Madre sólo hay una...

Hace ya casi dos meses que murió mi madre. Aquel día, con su fecha y su hora se va alejando, mas sin embargo yo aún no me lo creo del todo. No es fácil acostumbrarse a la ausencia de una madre, alguien que estuvo contigo desde antes de nacer, alguien en quien naciste. He intentado que la vida cambie a mi alrededor lo menos posible, he procurado aferrarme a la rutina de forma que el día a día haga todo esto más llevadero. Estoy bien, acepto el hecho como algo natural. Mi madre era muy anciana y es ley de vida. Sólo que a veces, sobre todo por la noche, no puedo evitar que el recuerdo se agrande. No ya con dolor, o con pena, o con nostalgia, sino con...¿asombro? Es como si la visión de una madre fuera inmortal, una impronta que ha marcado tu vida. Cuando me miro al espejo veo en mis rasgos sus propios rasgos y me resulta difícil acostumbrarme al hecho tan simple como que ya no puedo marcar su número de teléfono porque ese teléfono ya está dado de baja y, sobre todo, porque ya nadie respondería.   

A veces pienso que no, que son imaginaciones, que mi madre continúa ahí...No es fácil, no.

Damablanca.

He decidido que a partir de hoy se acabó la orfandad. Me declaro madre de mí misma y además tengo que mirar por mi hermano, que está delicado de salud y necesita mi apoyo.

Las mujeres podemos permitirnos estas cosas. Podemos ejercer de madres aun no teniendo hijos.

Damablanca.

Damablanca. Me resulta imposible, responder con palabras estas sensaciones.

Pero quiero que sepas que estoy escuchando.

Bendiciones

Gracias anahuel. Que alguien te escuche, no es poco.

Bendiciones también.

Damablanca.