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José Agustín Goytisolo

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Mensaje  Manuela Dom Abr 13, 2008 4:12 pm

José Agustín Goytisolo
Poeta español

Nació el 13 de abril de 1928 en Barcelona en el seno de una familia burguesa donde se respiró siempre un gran ambiente intelectual. Su madre, Julia Gay, murió víctima de un bombardeo franquista sobre la ciudad en 1938. El hecho afectó especialmente a José Agustín, que puso a su hija el nombre de la madre perdida. Cursó estudios de Derecho en la Universidad de Barcelona, y los acaba en la de Madrid. Residió en el Colegio Mayor Nuestra Señora de Guadalupe, donde conoció a otros poetas de la generación que vivían entonces en Madrid, como José Angel Valente o José Manuel Caballero Bonald. José Agustín Goytisolo fue uno de literatos más importantes de la generación de los 50. Junto a Carlos Barral y Jaime Gil de Biedma, fue uno de los fundamentales de la llamada escuela poética de Barcelona. Autor de una de las más originales y ricas obras poéticas de la literatura española contemporánea, sus poemas conjugan la veta lírica y elegíaca con la ironía y el sarcasmo, y el sentimiento amoroso con una visión crítica y política del mundo contemporáneo. Su obra comprende: El retorno; Salmos al viento, 1958; Claridad, 1961; Algo sucede, 1968; Bajo tolerancia, 1974; Taller de arquitectura , 1977; Del tiempo y del olvido , 1977; Los pasos del cazador, 1980; Sobre las circunstancias, 1983; Final de un adios, 1984; A veces gran amor, 1991; La noche le es propicia, y Las horas quemadas, 1996. Fue el introductor de Lezama Lima en España, y antólogo de la poesía cubana. Traductor de Pavese, Quasimodo y Pasolini, y de varios poetas catalanes (Salvador Espriu y Joan Vinyoli). José Goytisolo era el hermano mayor de Juan y de Luis, también escritores. Tras meses de depresión, se arrojó desde una ventana de su casa. Su cuerpo cayó sobre el asfalto de la calle Marià Cubí. Un repartidor de pizzas que pasaba por allí fue el único testigo del suceso. Dijeron que un niño, su nieto, lloraba. Ese crío, de 12 años, era una de las debilidades del escritor. Es su único, nieto, el hijo de Julia, la del poema, que Paco Ibáñez inmortalizó en numerosos recitales. Tenía 70 años y se confesaba cansado. El 13 de abril, en su último cumpleaños, le había dicho a sus amigos: "Si tuviera que volver a vivir todo lo que he vivido, preferiría no volver a vivirlo".

José Agustín Goytisolo 20070414141031jagoytisoiy7

PALABRAS PARA JULIA

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.


José Agustín Goytisolo
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Mensaje  Mª Dolores Dom Abr 13, 2008 7:44 pm

Es un poema maravilloso.

¡Gracias! por traer aquí a este gran poeta de la vida cotidiana.

Respecto a su muerte, creo que nunca se sabrá si fue un suicidio, o si realmente, como mantiene la familia se cayó al pretender arreglar una persiana, en aquellos días, estaba relativamente contento ya que en el mes de abril tenían concertados una serie de recitales con Paco Ibañéz, su gran amigo y probablemente compañero de juergas.

¡Fue una gran pérdida para todos los amantes de la poesía!

Besos
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Mensaje  Ety Dom Abr 13, 2008 10:13 pm

Parece que se borró un mail que escribí hace un par de horas. ¡Estos duendes de internet!

A mí también me conmueven las Palabras para Julia, pero no dejó de encontrar en ellas un mensaje melancólico y de despedida, tal vez una oportunidad de escribir en el papel lo que le dolía en el alma.

Si fue suicidio o no, como dice Lolo, no lo sabremos. Muchos grandes decidieron quitarse la vida y sólo ellos sabían de las miserias que habitaban en sus corazones. Eso a pesar que desde afuera veíamos únicamente su talento, su riqueza espiritual y su deseo de seguir viviendo.

Lo grave es haber perdido a personajes que nos dieron mucho, y hubieran podido dar más.

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Mensaje  Ety Sáb Mar 21, 2009 4:58 pm

Un Escritor Anónimo
J. R. M. 21/03/2009


Poemas como 'Palabras para Julia' o 'El lobito bueno', convertidos en canciones, transformaron al autor de Salmos al viento en uno de los poetas españoles más populares


José Agustín Goytisolo, que se definía como "catalán cubano en lengua de Castilla" y al que le gustaba recordar que, en vasco, su apellido significa "campo de arriba", en el fondo era un poeta anónimo. Como indica la novelista y profesora Carme Riera, directora de la Cátedra José Agustín Goytisolo de la Universidad Autónoma de Barcelona, los lectores tienden a convertirse en "okupas de sus versos" y él mismo estaba de acuerdo en que "la poesía no es de quien la trabaja sino de quien la necesita". En uno de los epigramas de Cuadernos de El Escorial (1995), lo dijo así: "Hay quien lee y quien canta poemas que yo hice / y quien piensa que soy un escritor notable. / Prefiero que recuerden algunos de mis versos / y que olviden mi nombre. Los poemas son mi orgullo".



"Prefiero que recuerden algunos de mis versos / y que olviden mi nombre. Los poemas son mi orgullo", escribe en 'Cuadernos de El Escorial'

Un notable escritor anónimo, pues. Elegiaco y satírico. Muy urbanita y contemporáneo y muy medieval. De hecho, esa sensación -la de algo "nuevo, sorprendente, pero también con sabor añejo, entre medieval y renacentista"- es la que, según recordaba él, tuvo Goytisolo la primera vez que escuchó sus textos en la voz de Paco Ibáñez. Fue alrededor de 1968. El poeta había publicado ya 5 de sus 21 libros de poemas -de El retorno (1955) a Las horas quemadas (1996)- cuando el músico se presentó en su casa con una guitarra para cantarle algunos de sus versos: "No tuve tiempo para sentirme halagado, porque me asusté. Me parecían poemas de otra persona, escritos como para ser cantados o hechos cantando".

"A veces la verdadera intención de un poema aparece cuando sólo cuando lo cantas", cuenta Paco Ibáñez. "Lo que hay que hacer es encontrarle la música".

Que los poemas de José Agustín Goytisolo hayan pasado por la voz de Joan Manuel Serrat, Rosa León, Kiko Veneno, Los Suaves, Muchachito o Peret demuestra la naturalidad de sus versos y el acierto primero de Paco Ibáñez, que empezó con 'Me lo decía mi abuelito' y 'El lobito bueno' y cuya versión de 'Palabras para Julia' se ha convertido en un icono de la cultura española reciente. De hecho, en 1994, el poeta y el cantante iniciaron juntos la gira La voz y la palabra, que se convertiría en disco tres años después. "Improvisábamos mucho", recuerda Ibáñez. "José Agustín tenía mucha chispa y mucho sentido del ritmo del espectáculo. Sabía interpretar el humor del público. En el fondo funcionábamos como músicos callejeros".

'Palabra para Julia', apareció originalmente en el libro Bajo tolerancia (1973), un título que incluía también textos hoy emblemáticos como 'Así son', dedicado a los poetas, "las viejas prostitutas de la Historia". Era una muestra del escritor culto y "notable" que, además de popular, fue siempre José Agustín Goytisolo, miembro destacado de la Escuela de Barcelona. Así bautizó al grupo catalán de la generación de los cincuenta -Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral y el mismo Goytisolo- Carme Riera, responsable ahora de las ediciones de Más cerca. Artículos periodísticos (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores) y, junto a Ramón García Mateos, de Poesía completa (Lumen). Ambos volúmenes se presentarán en Barcelona el próximo jueves, día en que se clausura un congreso internacional dedicado a José Agustín Goytisolo -en el que Luis Goytisolo hablará de su hermano por primera vez en público desde su muerte- al tiempo que se inaugura una exposición dedicada a su figura en el Círculo de Lectores.

Para Riera, la popularidad del autor de Claridad convive hoy con su condición de "patito feo" dentro de su círculo literario. Para ella, sin embargo, "ni era el menos sabio ni el menos cosmopolita. Además, Gil de Biedma y Ángel González se decidieron a usar la ironía leyendo a José Agustín. Tal vez, eso sí, le perjudicó el hecho de publicar tanto y de recolocar poemas antiguos en libros nuevos".

Nacido en 1928, Goytisolo fue un niño de la guerra al que marcó la muerte de su madre en marzo de 1938 durante un bombardeo sobre Barcelona de la aviación italiana a las órdenes de Franco. Esa muerte protagoniza, además, su primer poemario, El retorno. Con aquel libro marcadamente elegiaco se daba a conocer uno de los poetas fundamentales de una generación entre cuyos miembros figuran, además de sus amigos barceloneses, poetas como José Manuel Caballero Bonald, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, Ángel González o Francisco Brines. Con el tiempo, a las antologías canónicas del grupo se añadirían nombres como Antonio Gamoneda y María Victoria Atencia.

En realidad, Goytisolo ejerció siempre de puente entre poetas de diferentes procedencias merced a su paso por Madrid, entre 1946 y 1951, para estudiar Derecho. Además, en un colegio mayor de la capital coincidirá con autores como Ernesto Cardenal, José Coronel Urtecho y Carlos Martínez Rivas. Así nació su interés por la literatura de América Latina. Con todo, la gran labor divulgadora la realizó José Agustín Goytisolo con los escritores en lengua catalana, a los que tradujo sin descanso. Suya fue la iniciativa de lanzar la colección bilingüe Marca Hispánica y suya fue, en 1968, la antología Poetas catalanes contemporáneos. A los maestros de aquella selección (Foix, Espriu, Vinyoli, Riba) se unieron los nuevos autores (Pere Gimferrer, Marta Pessarrodona, Pere Rovira) en 1996, dentro de Veintiún poetas catalanes para el siglo XXI (Lumen), un libro en el que el autor de A veces gran amor lo hizo todo: la selección, la traducción, el prólogo y hasta las peculiares notas que presentan a cada seleccionado.

Joan Margarit, uno de los incluidos en aquel volumen, recuerda la generosidad de autores como Enrique Badosa y Goytisolo: "José Agustín usaba su nombre de poeta conocido para llamar la atención sobre escritores que sin él ni sonarían a los lectores de fuera de Cataluña. Lo importante que fue lo vemos ahora que no está y que casi te tienen que traducir los amigos".

En el último libro de Margarit, Misteriosamente feliz (Proa en catalán/Visor en castellano) se incluye un poema dedicado a Goytisolo, 'Una ventana a la calle Marià Cubí'. Es la ventana desde la que cayó el poeta el 19 de marzo de 1999. Como si la suma de poesía y caída sólo pudiera dar suicidio, las conjeturas se dispararon. El juez que levantó el cadáver afirmó que no pueden determinarse las causas del fallecimiento. En un verso del último libro de José Agustín Goytisolo se lee: "La eternidad no existe". Puede que sea cierto para los poetas. Tal vez no lo sea para los poemas. Sobre todo para los anónimos.
Cincuenta años, más de medio siglo

1959 fue el año fundacional de la generación literaria del medio siglo. Algo así como el 27 para la generación del mismo nombre. Si Alberti, Lorca y compañía viajaron a Sevilla para homenajear a Góngora, Goytisolo y los suyos viajaron a Collioure para visitar la tumba de Antonio Machado. A aquel 22 de febrero (y sus alrededores) acaba de dedicar la revista Ínsula un número monográfico. Coordinado por la profesora Araceli Iravedra, colaboran en él, entre otros, José Manuel Caballero Bonald, Luis García Montero, Ángel L. Prieto de Paula, Carme Riera y Josep Maria Castellet. "Aquellos niños flacos; / tiznados; que jugaban / también a guerras: cuando / -grave y lúcido- ibas / viejo poeta al encuentro / de esta tierra en que yaces", dicen unos versos del propio José Agustín Goytisolo dedicados a aquel viaje del que salieron un puñado de fotos, la idea de publicar una colección de poesía con el nombre del pueblo francés y el propósito de promocionarse como grupo por parte de escritores a los que hoy leemos como clásicos. Poeta por poeta, más allá de grupos y de fotos generacionales. A veces medio siglo dura más de cincuenta años.

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Mensaje  Ety Sáb Mar 21, 2009 5:04 pm

El poeta que regalaba palabras

Alberto Manguel 21/03/2009


José Agustín Goytisolo, el poeta de lo cotidiano, murió hace ahora diez años. La publicación de su poesía completa y una exposición recuerdan la figura y la obra "milagrosamente inspirada" del escritor.

Fue Jorge Luis Borges quien inició, al menos en el Río de la Plata, el desprecio de las letras españolas modernas. Su estadía en España a fines de la Primera Guerra Mundial, antes de volver a la Argentina en 1921, lo decepcionó. Los intelectuales españoles no compartían sus lecturas y entusiasmos, y le parecieron al joven Borges, por lo general, engreídos y banales: "Se habían propuesto renovar la literatura", contará en su Autobiografía, "una rama de las artes de la cual poco sabían". De los poetas españoles, casi sin excepción, se burlará más tarde con variable ingenio: de Federico García Lorca dirá que era "un andaluz profesional"; de Antonio Machado, "¡ah, no sabía que Manuel tuviese un hermano!"; de Gerardo Diego, "en qué quedamos ¿Gerardo o Diego?"; de Juan Ramón Jiménez y su asno Platero, "eran almas gemelas". Mi generación aceptó su veredicto. Sólo cuando empezaron a aparecer en Buenos Aires los nuevos poetas en Losada y los nuevos novelistas en Seix Barral, nos atrevimos, tímidamente, a contradecir al maestro.

Mis compañeros de clase y yo descubrimos a José Agustín Goytisolo en una antología de poesía española contemporánea que uno de nuestros profesores nos incitó a leer. Creo que los poemas elegidos pertenecían al libro Claridad que Goytisolo publicó en 1961, poemas que recobraban la infancia del niño-poeta y su temprano descubrimiento del "amor / de lo perecedero": la madre tan amada de cuya muerte no se consolaría nunca, el padre que lo hacía sentir como un intruso, la escuela en la que los maestros "predicaban miedo" convirtiéndolo así en "un niño / solo; mentido / y solo; amordazado / y frío buceando / en el pozo". (Décadas más tarde, en uno de sus mejores libros, Como los trenes de la noche, de 1994, repetirá la confesión: "Viste que nada era durable / desde muy niño... Pero tú / aprendiste de la flor única / el amor de lo que perece / y la herida de lo que ha muerto").

Para nosotros, adolescentes, los versos de Goytisolo definían un estado de ánimo bien conocido, esa entrada al mundo adulto que simultáneamente anhelábamos y temíamos. Nuestro también era su imposible deseo:

¡Ah, si todo pudiera

comenzar otra vez

de un solo golpe; de una sola

pura y simple palabra!

Pero fue con la aparición de Algo sucede en una descolorida edición de Ciencia Nueva que el poeta intimista que nos gustaba púdicamente se nos reveló (o más bien, imaginamos que se nos revelaba) camarada de aquellos otros que recitábamos en torno a las fogatas de campamento: Miguel Hernández, Rafael Alberti, Blas de Otero. Goytisolo no se convirtió nunca, para nosotros, en un clásico como Luis Cernuda o Jaime Gil de Biedma, pero fue, a lo largo de nuestras vidas lectoras, una voz amiga, un poeta que nos daba palabras para nombrar ocasionales desazones y epifanías. "Devolvamos / las palabras reunidas / a sus dueños auténticos", era una versión militante del "renovar las palabras de la tribu" que sin duda hubiese sorprendido a Mallarmé. Aun los versos más leves nos llamaban la atención, ya que leíamos en ellos un anunciado llamado a las armas:

Por mi mala cabeza

yo me puse a escribir.

Otro por mucho menos

se hace Guarda Civil.

Como en sus libros futuros, ya en éste Goytisolo demostraba un cierto gusto por la palabra pedestre y al mismo tiempo, milagrosamente inspirada. Decir: "Se amaban en silencio / como cumpliendo un gran ritual. / Sus vidas eran diferentes. Pero / algo muy fuerte los unía: algo / que quedaba cumplido en sus abrazos" es de una simplicidad casi inútil. Y sin embargo, la noción del amor ritualizado, del abrazo como ceremonia, es una revelación que un cierto pudor poético parece impedir cuajar en palabras más enérgicas. Esta disputa entre expresión e iluminación (constatamos luego) es frecuente en toda la obra de Goytisolo.

Es quizás en el célebre Palabras para Julia de 1980 que Goytisolo alcanzó la mayor maestría de su voz. El poema que da su título a este volumen elegiaco trata, como se sabe, de la trágica muerte de su madre. "Tu destino está en los demás", le dice, ofreciéndole la consolación que siempre damos a quien amamos y perdemos. A la elegía por su madre siguen poemas que tildábamos hace dos décadas de "comprometidos" y que sin embargo nos conmovían. "La libertad hay que inventarla siempre", leíamos del otro lado del Atlántico, sabiendo perfectamente cuáles son las consecuencias de no seguir esta advertencia. Y un poema escrito casi veinte años más tarde, en 1996, Las horas quemadas (que es también su último libro), insiste con implacable lucidez: "Lamentar el pasado nada cambia: / ni el olvido ni el daño ni el rencor".

En 1978, un año después de publicar Taller de arquitectura, Goytisolo cumplió cincuenta años y de hacedor de versos familiares y políticos pasó a ser poeta de la naturaleza, del mundo que llamó, con adjetivo exacto, "permanente". Montes y carreteras, palomas y codornices, lechuzas y gavilanes, la hierba y el agua, el otoño, poblarán su geografía poética. Y siempre, por encima de todo, siguió escribiendo poesía amorosa de una extraordinaria y original delicadeza. El lector del Goytisolo maduro sospecha que el poeta propone y puebla el paisaje para luego perseguir en él su propia persecución amorosa. "En lugares perdidos / contra toda esperanza / te buscaba... / Y cuando el desaliento / me pedía volver / te encontré". Más tarde, el terreno de caza será también su ciudad, Barcelona, a la que dedicará en 1993 una Novíssima oda a Barcelona.

La edición de la poesía completa de Goytisolo que ahora, con la gratitud de sus lectores, propone la editorial Lumen, es ejemplar. Carme Riera y Ramón García Mateos han cumplido no sólo una labor crítica impecable, corrigiendo errores ortográficos y erratas de impresión de los que pecaban las ediciones anteriores, y cotejando minuciosamente las diversas versiones de los poemas (Goytisolo fue hasta el fin un revisador irredimible), sino que también han sabido presentar al poeta de forma cabal, iluminadora y convincente. No hay en su prólogo ni el más tímido dejo de teoría académica: la lectura que hacen ambos eruditos es la de historiadores que no condescienden al chismorreo, y de inteligentes amantes de poesía cuya intuición crítica les permite aclarar pasajes difíciles y sugerir interpretaciones de útil originalidad. También han decidido sabiamente cerrar este inmenso volumen de casi mil páginas con dos textos escritos por Goytisolo para el cantante Paco Ibáñez. El primer verso de La voz y la palabra resume, a pesar de la desilusión y la tristeza que destilan casi todos los poemas precedentes, lo que sospechamos fue la íntima, última, verdadera convicción del poeta: "Tienes tu parte en la felicidad". Sin duda alguna, los lectores de José Agustín Goytisolo así lo creen. -

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