
de flor amarga abierta entre las piedras.
Es el agua de alma solitaria,
del hombre que soporta los confines,
dando a la tierra huellas, brasas del corazón,
voces a la llanura donde un demonio canta,
por donde avanza el día con humedad caliente,
con altas y sonoras geometrías
de pájaros acuáticos,
que figurando van rojas costas celestes.
En el canto lejano del turpial,
entre las flores de cercano brillo,
entre las ranas que semejan hojas
y cierran en la luz sus ojos verdes,
vaga un humo tenaz; y se oye que alguien dice:
"Las sombras incendiaron el maíz".
Y a lo lejos ulula la montaña de un dios.
Aquí el hombre ve el año
como una lenta furia de colinas,
donde el arbusto esconde su fruto y su veneno.
Aquí la vida pasa cual un turbio verano,
mientras el cielo lanza arcángeles de fuego
sobre los yerbazales,
donde el toro olfatea y resopla en la tierra,
y la escarba y se yergue como potente enigma,
que muge contra el cálido resplandor de la roca.
Aquí la luz congrega las hormigas
que llevan bajo el sol granos de oro
para dar brillo a los antiguos túmulos.
Aquí levanta el día convulsas arboledas,
reclamos funerarios,
barrancos como templos, humos lentos de tumbas.
Pasa pesado un viento de oscuros gavilanes
y en las viviendas arden
ramas de algún boscaje misterioso.
En la selva Canaima huye en un denso soplo
de tiniebla y de azufre, de pájaros negruzcos,
y cuelga de las ramas como caucho quemado,
y aprisiona a los hombres
en sus brazos quemantes de lianas malolientes,
y grita con la muerte como una araña-mona.
Ni el asno, ni el anciano, ni el niño, ni el conejo,
saben aquí el camino más leve hacia la tarde.
Aquí el hombre soporta su frente, su mirada,
sus manos incendiadas,
y entierra un gallo vivo hasta las alas,
para decapitarlo con los ojos vendados
y manchar con su sangre los muros del crepúsculo.
Así tú viste el cielo abrazado a la tierra,
en un grave misterio de rojo resplandor,
donde un jinete enlaza el toro de la muerte.
Y fuiste interrogando en silencio los días,
y una voz que salía del fuego de la tierra,
te dijo:
"Destruye tus venablos contra el sol,
haz que tu cuerpo sangre sobre la roza oscura,
y entrégate a las llamas que surgen de las huellas,
de la pira que América enciende noche y día
al pie de la visión abismal de sus héroes".





XXI
Y siempre fue un nuevo regresar,
un lento aproximarse de la noche,
un duro avanzar de la existencia,
un recobrarse a solas, un decirle a las sombras:
"Esperad, esperad al hombre.
No le rechacéis, guardadle bien, que es vuestro hijo...".
Suave lumbre de oro iluminaba tus tardes,
y árboles redondos iban basta el confín,
hacia brumas azules con reflejos ardientes,
hacia el confín del toro y la nube de fuego.
Era la tierra roja, con peñas, con tardones,
donde crece el tabaco
de blancas flores como pequeños cálices.
Dos mujeres había, dos mujeres junto al pilón.
Había brisa caliente y las dos pilaban con los mazos del pilón.
Pilaban el maíz para el pan,
como si tocaran un tambor,
un gran tambor,
en la tarde de tu inflamado corazón.
Temblaban sus pechos al golpe del pilón,
y la brisa removía sus negras y ondulantes cabelleras,
y levantaba las flores de su falda
y ellas reían, reían, entre los golpes del pilón,
reían hasta la noche,
donde los venados corren por un delirio de oro.


XXII
¿Habías visto, acaso, cómo ardía la soledad de tu sangre,
en medio del ancho mundo con océanos, llanuras y montañas?
¿Cuál era tu angustia, y tu afán y tu oscuro descontento?
¿No sabías, acaso, que deambulabas en tu propio drama,
con tus harapos incendiados, huyendo a través de las sombras,
con tu boca, tus manos y tus sienes en el fuego,
en la sombra, en la soledad, en la existencia,
como aquel que se debate en su sueño anónimo y sombrío?
Había una hora en las tabernas para ti,
junto al marinero, y al beodo, y al abandonado, y al triste,
y junto a la prostituta
que lucha con su corazón y sus recuerdos,
y quiebra copas contra los muros del mundo,
y ríe y canta, y ríe en la tristeza,
y siempre ama con su extraño corazón.
Y había una hora a la sombra de un gran ceibo para ti.
Y había una hora que no era de ningún sitio para ti.
Tú eras un hijo de la tierra,
moviéndote en la tierra, en las ciudades,
en los campos, hundido en tus solitarios recuerdos,
bajo los vientos que barren los anchos arenales del crepúsculo.
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Poema del día - Página 16 Empty PARTE FINAL DEL POEMITA (vale por TODOS LOS QUE DEBÍA)

Mensaje  Ana Yajaira Salazar Jue Mar 05, 2009 8:37 pm

XXIII
Yo vengo de esa hora que soporta la tierra,
donde estaba tu vida contra los huracanes,
frente a las puertas selladas ante las bocas mudas.
¿Acaso, lloraste a veces bajo la medianoche,
cuando las estrellas te llevaban a tu cielo?
¿Acaso te arrepentías?
¡Ah, pero tus manos podían soportar toda tu soledad
y te daban el pan!
Y entonces miraste en los ojos de los pobres,
de los mendigos que guardan en los rincones de las ciudades.
¡Ah, los mendigos!... ¡Ellos, los mendigos!...
Tan parecidos a los viejos muros y a los santos...




XXIV
De todo tu andar de antiguo caminante,
de todo tu sufrir en desamparo,
de soportar el peso del hacha o del saco,
de asistir al herido y repartir el pan,
sólo te quedó una casa,
a cuya puerta escribiste algunas palabras de la Biblia.
Aquella casa fue mi casa.
Mi casa pintada de cal, allá en mi aldea,
escondida entre el café y el cacao.
Otras casas había, rojas, azules, verdes, amarillas,
en mi aldea, que entre árboles
jugaba con niños y caballos.
Había una plaza con cabras y almendrones de apacible sombra,
y una iglesia de donde salía un Cristo,
en una urna de cristal, cuando la Semana Santa.
Yo nací en tu casa con palabras de la Biblia,
y allí estabas callado, con tus libros,
junto a mi madre y a mis pequeños hermanos.
Allí estaban tus noches,
todavía con las estrellas de otro mundo,
y allí tu amorosa soledad, tu vida, tus recuerdos.
Y allí estaba yo como una angustia para ti,
y tu trabajo y el sudor de tu frente;
y el canto de los sapos en las sombras,
y el tinajero en el corredor de la medianoche,
y las lluvias nocturnas que nos lanzaban a un oscuro amanecer.
¡Estábamos tan cerca de los árboles, del río y la montaña!...
Yo con mi alegría donde cantaba el cristofué,
tú con tu vida dura, con golpes y nostalgias,
de pie ante los días de mi infancia.





XXV
Están en ti mis orígenes,
mis dioses, mis resinas, mis sueños.
En tu vida de ayer y en tu muerte de hoy,
en el grave silencio que te guarda
en un bosque de flores de elevados tallos,
en la penumbra de la música y las luciérnagas.
Vas por comarcas de iluminadas grutas,
de reflejos violetas y de truenos azules,
sin haber interrumpido la ascensión de tu ser,
porque la muerte nos acoge en sus leyendas
y en sus graves dominios de cerezos en flor.
Ella... Ella... La que nos devuelve la memoria
doliente de la esposa, del hijo, del amigo,
y acerca los perros a las tumbas,
y agita mariposas en torno a nuestra frente,
y da suaves movimientos a los retratos en los aposentos.
Ella... Ella... La que tan ardorosamente ignoramos.
¿Cómo he de aguardarla yo en mi angustia?
¿Qué anuncian los coros que a veces oímos
más allá de las arboledas vespertinas?
¿En cuál de nuestros oscuros sobresaltos
ha estado junto a nosotros, mirándonos,
desde su ventana de frío e inolvidables pinos,
como en un espejo de sufrimientos
y de hundido son de campanas,
en ese momento en que nos miramos el rostro con indiferencia,
con recuerdos, y pensamos en el pan de todos los días?
Venimos de la noche y hacia la noche vamos.
Tú eres ya el habitante de los reflejos y los ecos,
pero aún oigo tu voz y tu corazón y veo tu sonrisa
y tu barba blanca y tu mano fuerte.
Tu mano, que un día, tuyo, y con palabras tuyas,
de alguien se despedía desde un golfo perdido,
en ese momento en que aprendías a estar solo,
viendo los distantes navíos, los amantes en las playas,
los pescadores moviendo sus barcas hacia las olas.
Eras el que sabía avanzar con su vida,
entre las cosas que están aquí,
para el hombre, para el que vive, para el que se debate.
Las cosas que están aquí sobre la tierra,
y pasan junto a nosotros para habitar en la memoria
y edificar nuestra existencia resonante.
Vienen de ti mi afán y mis palabras,
y es tu sangre la que dice con mis labios:
hierro, pan, campana, frente, piedra, flor, caballo,
casa, sartén, naranjo, césped vespertino,
romero, yerba, clavo, cayena y astromelia.
Y está aquí mi existencia con hijos en las horas,
con hijos que me llaman en las horas,
buscándose a sí mismos en las horas.
Y estoy aquí para llevarles pan,
y andar por la ciudad con mi destino,
correr entre relojes con mi angustia,
y contemplar los astros, y mirarme las uñas,
y gritar hacia adentro y hacia el mar,
y hacia la noche, y hacia mi madre,
y hacia los grandes estremecimientos del mundo.
Y estoy aquí buscando las respuestas de mi sangre,
los signos solitarios que me hieren,
mis huellas que me siguen en la tierra,
mis huellas que vienen de tu vida,
padre mío, padre de mi pesadumbre.
Y de mi poesía.




XXVI
Aquí donde el caballo le da un trono al mendigo
entre los tapices cárdenos de la tarde,
aquí donde la hora sella labios malditos,
levantando humaredas, viviendas fantasmales,
aquí los gritos caen, las blasfemias, los llantos.
¿Queréis ser los arrepentidos?
Aquí ni la palabra ni el gesto nos sostienen,
y los huesos encuentran su tenebroso espejo.
Aquí sólo el misterio puede encender su lumbre
y acoger nuestro fin con brillos de azucenas.
Mirad aquí los cráneos,
las blancas calaveras que se enturbian,
las frentes bajo los días de lluvia,
las frentes rodando,
esperando las guitarras y la danza.
Se apoyan a las piedras con su reír eterno.
Miradlas. Tan parecidas a vosotros.
¿Recordáis vuestro aposento,
vuestras oscuridades, vuestras monedas,
vuestras manos ensangrentadas?
Miradlas con sus frentes de frío y de tiniebla.
Bajo la noche.
Ellas nos esperan en el temblor de la sagrada sombra,
ante el que pasa indiferente al lado del mendigo.




XXVII
Hijo desencadenado soy,
furia reconquistada,
ensoñación ante las puertas sagradas.
El resplandor ha coronado mi frente,
y la cumbre derrama sus hielos bajo el sol.
Oye mi soledad cuando te llamo
desde los precipicios.
Escucha las campanas siderales
doblando sobre las aldeas crepusculares.





XXVIII
Tú, que me lanzaste sobre la tierra y hacia la nada,
desde el círculo incendiado de tus experiencias,
desde todas las puertas cerradas,
desde la calles perdidas,
desde los perros que aúllan frente a los cadáveres,
desde los puertos que inflaman
sus alcoholes en la noche,
desde la pobreza que va huyendo por las callejuelas,
desde las mañanas, desde aquel cielo de samaritanas,
desde aquellos cerezos temblorosos,
a cuya sombra mi madre
esperó que yo viniese de ti
como el sencillo regalo de un pobre;
tú, junto a ella, levantas mi sombra
en los valles de mi propio corazón.





XXIX
Arden puertas oscuras hacia el fondo
de muros solitarios,
hacia la escala antigua de Jacob.
Resbalan las maderas, los metales,
cayendo en las tinieblas como lenguas,
en la sangre que hierve,
hacia rostros oscuros,
y aquí, junto a mi alma,
se abren flores azules
en medio al resplandor.
Detrás están las llamas saliendo de la madera,
detrás están los vientos de las constelaciones.
Una espada, una espada, una espada que brilla
derriba un árbol negro.
Ahí va como un río el mármol por la noche,
y resuenan las voces
de las almas que llegan al panteón nocturno.

XXX
Vamos hacia la noche y hacia la noche vamos.
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Mensaje  Damablanca Jue Mar 05, 2009 9:34 pm

Excelente obra, Ana Yajaira. Gracias.

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Mensaje  Rosario Dom Mar 08, 2009 3:07 am

ODA AL GATO

Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.

PABLO NERUDA

Quise compartir este poema con ustedes y recordar a este tan especial poeta americano.

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Mensaje  Ety Lun Mar 16, 2009 6:28 pm

Ulises IX', de Manuel Vázquez Montalbán

Vázquez Montalbán Barcelona, 1939 - Bangkok, 2003), además de un estupendo novelista y un ensayista brillante, fue un fantástico poeta. La poesía de Vázquez Montalbán sus lecturas, sus influencias pop, sus charlas con amigos, sus cines de barrio y su bonhomía.

En este poema aparecen juntos Kavafis, Capote , García Lorca y Doménico Modugno.

Nunca desayunaré en Tiffany

ese licor fresa en ese vaso

Modigliani como tu garganta

nunca

aunque sepa los caminos

llegaré

a ese lugar del que nunca quiera

regresar

una fotografía, quizás

una sonrisa enorme como una ciudad

atardecida, malva el asfalto, aire

que viene del mar

y el barman

nos sirve un ángel blanco, aunque

sepa los caminos nunca encontraré

esa barra infinita de Tiffany

el jukebox

donde late el último Modugno ad

un attimo d’amore che mai più ritornerà

y quizá todo sea mejor así, esperado

porque al llegar no puedes volver

a Ítaca, lejana y sola, ya no tan sola,

ya paisaje que habitas y usurpas

nunca,

nunca quiero desayunar en Tiffany, nunca

quiero llegar a Ítaca aunque sepa los caminos

lejana y sola.
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Mensaje  Damablanca Lun Mar 16, 2009 8:58 pm

Y una cierta "tendencia Kavafis"..

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Mensaje  Ana Yajaira Salazar Mar Mar 17, 2009 3:18 am

TAO YAN-MING (372-427 D.De C.)

Vivió en el difícil período que precedió a la fundación de la dinastía T'ang. Durante un tiempo ocupó un cargo oficial, pero renunció a los ochenta y tres días porque, según sus palabras: "no puedo doblar las bisagras de mi espalda para hacerle reverencias a un funcionario corrupto". Así, volvió al campo con su familia para vivir la vida de un "caballero campesino", trabajando la tierra y escribiendo poesía. Solía decir que "el mayor placer de la vida es hacer bromas con los niños". Tenía un amor especial por los crisantemos, y al día de hoy, es difícil para un chino pensar en crisantemos sin pensar en Tao Yuan-Ming. Se lo suele llamar "el poeta de la casa y el jardín", y hay una historia idílica que narra cómo él trabajaba en la parte de adelante del campo y su esposa en la parte de atrás. Profundo bebedor, le dedicó varias poesías al vino. Su cuento «La Fuente del Duraznero», quedó definitivamente incorporado como leyenda en la cultura china.


BORRACHO Y SOBRIO

Un huésped reside en mí,
nuestros intereses no son completamente los mismos.
Uno de nosotros está borracho,
el otro está siempre despierto.
Despierto y sobrio
nos reímos el uno del otro,
y no comprendemos el mundo del otro.
Propiedades y convenciones,
qué tontería seguirlas muy seriamente.
Sé orgulloso, no estés involucrado,
entonces te acercarás a la sabiduría.
Escucha tú, viejo borracho,
cuando el día muere,
enciende una vela.

* * * * *

CANCIONES DE CRISANTEMOS

(para cantar bebiendo)

Construir una casa en el mundo de los hombres
y no oír el ruido del caballo y el carruaje,
¿cómo se puede lograr esto?
Cuando la mente está desapegada, el lugar es tranquilo.
Junto crisantemos bajo el seto del Este
y miro silenciosamente las montañas del Sur.
El aire de la montaña es hermoso al crepúsculo,
y los pájaros en bandadas vuelven juntos a sus hogares.
En todas estas cosas hay un significado verdadero,
pero cuando quiero expresarlo, quedo perdido sin palabras.

* * * * *

MUDANZA DE CASA

Hubo un tiempo en el que quería vivir en una villa del Sur,
pero no porque me guiaran los augurios.
Había escuchado que muchos hombres simples vivían allí,
con ellos estaría contento de pasar mis mañanas y noches.
Durante muchos años este fue mi deseo,
y hoy voy a realizar mi tarea.
Una cabaña tan pobre no necesita ser espaciosa,
todo lo que quiero es una cama y un colchón.
Con frecuencia mis vecinos vendrán a verme,
discutiremos vociferando acerca de los
tiempos de la antigüedad,
disfrutaremos leyendo juntos escritos raros,
y aclararemos todas las interpretaciones dudosas.

* * * * *

VIVIENDO EN EL CAMPO

Al pie de la montaña del Sur cosecho porotos,
los yuyos enredan, los brotes de porotos son débiles.
Me levanto temprano y zapo en el descampado,
bajo la luz de la luna retorno con la azada al hombro.
El sendero entre los surcos es tan estrecho, los pastos tan altos,
que mis ropas se humedecen con rocío.
¿Por qué debería preocuparme porque mis ropas estén mojadas?
Sólo espero poder ser un ermitaño.
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Mensaje  Ety Dom Mar 29, 2009 8:15 pm

Un poema de Kiki Dimoulá

Número plural

El amor
nombre sustantivo,
muy sustantivo,
número singular,
género ni femenino ni masculino,
género indefenso.
Número plural
los amores indefensos.

El miedo,
nombre sustantivo,
al principio número singular
y después plural:
los miedos.
Los miedos
de ahora en adelante para todo.

La memoria,
nombre propio de las tristezas,
número singular,
sólo número singular
y sin declinar.
La memoria, la memoria, la memoria.

La noche,
nombre sustantivo,
género femenino,
número singular.
Número plural
las noches,
de ahora en adelante las noches.


Tomado de Lo poco del mundo, 1990.


Dimoulá es un poeta griego, nacido en Atenas en 1931.
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Mensaje  Damablanca Lun Mar 30, 2009 1:02 pm

Precioso poema, Ety, ¡qué buen gusto hay en el foro!

Abrazos,
Damablanca.
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Mensaje  Aktea Sáb Abr 04, 2009 2:47 am

Like a Star @ heaven


De nuestro mejor poeta canario, Pedro García Cabrera, un poema que siempre me emociona

A la mar fui por mi infancia


Fue en un tiempo en que los ojos
no veían ni las manos tocaban.
Tan sólo el corazón tenía vista y tacto.
Era él quien latía los puntos cardinales,
el sombrero de copa de los pinos,
los bueyes del crepúsculo,
las quinielas de ramas del barranco.
Era él quien abría,
de mañana, las calles
sin agua y sin aceras,
igual que una lección mal aprendida,
calles en rústica como mis libros bajo el brazo,
descalzas todavía de adoquines
para que las pisasen solamente
mis pasos interiores y la lluvia,
los caballos de caña,
las bicicletas y los pájaros.
Iba por dentro de ellas; conducía
al trompo que la América del Sur gira bailando
en la blanca tarima de los hielos australes,
al cinturón de avispa de América Central,
a la verde ensalada de las islas distantes,
a todos los regazos del mito y las auroras.
Era un tiempo con plumas en las alas,
tiempo de mariposas y cascarón de huevo,
tiempo de piedra y de luna,
tiempo de corazón saltando.
Yo sentía a mi madre freír en él patatas,
ponerle culantrillos que le dieran frescura,
cogérmelo en la mano como un polluelo vivo,
acostarlo en sus lágrimas mullido de sonrisas.
Ahora con mis manos y estos ojos
ya no puedo vestirme el traje marinero
ni fumar a hurtadilas un cigarro rubio
ni a mi abuelo quitarle los cartuchos de caza.
No es que me desespere este vivir de ahora
con el que voy lastrando el júbilo y la pena,
ese tiempo que aprieta tornillos medievales
en la garganta rosa de los amaneceres.
Te digo que no quiero volver a ser un niño.
Mis raíces se afirman en la tierra de asombros
de los años que huyen.
Pero desearía que una mágica ola
me trajese de nuevo la presencia
de los que fueron míos cuando era un muchacho.

Con la mano en la mar así lo espero.




Abrazos que nunca acaben
Aktea
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Mensaje  Ety Lun Abr 13, 2009 4:34 am

De Marguerite Yourcenar:

FUEGOS

Lo mismo ocurre con un perro, con una pantera o con una cigarra. Leda decía: “Ya no soy libre para suicidarme desde que me he comprado un cisne”.

La muerte es un sacramento del que sólo son dignos los más puros: muchos hombres se deshacen, pero pocos hombres mueren.

No puede construirse una felicidad sino sobre los cimientos de una desesperación. Creo que voy a ponerme a construir.

Que no se acuse a nadie de mi vida.

No soporté bien la felicidad. Falta de costumbre. En tus brazos, lo único que yo podía hacer era morir.

Existe un plan general para el universo. Sólo salimos en los momentos sublimes.

En el avión, cerca de ti, ya no le tengo miedo al peligro. Uno sólo muere cuando está solo.

Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad.

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Poema del día - Página 16 Empty Re: Poema del día

Mensaje  Damablanca Lun Abr 13, 2009 2:48 pm

No puede construirse una felicidad sino sobre los cimientos de una desesperación. Creo que voy a ponerme a construir.
Me encanta esta frase.

Abrazos,
Damablanca.
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Mensaje  Ety Vie Abr 24, 2009 5:40 am

Un poema de Belén Reyes:

Y NO HAY MÁS QUE SENTARSE

y esperar que suceda...

Ponerle un bozal al corazón.

Meterte en los ojos dos esponjas.

Suturarte los poros.

Quitarle los bafles al deseo.

Dos tapones de cera en los oídos.

Un somnífero al sexo y una amnesia.

Tragarte los versitos.

Atarte las caricias.

La leche calentita...

y un peluche en el pecho.

Que conozco la copla...

Y no hay más que sentarse y esperar que suceda...

Quien nos cubrió de besos azules y promesas.

Quien abrió nuestro cuerpo y nos sorbió la esencia.

Quien reprochó constante nuestra muda presencia.

Quien nos amó a lo loco...

nos dejará a lo bestia


Sobre ella misma:

Biografía

Segun dicen mis padres (yo no me acuerdo) nací en Madrid en 1964, y después me dio por escribir para denunciar la vida.
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